Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424586
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a todos los católicos, y no solo a los indios, y había una iglesia restaurada totalmente por los capuchinos.

MisiónBautismoCasadosObservación
Imperial291Importante. 400 fieles indígenas. Escuela con 23. Incendio. Misioneros: Constancio y Luis de Camerino
Toltén110191600 indios y 800 chilenos. Misioneros Pedro de Regio y Juan de Bardino. Problemas con el alcohol.La escuela para mujeres no se ha concretado: muerte del prefecto. Escuela: 8.
Queule10?9Población 900. La proximidad de indios fieles y de infieles produce matrimonios mixtos… “tengo la satisfacción de anunciar que dos de esos matrimonios han sido celebrados en iglesia”Misioneros: Samuel de Treto y Daniel de Sarchio.
San José907Templo deplorable. Población de 4000 entre chilenos e indios. Misionero: Octaviano de Niza.Escuela: 44 (El cacique no envía niños porque no recibe sueldo)
Pilchuquen24 y 2 adultos6Perfecta regularidad. Población 1700. Misionero: Gaudencio de Nerasca. No hay escuela porque a distancia de dos leguas está la de Chihuas.
Quinchilca9 adultos, 60 niños8Parecida a Queuli. Población 1700. No hay escuela. Proximidad de indios infieles de Guanquehue al noreste, y de los Petrohué y de Riñinahue al sur es la causa de los matrimonios mixtos. Misionero: Constantino de Voire.
Daglipulli80 niños11Iglesia construida. Misionero Marcos de Montua
Río Bueno104 niños22Misionero P. Agustín de Bolonia. La escuela es del Gobierno.
Promagh131 niños22Misionero: Urbano de Bolonia,
Pilmaiquén o Villa San Pablo14829Población 1600 chilenos e indios. Todo marcha con regularidad. Misionero Pablo de Bolonia
Quilacahuin14737Misionero Gabriel de Pesaro. Población 2000 indígenas.
S. Juan de la Costa7912Población 2000. Misionero Francisco de Lassari. Escuela 31 niños.
Rahue341 niños42Cuatro años de existencia. Tiene casa e iglesia. Las compras de terrenos han sido con recursos privados. Misionero Francisco de Cesena. Población 4500. Requiere escuela.
Valdivia983Población de 600 indios. Misioneros: Floreciano de Plaid y Miguel Ángel de Udine.
TOTALES1374176Clases a 199 niños

      De todo lo anterior se puede afirmar que el desarrollo misional ad gentes fue el resultado concreto de una política pública constante y regulada por un marco legal elaborado en 1847. Aunque la existencia de tal política sobre las misiones se percibe desde los años iniciales de la república, ella comenzó a consolidarse hacia fines del decenio de 1840, con la llegada de los frailes capuchinos.

      En el marco legal de 1847 el Estado estableció la responsabilidad educativa formal de las misiones. En virtud de ella en cada misión debía fundarse y desarrollarse una escuela fiscal, asociada al centro misional. En ella se ofreció la enseñanza primaria y, a medida que se consolidaba la estructura física, se entregaba formación práctica o técnica. Por otra parte, la formación de las niñas fue una prioridad constante en la tarea educacional y se intentó dejarla en manos de religiosas.

      Desde 1847 el territorio misional fue entregado y distribuido a dos gobiernos eclesiásticos: los franciscanos, con los colegios de Chillán y Castro, y los capuchinos, con asiento en Valdivia en sus comienzos y después, desde 1852, con la casa provincial en Santiago.

      MISIÓN POPULAR: URBANA Y RURAL

      Los obispos percibieron con claridad el precario estado de las congregaciones antiguas, como se deduce de los informes diocesanos de visitas ad limina: conventos sin religiosos y un elevado número de regulares secularizados. Incluso expresaron su molestia con el estado de vida de muchos sacerdotes secularizados, pues no tenían responsabilidades pastorales y ejercían libremente el ministerio.

      En el primer informe de visita ad limina del arzobispo Valdivieso, de 1859, después de analizar el estado espiritual de las parroquias, que exhibían territorios extensos, falta se clero secular y escasos recursos materiales y económicos, dio cuenta de las medidas que había estimado conveniente aplicar:

      Para remediar en algo la falta de auxilios espirituales en las parroquias hago que anualmente den misiones en ellas por partidas de misioneros formadas cada una de dos o tres sacerdotes, los cuales recorren todos los lugares que alcanzan durante la estación oportuna. Estas expediciones misioneras dependen del Ordinario diocesano; como las corporaciones religiosas que hay en Chile no son de esta condición, por esto he dicho que es necesario introducir una nueva que se preste al objeto indicado.

      Más adelante sugirió una posibilidad de mejoramiento pastoral, y expuso el método misional del caso:

      Mientras que no varían las circunstancias y se hace posible la subdivisión de parroquias, me ha parecido que se proveería las necesidades de los fieles estableciendo una congregación que tuviera por único objeto proporcionar misioneros para las parroquias rurales.[…] seis meses en casa preparándose, seis meses recorriendo todas las parroquias, el párroco debiera coordinar todo; las labores son catequesis, administrar sacramentos, preparar para confesión y primera comunión, asistir enfermos, asistir matrimonios.

      Desde las primeras relaciones diocesanas, a partir de 1859, se advierte el propósito de los obispos de solucionar esos problemas y de encontrar en Europa congregaciones que desearan instalarse en sus diócesis.

      En esta perspectiva cabe subrayar la importante labor cumplida por dos congregaciones, los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, conocidos popularmente como claretianos, y los Misioneros del Santísimo Redentor, o redentoristas, que llegaron al país en el decenio de 1870. La importancia de estas dos congregaciones (otras, como los salesianos, el Verbo Divino o los lazaristas, estuvieron orientadas a obras pastorales diferentes), radicó en su vinculación con el aspecto misionero. Estas comunidades religiosas se instalaron en las diócesis y pusieron en marcha un plan misionero popular, ciñéndose al mismo espíritu europeo. El modelo era muy simple: los párrocos, junto a los misioneros, planificaban anualmente la misión anual, y las diócesis eran recorridas en todos sus rincones por estos religiosos, quienes se instalaban durante 10 a 15 días en las parroquias urbanas o rurales. La misión se orientaba principalmente a reformar las costumbres religiosas, a administrar los sacramentos, a celebrar con solemnidad el culto divino, a catequizar a los niños y a celebrar primeras comuniones.

      La actividad sinodal fue escasa en el periodo hispánico debido al carácter misionero de las diócesis del continente. El III Concilio Provincial celebrado en Lima entre 1582 y 1583 estableció todas las orientaciones necesarias en las más diversas materias para el desarrollo de las iglesias, las que prácticamente perduraron durante todo ese periodo. Los sínodos diocesanos, por tanto, solo debieron adecuar y precisar las orientaciones del concilio provincial en cada una de las diócesis. De los seis sínodos realizados en Santiago durante la monarquía, dos de ellos, los de 1688 y 1763, tienen una importancia jurídico-eclesiástica que refleja tanto el estado de la iglesia diocesana como la madurez de su desarrollo.

      El siglo