El equilibrio del ser. César Tejada Atahualpa. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: César Tejada Atahualpa
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788740418545
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autodestructivas. Una predisposición mental con una frecuente connotación dañina es causal de enfermedades. ¿Has podido observar a aquellas personas que piensan que su vida es un permanente sacrificio y martirio, en su mayoría, años después terminan enfermos? Es debido a que, en esta frecuente de insensata autosugestión, las partículas que conforman su organismo entran en desorden y caos, lo cual genera dichos padecimientos.

      La medicina milenaria China, con siglos de aprendizaje y sabiduría, reconoce este efecto. Debido a ello en la antigüedad se sostenía que para sanar a una persona antes de curar el cuerpo había que curar el alma. Hoy la medicina convencional de a poco comienza a dar por válidos estos fundamentos. Por citar un ejemplo, puedes corroborar de distintas fuentes que las gastritis o úlceras son provocados por stress, y ¿qué es el stress?, son pensamientos de presión o exigencias que colocas (o colocan) sobre tu persona de manera sistemática que a la postre alteran tu tranquilidad y estabilidad. Gracias a Abraham Maslow, psicólogo y uno de los fundadores y principales exponentes de la psicología humanista, la psicología descubrió que la buena salud también está expuesta a “síntomas”: El optimismo, la alegría y la sensación de ser feliz.

       “Son llamadas enfermedades psicosomáticas, porque no hay un agente etiológico específico que sea el único responsable de la enfermedad. En la génesis de estas enfermedades los factores emocionales juegan un papel importante. Pero en un sentido general todas las enfermedades son psicosomáticas, porque la actitud y los sentimientos de una persona influyen tanto en su aparición como en su curso. Por ejemplo, incluso en una dolencia como la tuberculosis, en la que se conoce el agente etiológico, Holmes descubrió que «quienes desarrollaron la enfermedad habían pasado por un número significativamente elevado de cambios vitales en los dos años previos a la aparición de la tuberculosis»”.

      Alexander Lowen, médico y psicoterapeuta, La voz del cuerpo.

      En coherencia a todo lo manifestado hasta ahora aplicado en nuestra vida cotidiana, podremos entender que ver “noticias” de suicidios, asesinatos, accidentes, chismes, etc., al despertar no es la mejor opción. Nuestro día se torna o contamina con un aura de pesimismo, aburrimiento, desgano y posible apatía. Incluso nuestro desayuno (o almuerzo, de acuerdo a la hora que te expongas a ellas), no se digiere con la misma calidad. O consideras que, ¿después de ver estas noticias, podríamos sentirnos vitales y llenos de energía? Sinceramente considero que no, porque al exponernos a ellas nos infestamos de negativismo. Durante ese lapso de tiempo, nuestro organismo se uniformiza a esa vibración caótica. El efecto es casi inmediato, generándonos intolerancia o alternación (esto es notoriamente visible en el sentir general de las personas en las calles). Por esa razón es preferible evitar las malas noticias que nos venden los periódicos, noticieros, etc. En caso de que nos encontremos en ese estado (de alteración) podemos transmutarlo cambiando a un entorno que nos genere una buena energía, como reír, jugar, recibir una buena noticia, leer, o cualquier otro. Es considerablemente más beneficioso escuchar los casos de éxito, triunfos o alegrías, porque ellos nos llenan de esperanza y positivismo. Esto no implica estar de espaldas a la realidad, sino que esto conlleva a cuidar de nosotros mismos en primer lugar. Podemos estar enterados de lo que acontece en nuestra sociedad, pero no necesitamos llegar al morbo.

      Es de gran utilidad comprender que seleccionar mejor los pensamientos, actividades, noticias, o incluso las personas de quienes nos rodeamos, tendrán un efecto benéfico en nuestra vibración. Notaremos cómo de manera gradual nuestra forma de afrontar la vida sutilmente cambia a una perspectiva más armoniosa, feliz y tranquila. Ello no implica que nuestras dificultades o problemas se solucionarán, sino que gozaremos de una mejor predisposición (y posiblemente una mejor salud) para resolverlos.

