poeta, de las carnes, aquéllas ser más sabrosas que no son carnes, y de los pescados aquéllos más dulces que no son pescados. Es, pues, dificultosa y amarga la doctrina de la verdad y virtud, la cual, junta con el dulzor de la fábula, es hecha más fácil, y ámanla más oir y conocer aquellos que, como decia Caton, tienen el sentido del paladar más vivo y agudo que no el del entendimiento. Estos tales es cosa de maravilla cuán atentos y obedientes discípulos son á oir fábulas así como las de Esopo, y otras tales que son sacadas del tuétano de la philosophía moral, y que sin dubda viviria bienaventurado el que obrase lo que por ellas se concluye. Bien conocia esto Sócrates, del cual se lee que para persuadir lo que queria, era grande artífice de ficciones, y que tanto le parecieron bien las fábulas de Esopo, que las volvió en verso, y de esta manera se hallan usurpadas en poetas griegos y latinos. De una de dos maneras persuaden los philósophos y retóricos alguna doctrina, amonestando á buenas cosas, como escribe Aristóteles en el segundo libro de su Retórica: ó por argumentos y razones vivas, ó por exemplos. Dexados aparte los argumentos, los exemplos son en dos maneras, ó fingidos ó verdaderos; fingidos como los que ahora diré, porque el mesmo Aristóteles usa de ellos. Queriendo Esopo, frigio, persuadir á los de Samo, que no es bien desear nuevo señor puesto que sea tirano y usurpador de las haciendas de los pobres, porque al cabo éste en algun tiempo se hartará y dexarles ha algo con que pasen la miserable vida, mas el que de nuevo viniese acabarlos hia de asolar como viene de refresco, y á ellos los tomó sobre cansados, usa, pues, de semejante fábula: En tiempos de grandes calores, cayó la raposa en un tremedal, y sin poderse rebullir, en poco tiempo fué llena de moscas caninas; pasando por ahí el erizo, habiendo compasion, preguntóle si queria que se las quitase, respondió ella que no, diciendo que aquéllas, como ya estaban hartas de chupar su sangre, ya era muy poca la que le sacaban, y que si aquéllas le echaba vendrian otras muertas de hambre que le acabarian de beber toda la sangre que le quedaba. Así el señor que ya está enriquescido no daña tanto, mas si éste se alanza, sucede otro pobre en su lugar, que acaba de agotar lo que queda, y toda la república se destruye. Es, pues, grande la fuerza de la ficcion para persuadir, así como hace mucho más el color que sola la raya para que una imágen humana parezca más clara. La semejanza de la verdad mezclada con ficciones hace atónitos en alguna manera y engaña aquellos que la oyen. Dicen que la mandragora tiene tal virtud, que si nasce cerca de las vides hace que se ablande la fuerza que el vino habia de tener para embriagar, así la poesía toma de la philosophía la doctrina, y juntándola con la mandragora del cuento fabuloso, hácela más blanda y fácil para ser percibida. Es, pues, la ficcion un buen engaño fabricado para traer con él á lo bueno no á hombres que tienen baxo entendimiento y grosero, porque estos tales no se dexan así engañar como cuenta Plutarcho, que preguntado Simónides, poeta, por qué con su poesía no engañaba á los de Thesalia, respondió, que eran más necios de lo que convenia para poder ser engañados de él. Gorgias, preguntado qué cosa era tragedia, respondió ser un engaño, el cual hace mejores á los que le usurpan que á los que huyen dél, y más sabios á los engañados que á los que no se dexan engañar dél. Pues si venimos á las fábulas de que están llenos los poetas antiguos, que ni llevan piés ni cabeza, hallarémoslas llenas de alegorías y notables singulares y fundadas sobre algun principio de verdad. Quien á mí no me creyere lea á Palefato, autor antiguo y de mucha autoridad; el cual, viendo que la más de la gente no tomaba más de la corteza de la fábula creyendo cosas del todo imposibles con gran diligencia y cuidado, peregrinando por el mundo, informándose de hombres ancianos, averiguó muchas verdades que estaban paliadas con fábula. De muchas que él pone, contentarme he con una, remitiendo á él al