Disfrutando de la presencia perpetua de Jesús.–Los que están relacionados con la causa del Señor debieran desempeñar sus responsabilidades en el temor y el amor de Dios, mirando constantemente a Jesús y haciendo todo el tiempo su obra con el único fin de tributarle gloria; y preguntando a cada paso: “¿Es éste el método del Señor?” Entonces su devoción aumentará poco a poco y crecerán constantemente en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo... Contemplando a Cristo somos transformados (Manuscrito 24, 1891).
Los obreros deben estudiar el Libro de los libros.–Necesitan en gran medida una experiencia práctica en la vida cristiana. Tienen que capacitar la mente para la obra de Dios. El carácter de vuestra experiencia religiosa se manifiesta mayormente por medio del carácter de los libros que eligen para leer en sus momentos de ocio. La Biblia es el Libro de los libros, y, si aman las Escrituras, deben leerlas cuando tienen oportunidad para apoderarse de los ricos tesoros de la Palabra de Dios y abundar en buenas obras; entonces tendrán la seguridad de que Jesús los está atrayendo hacia sí mismo. Pero leer las Escrituras en una forma casual, sin tratar de comprender las lecciones de Cristo para satisfacer sus requerimientos, no es suficiente. Hay ricos tesoros en la Palabra de Dios que pueden descubrirse sólo cavando profundamente en la mina de la verdad. Las Escrituras han sido dadas para nuestro beneficio con el fin de que dispongamos de instrucciones en la justicia. Preciosos rayos de luz han sido oscurecidos por las nubes del error, pero Cristo está listo para dispersar la niebla del error y la superstición, y para revelarnos el resplandor de la gloria del Padre, de modo que podamos decir como sus discípulos: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, cuando nos hablaba en el camino?” [Luc. 24:32]...
La Biblia es como el jardín de Dios para los que aman a Cristo, cuyas promesas son tan agradables para el corazón como la fragancia de las flores lo son para los sentidos. Tomen, entonces, sus Biblias, y con renovado interés comiencen a estudiar los registros sagrados del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamentos. Trabajen el campo de la verdad preciosa, hasta que obtengan una comprensión más profunda de la misericordia y el amor de Dios, quien dio a su Hijo unigénito al mundo para que por medio de él pudiéramos tener vida (Carta 31, 1891; SpTWWPP 32-34).
Poniendo la influencia del lado de la verdad.–Habrá períodos de severas pruebas para los que se relacionan con nuestras instituciones; pero si conocen la fuente de su fortaleza, no tienen necesidad de ser derrotados. Cualquier influencia que Dios les haya dado, él requiere que la pongan del lado de la verdad, de la santidad. Al lograr que hombres, mujeres y niños sean mejores por haber dirigido su atención hacia la cruz del Calvario, están haciendo la obra que él les ha encomendado. Los auténticos cristianos bíblicos tendrán una influencia que dirigirá las mentes de otros. Ustedes, como cristianos, tienen una gran responsabilidad que nadie más puede llevar a cabo por ustedes (Carta 74, 1896; SpTMWI 21).
Andar en la luz de Dios.–El Señor ha dado gran luz a los que trabajan en la casa editora de Oakland, y algunos que por un tiempo anduvieron en la luz, después dejaron de hacerlo, porque no mantuvieron el corazón sometido a Dios, y el resultado fue que las tinieblas cayeron sobre ellos. Perdieron su sentido de lo que es el pecado, e hicieron las cosas que el Señor había mostrado claramente que no debían hacer. Dios no fuerza la voluntad de nadie. Todos están libres de elegir a quién servirán. Pueden escuchar las sugerencias de Satanás y llegar a ver las cosas como él las ve, y razonar del mismo modo; pero entonces el resultado será que manifestarán la misma actitud de porfiada resistencia contra la luz que Satanás manifestó en las cortes celestiales. Los que rechazan la luz que Dios les envía andarán alumbrados por las chispas de su propia lumbre, hasta que finalmente yacerán en aflicción...
El Espíritu del Señor me ha instado a que haga sonar la alarma, para que estas personas llenas de mundanidad despierten y comprendan el peligro en que se encuentran a causa del camino de apostasía que han elegido. Por amor a Cristo, que todos los que profesan ser cristianos se aparten de toda iniquidad y falta de honradez. Por amor a Cristo, por amor a ustedes mismos, los insto a reformarse. Consideren seriamente sus privilegios y responsabilidades. Que no se encuentren entre ustedes ambiciones terrenas de cargos o posiciones o por obtener dinero. Este espíritu prevalece en gran medida, y la religión de Cristo se rebaja a un nivel inferior y común. Hay gran necesidad de que el poder de Dios que produce conversión se sienta en toda la institución, para que todos comprendan que las palabras de Cristo deben cumplirse en la vida y el carácter. Jesús está cada día en la casa editora tomando nota de cada obrero en todos los departamentos y especialidades de trabajo. La voz de Dios habla a todos los empleados de esta institución y los exhorta y los reprocha mediante su Palabra y los testimonios de su Espíritu. Pero estas advertencias primero se descuidan, luego se desprecian y finalmente se las resiste y vilipendia porfiadamente (SpTPW 158, 159).
Fuego extraño mezclado con lo sagrado.–Presenté las responsabilidades sagradas relacionadas con la casa editora [a los asistentes a un concilio ministerial en la Iglesia del Tabernáculo de Battle Creek], y les dije que los que aceptan esas responsabilidades debieran ser hombres de fe, piadosos y de profunda experiencia. Los chistes y las bromas no debieran tolerarse en la editorial, y tampoco debiera manifestarse aspereza ni desprecio hacia esos empleados o hacia los que buscan consejo.
Algunos no disciernen el carácter sagrado de la obra, debido a lo cual introducirán principios incorrectos. Trabajarán para asegurarse un salario y luego pensarán que han cumplido su deber. Tendrán un espíritu egoísta y codicioso que inducirá a robar a Dios. Se mezclará fuego extraño con el fuego sagrado. Otros se contagiarán con este espíritu, porque la plaga del egoísmo es tan contagiosa como la lepra (Manuscrito 19, 1891).
Satanás fomenta la adopción de principios