Pocos minutos antes de que eso sucediese, Jake se había levantado para ir un momento al baño. Ella comprobaba que el pavo estuviese en su punto a través del cristal del horno. Zane se encontraba frente a la nevera con los niños, eligiendo el sabor del zumo que iban a tomar. Louis y Pitt charlaban tranquilamente en la mesa.
Y la puerta se abrió.
—¡Por fin! —dijo Emily incorporándose con los brazos en jarras.
—Siento el retraso —dijo entonces una voz femenina.
Lo siguiente que se escuchó fue un grito de Zane, que con seguridad había llegado a oídos de los vecinos más próximos.
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Arabia sabía que iba a ser una gran sorpresa, en especial para Zane, que llevaba meses pidiéndole que volviera de visita. Había estado concretándolo todo con Derek a escondidas de los demás, y había sido él quien había ido a recogerla al aeropuerto. Las Navidades anteriores las pasó en California, pero después de aquello se prometió a sí misma que nunca más pasaría unas Navidades sin los Becker, le pesase a quien le pesase. Así que allí estaba, unos días antes de que empezase diciembre, delante de la nueva y gran casa de Derek y Emily, aguardando a ser recibida con su pequeña en brazos. El grito de Zane la pilló desprevenida, pero inmediatamente después dejó a la niña en el suelo y fue corriendo hacia su mejor amiga, que también corría. Se abrazaron tan fuerte que Arabia sintió que se ahogarían la una a la otra si no se separaban en breve.
—¡Has venido! —exclamó Zane—. ¡No me lo puedo creer!
—¡Ari! —Emily fue la siguiente que se acercó para recibirla con un cálido abrazo—. Pero mira qué grande está Jazzy —añadió mientras señalaba a su hija, que corría de un lado para otro.
Arabia se dirigió también a Pitt para saludarlo y, cuando por fin se encontró con Louis, este la miraba rascándose la frente y medio sonriendo.
—Esto va a ser muy raro —le dijo.
Justo cuando iba a preguntarle por lo acababa de decir, la puerta del baño se abrió y la persona que salió de allí lo hizo con suma cautela.
Arabia lo miró, incrédula y paralizada.
—¿Jake?
Fue Derek el responsable de aquella pregunta retórica. De repente, todos empezaron a cruzar miradas de lo más desconcertantes. Arabia y Derek observaban a Emily y a Zane, mientras que estas dos se miraban entre ellas.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Derek.
—Yo también me alegro de verte —respondió Jake hablando por primera vez.
Arabia seguía sin saber qué hacer ni qué decir, pero al parecer no era la única. Hasta los niños se habían percatado de la incómoda situación.
—Bueno, Derek —intervino Louis—. Tú has traído a Ari, nosotros hemos traído a Jake.
—Era una sorpresa —añadió Zane, casi en un susurro.
—¡Ari era la sorpresa de esta noche!
Arabia se dio cuenta entonces de lo que tenía que hacer, o de lo contrario sería una velada de lo más extraña teniendo en cuenta la forma en que se miraban los dos hermanos Becker. Se acercó decididamente a Jake, a pesar de que el corazón le latía a mil por hora.
—¡Jake! Me alegro de volver a verte. —Acto seguido le tendió la mano a modo de saludo—. ¿Cómo te ha ido todo este tiempo?
—Zane me dio tu teléfono. Pensaba llamarte.
—No te preocupes. Ahora estoy aquí.
Después se giró hacia el resto de los presentes, que tenían cara de preocupación, y les dedicó la mejor de sus sonrisas. Había pasado mucho tiempo desde que Jake desapareciera de las vidas de todos ellos, especialmente de la de ella. Había pasado tanto que ya ninguno de ellos debía preocuparse por lo que eso había supuesto. Todos tenían una vida nueva, y eran felices. El hecho de que él hubiera regresado no cambiaba nada.
—¿Soy la única que tiene hambre?
Zane se rio y volvió a abrazarla. Entonces todo volvió a la normalidad.
Momentos antes de que se sentaran a la mesa, Jake apareció a su lado.
—¿Podemos hablar un segundo?
—Claro. Dime —le respondió, sin apenas mirarlo, haciendo como que simplemente observaba que Jazzlyn no hiciese ninguna trastada.
—A solas.
Jake le hizo un gesto con la cabeza para señalar la puerta.
—Ah, entiendo. Pero no.
—¿No?
—No, Jake. No voy a hablar a solas contigo ahora mismo.
—¿Por qué no?
—Pues porque es Acción de Gracias, porque hace cuatro meses que no vengo, porque tengo muchas cosas de las que hablar con la gente a la que quiero... Por eso.
Momentos después, mientras cenaban, Arabia se dio cuenta de la tensión que se respiraba entre Derek y Jake. Más bien, la que había visto irradiar a Derek, porque a Jake apenas le había vuelto a mirar a la cara. Se lo debía a sí misma, así que iba a contenerse todo lo posible.
Estaban sentados de forma que Derek presidía uno de los lados de la mesa y Louis, el otro. La parte lateral opuesta a la de ella la ocupaban Jack, Danielle, Jake y Pitt; mientras que a su izquierda tenía a Zane y a Emily. La silla de Jazzlyn estaba situada entre ella y Louis.
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Cuando se sentaron a la mesa, Jake no pudo evitar sentirse desplazado. Zane y Arabia no dejaban de hablar, y Emily y Derek las acompañaban a la vez que controlaban que los niños cenasen. Miró a Pitt, al que creía igual de descolocado que él, pero pronto Louis y él comenzaron una conversación sobre béisbol en la que él no tenía nada que aportar. Era un completo extraño ahora. Derek ni siquiera se había alegrado de verlo. Indiferencia fue lo único que recibió por su parte.
—Mañana comeremos en casa de mi padre —escuchó decir a Emily.
Frederic Wathson. Claro.
En algún momento tendría que enfrentarse a Frederic, aunque no preveía que ese encuentro sucediese a corto plazo. Dejó de prestar atención a todo lo demás al pensar en ello. No tenía ni idea de cómo reaccionaría cuando se encontrasen el uno frente al otro.
—Bueno, ¿y qué vas a hacer? ¿Dónde te vas a quedar?
Estaba tan evadido pensando en la reacción de Frederic que no se dio cuenta de que la pregunta era para él.
—Jake, te estoy hablando.
Al levantar la cabeza vio a Derek mirándolo y esperando una respuesta.
—Perdona, ¿qué?
—Te pregunto que qué vas a hacer, que dónde te vas a quedar. ¿Tu visita sorpresa es temporal o...?
—Voy a quedarme en casa.