En cuanto llegaron a los coches empezaron las despedidas. Arabia les dio un beso a cada uno de los niños y un abrazo a todos los demás. Iban a verse durante la próxima semana, pero hacía tanto que no los veía que un abrazo nunca estaba de más. Jake era el único que no había salido del restaurante. Había dicho que se quedaba a esperar a que Louis terminase para regresar juntos a casa.
Ya de vuelta, Kevin volvió a empezar la conversación:
—¿Se lo has contado a Zane?
Arabia dedujo a qué se refería e instintivamente se puso la mano en el abdomen.
—No, todavía no —repuso—. Es demasiado pronto.
—Ya lo sé, pero pensé que igual a ella...
—No voy a decírselo a nadie hasta que cumpla por lo menos los tres meses, Kevin.
—Está bien
Martes-miércoles
ENERO 1992
NOCHEVIEJA 1991 AÑO NUEVO 1992
T
odos, a excepción de él y Louis, habían ido a celebrar la última noche del año a casa de Frederic Wathson. Cuando a Jake le dijeron que cenarían allí, descartó la posibilidad de pasar ese día con el resto de sus hermanos. Su única opción fue la de acompañar a Louis en el restaurante, algo que tampoco le hacía especial ilusión, pero que se vio obligado a aceptar con tal de que nadie hiciese demasiadas preguntas por querer pasar aquella noche solo. No iba a ser la primera vez que pasase una Nochevieja sin la única compañía que la suya, pero Zane había amenazado con no acudir a casa de los Wathson a menos que él le prometiera que estaría con Louis.
Así que se pasó la noche deambulando por los alrededores, cenó un plato único en la barra y esperó con impaciencia a que llegaran las doce para que todo acabase y pudiera marcharse al apartamento. Su hermano había planeado salir por ahí toda la noche con sus compañeros de trabajo y otros amigos y, aunque también estaba invitado y pese a las insistencias, finalmente decidió irse a dormir pronto.
Ahora estaba sentado en aquel incómodo sofá de mimbre que hacía la función de cama para él. Se quitó el pantalón vaquero y se puso el de chándal gris que estaba utilizando para pasar la noche. Luego se quitó la camiseta negra de manga larga y se dejó la interior blanca de manga corta a modo de parte superior del pijama, siempre improvisado. Antes de tumbarse pasó por el cuarto de baño y se echó agua por la cara. Observó su serio reflejo sin mucho afán. Después se apartó el cuello de la camiseta a un lado para poder ver el aspecto de sus cicatrices, aquellas que tanto habían cambiado su vida. Resopló, dejando que la manga volviera a su sitio, y pensó en si sería capaz de tener una conversación con Arabia antes de que esta regresase a su nueva vida.
Llevaba tantos días preocupado por lo que iba a decirle y sin poder dormir, que esa noche cayó rendido antes de lo esperado, a pesar de que por las ventanas se filtraba el sonido de la gente que festejaba por las calles la llegada de 1992, lo que significaba que él ya tenía veintiséis años recién cumplidos.
Empezó a sentirse incómodo cuando un sudor frío se apoderó de él. Otra vez esa pesadilla que de vez en cuando seguía atormentándolo. Soñaba con aquella chica del tren que estuvo a punto de hacer que su compinche le robase todas sus pertenencias de no ser por el recuerdo de Emma. Pero cuando soñaba sobre aquel encuentro la chica se convertía en la propia Emma, y él se despertaba jadeando, excitado y a la vez muerto de miedo. Esta vez, cuando se despertó, le pareció que continuaban las caricias de aquella chica por todo su cuerpo. Tardó unos segundos en volver en sí y en adaptar sus ojos a la oscuridad para darse cuenta de que realmente había alguien encima de él, manoseándolo. Hasta ese momento ni siquiera se había dado cuenta del sonido lleno de gemidos en toda la sala, porque se habían entremezclado con su sueño. Había bastante gente esparcida por todo el salón. Unos sobre otros.