deligente lector: no hay quien no sepa la fábula de Acteon, como le comieron sus mesmos canes, siendo convertido en ciervo de la diosa Diana, que contra él estaba airada por el atrevimiento que habia tenido de verla desnuda; ¿quién no sabe de Xenophon y Plinio y todos, cuán grande sea el amor que naturalmente los perros tienen á sus señores, y sobre todo los de caza? acordaron los poetas de fingir semejante cosa, porque oyendo tal exemplo los otros hombres se refrenasen de ofender á Dios, que tiene poder para castigar los malos y galardonar los buenos. La verdad de esta fábula fué que hubo en Arcadia un hombre llamado Acteon, muy amigo de la caza, lo cual en aquel tiempo era causa de mayor escándalo que agora, porque no sabian los hombres ocuparse en otro exercicio más de en la agricultura. Pues Acteon, olvidado de ésta, dióse á sola la caza, y menospreciado el cuidado de su casa, faltóle la hacienda y con ella la vida; de allí vino á andar por las lenguas de los hombres: ¡ay cuitado de tí, Acteon, que de tus propios canes fueste comido! Cuantos Acteones hay en nuestros tiempos, no solamente comidos de perros, mas aún de malas mujeres. Y porque no sea todo traer exemplos de gentiles, remítome á lo que el bienaventurado Sant Basilio dice de la leccion de las ficciones de poesía en un sermon que hizo á los mancebos, de la manera que han de tener para aprovecharse y tomar doctrina de los poetas y fabulosas ficciones. El glorioso Sant Hierónimo, como todo el mundo sabe, fué muy reprendido de los eclesiásticos de su tiempo, porque se daba tanto á la elocuencia de Ciceron y á la leccion de los poetas; dexadas otras muchas respuestas, que da por todas sus epístolas dignas de tan alto y divino varon pondré una. Dice, pues, la poesía estar figurada en el Deuteronomio por una costumbre que los judíos tenian, que cuando cautivaban algunas mujeres extranjeras no podian casar con ellas sin primero cortarles las uñas y los cabellos. Mas porque esta figura, á este propósito tomada de Sant Hierónimo, en estilo heroico la declara y aplica á la poesía aquel real poeta Juan de Mena, parescióme cosa no ajena de mi propósito poner aquí sus palabras:
¶ Usemos de los poemas
Tomando dellos lo bueno,
Mas huyan de nuestro seno
Las sus fabulosas temas;
Sus ficciones y problemas
Desechemos como espinas,
Por haber las cosas dinas
Rompamos todas sus nemas.
COMPARACION.
¶ Primero, siendo cortadas
Las uñas y los cabellos,
Podian casar con ellos,
Sus cautivas ahorradas
Los judíos, y alimpiadas,
Hacer las israelitas
Puras limpias y benditas
A la su ley consagradas.
APLICACION.
¶ De la esclava poesía
Lo superfluo así tirado,
Lo dañoso desechado,
Siguiré su compañía;
A la católica via
Reduciéndola, por modo
Que valga más que su todo
La parte que hago mia.
Hémonos, pues, de haber en la leccion de los libros que contienen semejantes maneras de doctrinas, de la manera que nos hemos cuando queremos coger rosas del rosal, que trabajamos de cogellas de tal manera que no nos ofendan las espinas. Y pues tenemos discrecion para tomar los manjares que nos han de aprovechar, y desechar los dañosos, fea cosa sería no tenerla para hacer esto en los manjares que dan mantenimiento al alma, imitando á las abejas que ni se asientan en todas las flores, ni de aquellas en que se asientan toman más de lo que les hace al caso para la fábrica de su miel, y lo demas dexan, cosa digna de reprension sería que no bastase en nosotros la razon á hacer lo que en ellas hace el instinto natural. Estas y otras muchas razones que aquél dexó de decir por no ser enojoso, movieron á nuestro autor á componer este libro lleno de avisos y buenas enseñanzas de virtud sacadas de muchos autores santos y profanos, con no pequeño trabajo y mayor cuidado, con celo de la utilidad pública. Por lo cual, yo en su nombre, suplico á todos los que le quisieren tomar en las manos, juzguen su buena y sana intencion.
COMIENZA LA OBRA.
¶ Síguese la tragicomedia de Lisandro y Roselia, llamada Elicia, y por otro nombre cuarta obra y tercera Celestina.
✠
¶ ARGUMENTO