      En base a este conocimiento, somos más proclives a entender el trasfondo de estas acciones o situaciones:

       Sin importar el credo o religión que sigas, cuando se procede a orar o meditar, en estas acciones al encontrarse en un campo de vibración alta, las personas hallan momentáneamente paz y tranquilidad.

       En el mar o en el bosque encuentras calma y te relajas.

       Los nativos honran a la tierra, a la montaña, al río, etc.

       Agradecemos al universo/vida/entidad por cada privilegio que tenemos, como comer, caminar, estar con los nuestros, etc.

       Cantamos, bailamos, hacemos el amor, contactamos a la naturaleza.

       Nos distanciamos de personas discordantes al amor y paz, aun si él o ella fuese un familiar; tu salud te lo agradecerá

      Cada persona es un individuo propio, pero no vive solo, el humano es innatamente social desde sus inicios. Dado esta socialización compartimos lugares geográficos, historias, costumbres, etc.

      A lo largo de estas experiencias vamos creando sentimientos colectivos más profundos, como el orgullo por nuestra historia o cultura, o satisfacción por los logros alcanzados por nuestro país. Estos sentimientos pueden ser benéficos, porque nos dan una identidad, una base personal y un sentido de pertenencia a un lugar geográfico (concepto de gran importancia para el humano según la psicología).

      No obstante, esta identidad u orgullo patriótico no pueden implicar la generación de sentimientos divisorios frente a quienes no comparten estas características con uno. Discriminar a nuestro prójimo por ser de otra nacionalidad, tener otros gustos, costumbres, distintos rasgos físicos, u otro es ser un agente generador de desunión y rencores, actitudes que perjudican no a quien se intenta ofender, sino al ofensor, por lo explicado en el subcapítulo anterior.

       Para reflexionar:

       La discriminación lleva implícitamente en su propio accionar la evidencia de una baja autoestima para quien la realiza. Querer aparentar una superioridad o una alta autoestima, únicamente representa la frágil confianza que tiene esa persona en sí misma, ya que, dentro de su esquema mental, al asumir que existen personas “superiores” a otras, será reconocer que por obvias razones “yo no puedo ser siempre el más destacado en todos los aspectos, por lo que también merezco ser discriminado por alguien más”. He allí que una alta autoestima se puede considerar verdaderamente una baja autoestima encubierta. Solo una autoestima equilibrada es la correcta.

      Del mismo modo a la discriminación, en ocasiones en nuestras sociedades existen sentimientos comunes dañinos como un dolor compartido, un resentimiento, un desinterés, etc. Estos pueden haberse suscitado por hechos históricos, por tener una población poco comprometida, por malas decisiones de grupos de poder, entre otros. Es aquí donde deberíamos prestar mayor atención y preocupación, ya que esto puede afectar de manera contundente la calidad de vida de millones de personas.

      ¿Te parecen conocidos los siguientes casos?

       Población de países hermanos que a la fecha se odian unos a otros, por asuntos históricos pasados, ya solucionados. Ejemplos en Latinoamérica hay muchos.

       Individuos que, sin el mínimo sentido del beneficio grupal, ponen su interés encima de su entorno y prójimos. (Somos parte del problema desde el momento en el que somos la persona que ensucia la ciudad sin ningún remordimiento, un auto que no cede el paso, un joven que no prioriza la atención hacia una persona de la tercera edad o discapacitada, etc.)

       Etnias o grupos minoritarios excluidos, rechazados, discriminados, etc.

       Poco interés por los recursos naturales o el medio ambiente.

      Todas estas acciones afectan negativamente a la sociedad y sus individuos generando altos niveles de insatisfacción, stress, ira, entre otros. Por citar un ejemplo, mis compatriotas son reconocidos en el exterior como personas fraternales y afectuosas, sin embargo, es sorprendente cómo al momento de conducir parece que cambiáramos completamente de comportamiento. Manejar en mi ciudad es complicado, existe poco respeto y tolerancia. Esto es un simple prototipo sobre cómo las energías sociales se encuentran presentes