Jake se incorporó y apartó de golpe a la chica que se había colocado sobre él, que simplemente se quedó sentada en el sofá riendo a carcajadas. No tardó mucho en descubrir al compañero de piso de Louis con otro tipo, en una postura que hizo que terminara de despertarse definitivamente. ¿Pero qué coño...?
Se levantó y se dirigió dando tumbos hasta la habitación de su hermano, pasando por encima de un par de chicas tiradas en el suelo. Abrió la puerta sin llamar y con la cabeza a punto de estallarle.
—¡Louis! —exclamó.
Al encender la luz vio cómo su hermano guiñaba los ojos y trataba de evitar con una mano que la luz lo cegase. Alguien salió de debajo de las sábanas justo después. Samantha.
—Hay una puta orgía en el salón —añadió señalando al exterior y evitando pensar en lo que acababa de interrumpir.
—Es Año Nuevo, Jake... —respondió su hermano.
Samantha y él se miraron y se besaron. Jake estaba alucinando con todo lo que estaba pasando a su alrededor.
—Louis, ¿estás colocado?
Su hermano se separó de la joven y volvió a mirarlo con los ojos entrecerrados.
—Lo que estoy es un poco ocupado en este momento para hablar contigo...
—Si quieres puedes unirte a nosotros —le sugirió la chica con exagerada picardía.
Louis se rio ante el comentario y Jake lo dio todo por perdido, salió de la habitación y volvió a situarse frente al panorama del salón. Visualizó sus zapatillas y su chaqueta para salir a la calle y alejarse de aquella locura. Las manos de los intrusos le rozaban las piernas mientras pasaba entre ellos intentando no mirar a nadie en concreto. Cuando por fin cerró la puerta tras de sí, el frío le golpeó en la cara con fuerza. Se sentó en las escaleras, se colocó las zapatillas y se abrochó la chaqueta hasta arriba. Miró hacia atrás al percatarse de que algunos de los jadeos de aquella gente se escuchaban en el exterior, a pesar de que la puerta ya estaba cerrada. Negó con la cabeza y luego se levantó, bajó las escaleras y se dispuso a caminar por la urbanización para despejarse.
Al principio le había parecido que su pesadilla se había convertido en algo más siniestro si cabía, pero no, lo que había visto al despertarse había sido completamente real. Y su hermano colocado, lo que le faltaba. ¿Sería una costumbre habitual ese tipo de fiestas en el salón? Louis ya le había advertido que a veces Robert regresaba acompañado de más de una persona, pero hasta ahora era la primera vez que organizaba una fiesta de aquella magnitud estando él presente, y tampoco se había imaginado que se montaría una orgía cuando lo hiciese. Una puta orgía.
Cuando se hizo a la idea de que aquello no terminaría hasta la mañana siguiente, continuó caminando, alejándose cada vez más de la urbanización hasta que se encontró deambulando por el centro de la ciudad. Hacía mucho frío, y el contraste con el calor corporal que había desarrollado tras el sofoco era bastante grande. No paró en ningún momento, en parte para evitar que el frío se apoderara de él, hasta que llegó al Purist Coffee. La cafetería estaba cerrada, pero aun así Jake se asomó hacia el interior y se fijó en el enorme reloj que había detrás de la barra. Marcaba las cinco y media de la mañana. En menos de dos horas estaría amaneciendo.
El haber llegado de forma involuntaria hasta allí le hizo recapacitar. Hacía un mes que había vuelto a la ciudad y seis días desde que había visto a Arabia por última vez. Le parecía una eternidad el tiempo que había pasado desde que ella le había dicho que no iba a hablar con él de nada porque no había nada de qué hablar. Y puede que todo hubiese sido así de no ser por la existencia de aquella niña.
Jazzlyn.
La mayoría pensaba que él no