Ros. ¿Tanto mal te causa mi nombre?
Lis. Tanto, señora mia, que si el elocuente Tulio, ó el facundo Platon, ó el decidor Demóstenes, con su limado y sublime estilo explicarlo quisieran, halláranse mudos y embarazados para decir mi pena como yo sé sentirla. Por tanto te suplico, pues en todo sin proporcion ni comparacion te aventajas, así en alta y serenísima sangre, como en resplandecientes virtudes, que uses de misericordia con este tu cautivo que más que á sí te ama, que no es de nobleza satisfacer con ingratitud.
Ros. Véte de ahí, loco, no muevas mi saña á más ira con tus atrevidas y torpes razones.
Lis. Perdona mi loco atrevimiento y mi atrevida osadía, que el dolor del corazon quita el concierto de la lengua. Amor es que me venció y la extraña pasion me ha hecho atrevido, no te muestres tan brava á tan manso cordero, que como vela de cera se gasta en tu servicio, y tú en pago le das sólo que muera.
Sir. Señor, ¿con quién departes? Roselia es ida.
Lis. Consuelo es á los penados contar sus fatigas.
Get. ¿Notaste, Siro, las retólicas de nuestro amo?
Sir. ¿Y cómo? dos semejanzas tengo en la memoria harto subidas, de que conté aprovecharme en una carta de amores que he de inviar á Trassilla, aquella moza salada de doña Estephanía.
Get. ¿Entendístelas?
Sir. Bien.
Get. Dime lo del laurel, que el apodo de la encina claro está que amparan los fatigados animales, esto es, los hambrientos puercos engordándolos con bellota, que ansí su señora le engordaria con su gracia.
Sir. Por San Pelayo, que lo declaraste bien, que áun yo no lo entendia.
Get. Tambien entendiera lo del laurel, sino que no estuve atento, porque en esto dióme Dios gracia especial, que mi madre me dixo que nací en signo de letras.
Sir. Del laurel dijo que no se coge sino hartura de esperanza.
Get. No dirá sino de panza.
Sir. Creo que sí.
Get. Mira cómo caí en la cuenta, ¿entiéndeslo?
Sir. Poco.
Get. Este dicho conforma con el precedente, porque Panza es un sancto que celebran los estudiantes en la fiesta de Santantruejo, que le llaman sancto de hartura, y así Lisandro, loando á su señora, la llama hartura de panza, y que no sea laurel que no da fructo.
Sir. ¿Dónde aprendiste tanto?
Get. En el general de Phesica, cuando llevaba el libro á un popilo, oí al bedel de las escuelas echar la fiesta de Panza; y como dicen por el hilo se saca el ovillo, de aquella palabra panza saqué la sentencia de nuestro amo, como el caballo bayo, que yo tengo cargo de pensar, en mis patadas siente que le voy á echar cebada y relincha ántes que me vea con el harnero.
Lis. Mozos, cerrad las puertas de la calle, no me éntre acá nadie, á cuantos vinieren me negad.
Sir. Hacerse há, señor.
¶ ARGUMENTO DE LA TERCERA CENA
DEL PRIMER ACTO.
Despues que Lisandro se ve solo en su retraimiento, al són de su vihuela canta canciones de gran sentimiento en que manifiesta su pena. Estánle un poco escuchando sus dos escuderos Oligides y Eubulo discantando sobre las palabras que le oyen decir; siéntelos Lisandro y manda que entren. Da gran priesa á Oligides á que busque remedio para su mal, el cual todo dice Oligides estar en manos de la nueva Celestina, Elicia, sobrina de la Barbuda, cuyo saber en arte de alcahuetería mucho encarece. Vanla á llamar Eubulo y Oligides, y en el camino declaran toda la vida y orígen de ésta, y por muchas razones concluyen en que va sin ningun color de verdad la fábula que de la resurreccion de la vieja Celestina anda.
OLIGIDES. — EUBULO. — LISANDRO.
Olig. Bien será que entremos, no se mate este loco, que sólo en la cuadra se encerró acompañado de tiniebla.
Eub. Déxale, que la obscuridad y disiertos consolacion es para los tristes enamorados.
Olig. Su voz oyo, escucha, que trovando está.
Lis.
¶ ¡Oh vana esperanza mia!
Conviene que desesperes,
Pues tu desventura guia
La contra de lo que quieres.
Eub. Bien dice, que donde falta ventura poco aprovecha esforzarse.
Lis.
¶ Cubre tu verde color
Con luto de triste duelo,
Y no esperes ya consuelo
Que consuele tu dolor.
Olig. ¡Qué intolerable trabajo consigo traen estos caballeros de Cupido, que ningun humano consuelo basta á consolar sus vidas apasionadas!
Lis.
¶ Y pues crecen cada dia
Estos males con que mueres,
Desventura es la que guia
La contra de lo que quieres.
Olig. Dulcemente toca la vihuela; por Dios, llorar me hace.
Eub. Los romances y cantos de amores son para él tizones que refocilan el su fuego y enconan más la llaga.
Olig. Yo habia oido decir que las lágrimas y sospiros mucho desenconan el corazon dolorido.
Eub. En otras pasiones sí, pero no en caso de amores; pregúntalo á Petrarca en los diálogos, él te responderá lo que yo digo y Horacio tambien lo mesmo.
Lis. ¿Quién está ahí afuera?
Olig. Señor, nosotros.
Lis. Entrad acá; ¿no veis que cuanto más de tormento huyo, tanto más se me acerca la muerte en pensar la dura respuesta que hube de aquel jardin encerrado, de aquella flor de hermosura, de aquella cara de ángel y corazon de tigre? En esto veo que el vivir es ofensa de mi razon pues deseaba ser querido donde no hallo sino desden. ¿Qué haré, que ya la desesperacion y disfavor, á una, de refresco, comienzan á renovar y avivar nuevos dolores y sentimientos? ya reverdecen mis males en pasiones, como la salamandria en el fuego, me crio para fenecer, como el cisne, en canciones doloridas; ya espiró mi remedio, desahuciado soy; crecido há mi pecho fasta el tristísimo Oresmon con ronquidos mortales. Mis penas son semejantes á las de los dañados, que siempre arden y jamas se acaban de consumir; no fué tan lastimera la muerte rabiosa del esforzado Hércules como la mia, que al fin aquél con las miserables llamas de la henchizada camisa, que á las carnes se le pegaron por industria de su amiga, acabó su vida, yo ardo en el alma y vivo muriendo.
Eub. Por eso es bueno estar bien con Dios.
Olig. Calla en mal punto; no le mientes agora devociones, que todas las cosas tienen su tiempo y sazon.
Eub. Las cosas de Dios en todo tiempo y lugar vienen bien sazonadas.
Lis. Las tres furias infernales con sus serpentinos azotes no hacen tan gran señal en los cuerpos pecadores, que no hagan mayor en mi espíritu las acedas palabras que