Luego mandó governar el Piloto al Hueste y á la quarta del Norueste por apartarnos de tierra de tan poca altura, y meterse en nueve ó diez grados, para ir en demanda de las Filipinas como nos era mandado, y ansi fuimos corriendo aquel dia por este rumbo, y en siendo de noche se tomaron las velas de Gavia por temor de algunas Islas, ó arrecifes, y viniendo el quarto del Alva vimos tres Isletas pequeñas puestas en triángulo: arribamos sobre la una dellas para tomar agua y leña, y aguardar los diez dias, y dexar las señas que por la Instruccion se mandaba, y llegados que fuimos cerca dellas vimos que eran pobladas, y que andava la playa llena de gente, y cargados de hazes de varas, y hondas, y macanas como los pasados; llegamos á dar fondo encima de la punta de la Isla que era todo arracife, y no havia otro lugar en toda la Isla: llegaron á bordo ciertos canaluchos, dimosles de lo que traiamos por contentarlos y estar en paz con ellos; y entraron dos principales en nuestro Navio: dixeronnos por señas que si queriamos agua y leña que fuesemos á tierra por ella, y ansi les señalabamos que se quedasen ellos en el Navio, y que iria uno de los nuestros en tierra con otros Indios, y ellos fueron contentos, y ansi dimos tres botijas á tres canaluchos, y un mozo en el uno dellos, que dixo que queria ir allá, pues los dos Principales se quedaron en el Navio, y ansi fué en tierra y truxo una botija de agua y un racimo de plantanos verdes, y un coco de vino de palmas, el qual mozo bino tan contento de la tierra y de la gente, que le bino á costar la vida; y ansi por su dicho echamos el Batel fuera con proposito
Автор: | Various |
Издательство: | Public Domain |
Серия: | |
Жанр произведения: | История |
Год издания: | 0 |
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encarnizados que se les saltavan de la cara mirando á unos y á otros, y los que havian entrado primero no andavan mirando sino que hurtar, y ansi hurtaron algunas cosas de hierro, y echavanse al agua con ello, y como vieron que no nos podian alcanzar con los canaluchos, por haver dado la vela de Gavia, y ellos no traerlas entonces en sus canaluchos, uno dellos arrebató una cuchara de hierro para echarse al agua y quitosela uno de las manos, y dandole con ella lo descalabró, y ansi visto esto él y los demás se echaron al agua, y si no estuvieramos tan cerca de los arrecifes que casi estabamos en sus manos no dexaramos salir ninguno dellos, porque allí ya les haviamos perdido el temor, y ansi fuimos corriendo por entre gran cantidad de baxos y piedras que los hay entre estas Islas, y como hombres que andavan cercados de estos y de muchos canaluchos que nos venian siguiendo de todas estas Islas, y de otras Islas que llevabamos por la proa, y ansi venian gran cantidad dellos, y se nos ponian por delante en la proa del Navio con sus armas determinados de querernos barluar, y visto el Piloto que venia la noche, como hombre solicito, y de cuydado, fué á la Gavia á ver si havia alguna canal por donde pudiesemos salir, que á no havelle eramos perdidos, y ansi fué Nuestra Señora servida que viese entre dos Islas ir un arrecife dende la una á la otra, y por medio del arrecife una canal muy pequeña que apenas cabia el Navio por ella, y en el medio una peña que á no subir á la Gavia un poco antes davamos en ella, y ansi fuimos con el costado raspandola, y la causa de no verla fué ir toda la gente y yo en defensa del Navio, por que nos havian barloado ciertos canaluchos, los quales nos querian llevar el Batel, y ansi yo mandé entrar dos hombres dentro de él, los quales los hicieron bolver á los Indios que estaban dentro á sus canaluchos, y al que iba en la popa del Batel por guarda y defensa dél, llegó un Indio á él, y con una macana á quererle matar dende la proa de un canalucho, y él lo hizo como hombre de bien que se defendió dellos, y ansi nos comenzaron á tirar baras á los del Navio por una banda y otra, las quales se clavaban en la cubierta como si fueran gorguzes, y cierto fué maravilla no matar á ninguno por la poca defensa de armas que traiamos, y visto que nos tratavan mal, se les tiró con un verso, mas por espantallos que no por hacelles daño ninguno, por que si por alli pasase el Armada, ó otro qualquier Navio descubierta esta navegacion, no hallase la tierra alborotada, y con esto nos zafamos dellos, y con mandar dar el Piloto las demas velas, que no por el temor que tomaron del verso, antes dieron una grita como haciendo burla, y entre ellos muy enojados unos con otros y vernos ir zafos de sus manos; y así se bolvieron á sus Islas haciendo grandes humos toda aquella tarde y noche. Puesto que fué el Sol nos vimos entre tantos arracifes, que el Piloto se vió en gran confusion, tanto que no savia que se hacer, lo uno por ser piedra y no saber donde dar fondo, y lo otro por que si nos bolviamos á las Islas era echarnos á perder, y ansi despues de puesto el Sol vió el Piloto rebentar una baxa en medio de estos arracifes, y marcola por