La penelopea bondad.
¶ Si Pluton á mí llamára,
Cien Proserpinas le diera,
Sin que trabajo sufriera,
Aunque más le desdeñára;
Pues si de mí se ayudára
Fedra en su ilícito amor,
A Hipólito su dolor
En balde no publicára.
Pues ¿quién no sabe que Elicia traxo luto por ella? que áun hoy dia traen por manera de refran unas palabras que tuvieron orígen de ella: mal me va con este luto. Ni es de creer que la justicia degollára á los escuderos de Calixto sin hacer suficiente informacion si murió ó no; en especial que el Corregidor era amigo de Calixto, y fué criado de su padre, segun verás en las quexas que él muestra tener, diciendo: ¡oh cruel juez! y qué mal pago me has dado del pan que de mi padre comiste; y si los degolló, fué porque claramente el alguacil que acaso pasaba por ahí rondando la noche, oyó los gritos y vió la sangre por el suelo, y á Celestina tendida, con muchas y espesas estocadas. Ni es cosa de decir que ella tuvo lugar para hacer encantaciones ó algunos embustes para no morir, porque la tomaron desapercibida en la cama; cuanto más que si Celestina estuviera encubierta en casa del Arcediano, hiciéralo saber á sus sobrinas secretamente, que muy congoxosas estaban por la muerte de aquella que en lugar de madre tenian.
Eub. Agora digo que me libre Dios de tantas mentiras, que ni traen piés ni cabeza. Con todo, ¿no se llamaba Celestina la que fue alcahueta en los amores de Felides y Polandria, ó es todo mentira?
Olig. No, que verdad fué haber esa Celestina, pero no era la barbuda, sino una muy amiga y compañera desta, que tomó el apellido de su comadre, como agora estotra, por la causa ya dicha.
Eub. ¿Eso me dices? espantado me dexas.
Olig. Sábete que esto es lo que pasa, lo demas son ficciones.
Eub. Así lo creo yo, que bien me parecia á mí esta segunda Celestina no ser tan sábia como la primera; cierto, otra plática tenía la otra. Mas, dime, ¿quién es aquel mal encarado rufian que tiene esta tercera Celestina á cabo de su vejez?
Olig. ¿Brumandilon dices? tambien te lo diré: éste es un gran fanfarron que ha corrido todas las puterías, cuyo esfuerzo, más consiste en feroces palabras que en el efecto de las armas. A prima faz espantarte há, segun echa fieros renegado por aquella boca. A éste, Elicia, habrá ocho años tomó por guarda de su persona, porque su casa no estuviese sin hombre y le acaeciese el desastre que á su tia vino; y tambien porque cada noche estudiantes le daban grita, y Brumandilon, como perro ladrador, los aventaba y oxeaba. En demas que quiso guardar el consejo que cada dia la madre prudente le daba, y se lo acordó al punto que habia de morir, cuando apremiada de los dos que la mataron, dixo: si aquella que allí está en aquella cama me hubiese á mí creido, jamas quedaria esta casa, de noche, sin varon, ni dormiriamos á lumbre de pajas.
Eub. ¿Quién son dos mujeres galanas, las de los verdugados azules, que estaban anteayer á la puerta pasando nosotros por allí?
Olig. Dos sobrinas suyas, la más chica se llama Livia, la mayor Drionea, las cuales tienen por oficio remediar necesidades ajenas, y socorrer á los necesitados y desatacados envergonzantes, y áun Drionea á las veces me muestra la mercaduría de la trastienda.
Eub. No mientes bellaquerías, que no se sirve Dios de ello.
Olig. Alarga el paso, que nuestro amo por más ayna que vengamos dirá que hemos tardado.
Eub. A las cosas deseadas todo tiempo es prolixo, como á las odiosas breve.
¶ ARGUMENTO DE LA CUARTA CENA
DEL PRIMER ACTO.
Ántes que llamen Eubulo y Oligides en casa de Celestina, se paran á la puerta á escuchar los castigos y reprensiones que da la buena madre á su sobrina Drionea. Eubulo de muy sancto, quédase á la puerta y Oligides entra. Y pasadas muchas cosas donosas con tia y sobrina, declara su embaxada. Pártese luégo con él para hablar á Lisandro, el cual la recibe con grande alegría y le descubre su pasion. Vuelve Celestina á urdir su tela. Entre tanto Oligides va á llamar á Brumandilon el fanfarron, en cuya encomienda estaba Celestina, para que le sea favorable. Queda Eubulo dando sus buenos consejos á Lisandro, poniéndole delante los peligros que de tales casos se suelen seguir, de los cuales y de su auctor el ciego amante se burla.
