Pequeño circo. Nando Cruz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Nando Cruz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418282126
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que siempre la vivió así.

      MATTIN: Las últimas veces que lo vi parecía que estaba mejor. Por eso nos sorprendió. No sabías realmente si lo estaba pasando mal o si la mente le estaba jugando malas pasadas. Estoy intentando ser delicado y a la vez expresarme con claridad. Pero es difícil.

      UNAI FRESNEDO: La noche anterior yo había montado el concierto de Patti Smith en Madrid. Al despertar tenía un mensaje del técnico de sonido del Antzokia: «Josetxo Anitua hil da».

      TERESA ITURRIOZ: Estaba en el trabajo y me llamó Ibon por teléfono. Me quedé en estado de shock. Era un 23 de abril, hacia las once de la mañana.

      FERNANDO GEGÚNDEZ: Me llamó Gotzon del Antzokia: «Josetxo… que ha fallecido». En ese momento no me dijo la causa. Yo estaba conduciendo. Tenía que ir a algún lado, pero lo suspendí todo y me fui al Antzokia a averiguar más. Yo iba ya con la mosca… Recordé que días antes no apareció en conciertos en los que debía haber estado. Y tres días antes me había llamado. Llamó a mucha otra gente. Y lo normal es llamar por algo. A Josetxo no le pegaba nada llamar para charlar. Charlamos, pero aquello para mí fue una despedida.

      IBON ERRAZKIN: Eso nos ha pasado a todos. Hemos repasado cosas y… Un mes antes estuvo en Madrid y nos trajo maquetas de Cancer Moon, conciertos grabados en directo… No sabemos si ya había tomado una decisión y nos los trajo para que los custodiáramos. No sé… No quiero especular.

      TERESA ITURRIOZ: Vino a Madrid a visitarnos a Ibon y a mí, a estar con nosotros. Vino a despedirse, pero yo no lo sabía. Así lo interpreté después.

      IBON ERRAZKIN: Lo de Josetxo nos dejó hundidos. Hablamos con él hasta dos días antes. Josetxo tenía sus espinas clavadas. Pero mucho no hablaba. Sabíamos que estaba mal, pero eso no nos lo esperábamos.

      ROBER!: Tengo un amigo, Ferdi, que también es amigo de Zamarripa. Josetxo era el padrino de su hijo. Un día antes, Josetxo le dejó en una tienda una Telecaster blanca para que se la quedase.

      Cuando pasa algo así con alguien tan cercano siempre piensas que pudiste haber hecho algo. Yo tenía una llamada perdida suya del sábado. El mensaje decía, «llámame». ¿Y si le llego a llamar? El «y si», «y si», «y si» te obsesiona. Y más cuando ha sido algo tan brusco. Porque fue brutal lo que hizo. Hay muchas maneras de quitarse de en medio, pero… Ese rollo intenso y excesivo sí lo tenía. Hay que tener cojones.

      FERNANDO GEGÚNDEZ: Cuando me dijeron el método que usó, me empecé a acordar que siempre había estado enamorado de ese puente. Siempre hablaba de ese puente. Le encantaba. A raíz de la construcción del Guggenheim, le habían puesto unos arcos rojos, y a él le moló esa remodelación. Era una obsesión suya aquel puente. No vivía lejos.

      ROBER!: El entierro fue… El cura, bien, pero cuando salió su hermana a hablar, todos nos vinimos abajo. El organista tocó «Yesterday». Josetxo era fan de los Beatles. No sé si fue deseo suyo, pero es de esas canciones de las que ya estás hasta los huevos y en esas circunstancias te llega a afectar. Y todos llorando…

      UNAI FRESNEDO: Hablando luego con gente en el funeral, nadie se lo esperaba. Rober!, que tenía más relación con él, me decía, «¡si habíamos quedado para ensayar la semana que viene», «¡si había comprado la entrada para ir a ver a Nick Cave hoy!»… Nick Cave tocó en Donosti el día de su funeral. No sé qué hostias le pasó por la cabeza, pero… Se fue a dar un paseo, empezó a andar y, cuando llegó al Puente de la Salve, se tiró. Hay una altura como de ocho pisos. Es un puente que cruza la ría, pero se tiró desde una parte que pasa por encima de la carretera. Y cayó al paseo.

      ROBER!: Recuerdo estar con mi mujer y con él en su casa, ver el puente desde el que se tiró y hablar del puente. Le habían puesto una iluminación un poco hortera y… No fue mucho antes… Es una chorrada. Te vuelves loco pensando estas cosas. Durante dos años, me acordé de él todos los días. Hasta que al final dices, «no puedo pensar más en esto».