el ahuja, por ser de noche, por ver si havia fondo para poder seguir: amuramos en demanda della, y como á dos horas de la noche llegamos á ella, y mando echar la sonda abaxo, y hallaronse treinta brazas y el fondo ruin que era todo piedra viva, y ansi dimos fondo á un cable en nombre de Nuestra Señora de la Consolacion, que siempre la tuvimos por abogada, y terné hasta que muera, y ansi ella nos libró aquella noche de muy gran travajo, el qual yo no sabré decir tan por estenso como ello pasó, que por todas partes á un tiro de arcabuz teniamos el arracife rebentando, que era espanto vello del Navio, por ser la noche de mucho viento y escuridad, y por otras partes oyendo los Indios caribes dar grita en sus Islas con muy grandes fuegos en lugar de señas, por que así es costumbre entre aquellas Islas; y pareciendole al Piloto que ivamos garrando, ó desamarrados, mandó á un Marinero que echase la sonda abaxo, por que con ella se conoceria si ivamos sin amarra, y dixo el Marinero que no garrabamos, que la refriega del viento lo havia fecho, y al tiempo que fué á levantar la sonda para cogella se le asió en unas piedras, y estando ansi llegó el Piloto y otro Marinero á tirar por ella por ver si la podian sacar y nunca pudieron por muchas cosas que hicieron, y ansi la dexó con arto pesar por no haver otra en el Navio, ni plomo de que se pudiese hacer, y estando asida de la manera que he dicho, uno de los que venian en el Navio prometió á Nuestra Señora de Consolacion otra tanta cera como ella pesaba, y acabada de hacer la promesa le echó mano y la subió como si nunca se huviera asido, y ansi antes que fuese de dia acordó el Piloto de echar las vergas arriba, y empezar á levar nuestro Navio, por que si los caribes viniesen nos hallasen apercevidos, asi al Navio, como á la gente, y asi como rompió el dia subió el Piloto á la Gavia por ver si havia por donde salir de entre los arracifes é Islas que havia, que cierto tuvo entendido el Piloto que era imposible poder salir dellos sino con dexar la vida; y por ver si venian canaluchos abordo á tratarnos como el dia pasado, y plugo á Nuestra Señora que no vinieron, por que á venir nos hallavan tan cansados del travajo pasado del dia y noche en portar un ancla para en ayuda del Reson, y la vela de toda la noche y mañana, volverlos á meter dentro y tener el Navio zafo y presto para que si algo se ofreciese nos hallasen apercividos, aunque creo nos trataron mal, ansi por esto, como por no haver en el Navio cosa que de comer fuese: por que ansi nos enviaron del Puerto de la Navidad, por que lo que nos dieron para bastimentos estaba dentro de un mes podrido todo y dañado, no por falta de beneficio, sino que devió de ser costelacion de la tierra; demas desto estabamos tan desproveydos de todo lo necesario, ansi en lo que tocaba á la Xarcia y á las demas cosas pertenecientes al Navio, como de bastimentos y armas, que por momentos teniamos el morir, y demás desto, que si se nos ofrescia tener nescesidad de un cable ó estoperol, ó tachuelas para la bomba, ó haver menester ahujas é hilo para remediar las velas, no lo llebavamos, por que confiados que ivamos con el Armada, y que della se nos daria lo que huviesemos menester, ybamos tan desapercevidos y á Dios misericordia8 y ansi si se ofrecia echar un clavo, se sacava de otra parte, y aun no teniamos barrena. En efecto quando salimos del Puerto las demas de las otras Naos lleban como vendidos por ser el Navio de la suerte que era, y yo por la confianza que tenia en Nuestra Señora, y por servir á S. M. propuse de hechar todo temor y embarcarme en él como me era mandado, así largamos nuestras velas y fuimos por encima de un arracife que havia bien poco mas agua de la que el Navio pedia. Ya que ivamos fuera de estas Islas altas, salieron á nosotros diez ó doze canaluchos, diciendonos por señas que fuesemos á la Isla, y que allá nos darian de comer y de beber, y ansi atravesamos el Navio para que llegasen, y ansi como estuvieron cerca vimos que venian cargados de armas, y aprestándose para pelear, y visto esto dixe, que les tirasen con un berso que estaba cargado con piedras, y el que la tiró hizo tan buen tiro, que dió dentro con las piedras en el canalucho mayor que venia mas cerca, que traia mucha gente, y creo hizo gran daño en ellos, segun lo que paresció, que luego se echavan al agua, y davan gran grita á los otros canaluchos, los quales estaban espantados de ver el daño hecho en el otro; y el que tiró era un Marinero que era el que mejor alli lo entendia, el qual quiso segundar á tirar con otro, y no se lo consenti, y ansi se quedaron y nosotros nos fuimos saliendo por entre todos los baxos y arracifes que havia en las Islas; y estando fuera de todas contentos con las mercedes que Nuestra Señora nos havia fecho, tomó el Sol el Piloto en siete grados y medio.
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Así en la copia que sirve de original, con una llamada como signo de duda. El sentido pide se lea