OLIGIDES. — CELESTINA. — DRIONEA. — EUBULO. — LIBIA. — POLO. — LISANDRO. — FILIRIN.
Olig. ¿No oyes, Eubulo? escucha, escucha, no llames.
Celestina. ¿Así, doña puta, meter habias en casa sin mi licencia el paje del Conde, que no tiene más de lo que trae á cuestas? Mirad qué casas ó alhajas ó qué viñas ó hogares le dexó su madre para que esté un momento ociosa sin ganar de comer. Loquilla, ¿parecióte galan? ¿pagástete de su gentileza? pues de ésa comerás. Malograda de mi hermana, que buen siglo haya, cuando fué moza como tú; cierto, no atendia ella esas galanías ó disposiciones. Primero se informaba si eran hombres de caudal los que la festejaban, y si eran tales, á todos les mostraba voluntad, ora fuesen feos, ora hermosos, ora viejos ó mancebos; á los pelados enviábalos á espigar. Tomáras, maldita seas, exemplo de nuestra vecina la Calventa, que primero recibe que da; si no traen dineros, que dexen prendas. ¿Dónde tenías los ojos ayer cuando la fuimos á vesitar? ¿No miraste la alhaja de atavíos, y la rima que tenía llena de decretos y Baldos, y de Scotos y Avicenas y otros libros? Llévoos yo allá para que deprendais y tomeis avisos y doctrinas, porque mas ven cuatro ojos que no dos, y éntraos por un oido y sáleos por otro, castígame mi madre y trompóselas yo; hija, sé buena madre, hé aquí un clavo, así eres tú, que no te aprovecha nada mi crianza y consejos. Yo seguro que otra diligencia que la tuya trae nuestra comadre la Pinta, en mi ánima con el pié manda la justicia, sino veldo, que no se toma espada ni armas que no pasen por su registro. Aosadas que por tí pocos ruidos y revueltas se levanten, á mi seguro que no alborotes la ciudad con muertes para ser sonada y conocida como la hija del mesonero; de otra manera cumplen el sagrado Evangelio Date et dabitur vobis, nuestras amigas de la claustrilla, y las bagasas de San Cristóbal. Pues la amiga del cura Bermejo ¿de qué ha medrado de pocos dias acá? ¿el axuar y aparato de casa quién se lo dió? ¿esto no lo ves tú? mira que te mando que de hoy adelante no me entren en casa si no fueren clérigos, ó nuestros confesores, ya me entiendes. ¿Piensas que estas del oficio que te he contado ganan á hilar, ó coser ó labrar, las sayas de terciopelo, los monjiles de damasco, las saboyanas de grana fina, las gorgueras y cofias tachonadas con oro de martillo de muchas perlas y joyas, las gargantillas y collares de aljófar, los fermalles y joyeles, las axorcas y anillos, los zarcillos, las camisas y mangas de Calicud labradas á las mil maravillas? A la hé engañada vives si eso piensas, guay del uso que la barba no anda de suso; la ganancia de la mujer con rueca y almohadilla no es para sacar de mal año, ni poner en cuenta de nada para que en ello confies, vuelve la hoja, malvada perversa, haz libro nuevo, no muestres las piernas ni áun al duque que sea, si no traxere el dinero en la mano ó buenas prendas. Cata que quien adelante no mira atras se cae, cuando no pensares te hallarás vieja como yo, y si no tienes algun pegujal para sustentar la vida á la vejez de lo que ganares siendo moza, puédeste quedar á buenas noches. Sigue mi consejo, que sé más del mundo que tú, y donde el maravedí se dexa hallar, allí debes otro buscar, y no entre gente pelada, que no tienen más de aquella compostura de fuera.
Drionea. Así goce, madre Celestina, que no le abrí las puertas para ese efecto que piensas más de para saber de mi primo, el hijo de Ponza, que está con su amo.
Cel. Ay puta, mala rabia te entre por ese corazon, por eso le querias, ¿á mí que las entiendo y he pasado por ello quieres engañar? A perro viejo nunca cuz cuz; ¿qué hacíades en la camarilla del carbon encerrados con aldaba y tranquilla?