      FERNANDO GEGÚNDEZ: Jon está fatal. Si te acercas a menos de medio metro, flipas de cómo huele. Padece una esquizofrenia muy marcada. Pasa periodos de tratamiento, otros sin… Vive con la tía monja. Todo su problema empezó a raíz de la muerte de la madre. Para él fue la hostia aquello, un cisma. Es un echado a perder.

      TERESA ITURRIOZ: Todavía me duele mucho. Monólogo interior60 era un disco para Josetxo. «Fotos» habla de él. Se me hacía un nudo en la garganta al cantarla. Josetxo hacía surf en su juventud y «La ola» también habla de él. No es que construyéramos el disco pensando en Josetxo, pero el disco se fue poniendo triste por lo que había pasado, y quisimos dedicárselo entero.

      ALBACETE

      CON FERNANDO ALFARO Y JOAQUÍN PASCUAL (SURFIN’ BICHOS), ALEJO ALBERDI (DERRIBOS ARIAS), JAIME GONZALO (RUTA 66), IÑIGO PASTOR (MUNSTER), SERVANDO CARBALLAR (LA FÁBRICA MAGNÉTICA), DAVID LÓPEZ (RCA / LIMBO STARR), JESÚS ORDOVÁS (RADIO 3), SANTI CARRILLO Y JUAN CERVERA (ROCKDELUX) Y FLORENT (LOS PLANETAS).

      Aislados geográficamente del circuito musical español de los años 80, Sur-fin’ Bichos sacaron adelante uno de los cancioneros más turbadores y vis-cerales de su generación. Fueron los primeros en fichar por una multina-cional, pero se separaron cuando la escena indie empezaba a cobrar forma. La suya fue una apasionada y fulminante trayectoria cuyo culto tardío provocó, también, la primera gira de regreso del indie español.

      Surfin’ Bichos en 1990. De pie, Fernando Alfaro y Carlos Cuevas. Sentados, Joaquín Pascual y José Mari Ponce con Ángela, la hija de Pascual, en su regazo. (Foto de Santiago Vico. Cedida por Fernando Alfaro.)

      EL CULO DEL MUNDO DENTRO DEL CULO DEL MUNDO

      FERNANDO ALFARO: Nací en 1963 en Albacete. Somos once hermanos. Yo era el tercero. Cuando era adolescente tenía ocho hermanos más pequeños en casa jugando y haciendo locuras. Salía a la calle para relajarme.

      Mi padre era abogado y administraba una finca medianilla en Alcadozo. Mi madre empezó Derecho, pero cuando empezaron a tener hijos, lo dejó. Con la crisis de los 70, mi padre fue vendiendo la finca que en su día había heredado. Vendió la mitad de las tierras, que de por sí no eran muy productivas. Si haces una inversión muy fuerte en regadío, puede ser productivo, pero allí el cultivo habitual es el cereal, y eso no da dinero.

      Alcadozo era como el culo del mundo dentro del culo del mundo, un sitio perdido en una provincia ya de por sí perdida como es Albacete. Teníamos una gran casa familiar en el pueblo donde pasé los veranos de mi niñez. En el pueblo nos decían «señoritos». Porque lo éramos; potencialmente. Todo el entorno familiar, mis primos y tíos, tenía mucha más pasta. Mi padre nunca tuvo una situación boyante.

      Un día iba en bici y, pum, me dieron una pedrada. Eché a correr tras el chaval y me lié a hostias. El chaval era enorme y me dio bien. Me hice amigo suyo y luego de su hermano. Entre ellos rivalizaban por ver quién era más amigo mío y cuando se peleaban se liaban a pedradas.

      Nuestra vida era así. Éramos como una banda. ¡Una banda armada! De la mitad del pueblo hacia abajo eran una banda y de la plaza hacia arriba éramos otra. Había lucha urbana con grapas. Las fabricábamos con alambre de empacar la paja. Las cortábamos con una piedra, las doblábamos y nos las tirábamos con tirachinas que fabricábamos con la madera de los almendros. ¡Se clavaban en las piernas! Esas guerras las hacíamos en los campos adyacentes porque si te veían en el pueblo salía una mujer y te daba de hostias.

      En Alcadozo estaba también la gasolinera en la que trabajé los años de Surfin’ Bichos y Chucho. La gasolinera también era de mis padres.

      JOAQUÍN PASCUAL: Nací en 1964 en Ayora, un pueblo de la provincia de Valencia. En la familia de mi padre