de estar dentro les pidió los arcabuzes: ellos le respondieron, pues que le davan el Batel que no pidiesen otra cosa, y ansi vino con el Batel abordo, é yo le pregunté, que ¿como no traian los arcabuzes? Dixeron que no se los quisieron dar, y dixome lo que con ellos havia pasado, y pareciendonos tan mal esto, el Piloto me dixo, que no se sufria dexarlos ir con los Indios, pues ivan tan mal indinados, y que seria causa que nos viniese á nosotros gran daño, y que pues ellos dormian aquella noche en tierra que era cerca de los Pueblos de los Indios, los quales esperavan á la mañana para irse con ellos, y que les llevasen su ropa por que ansi lo tenian concertado; y ansi me dixo que él se atrevia á llevarme por parte donde ellos no nos sintiesen por mucha vela que hiciesen: entendiendo esto, y viendo la ironia dellos, determiné juntamente con el Piloto y otros tres hombres de meterme en el Batel con el Contramaestre del Navio y otro Marinero, para que se quedasen en una ensenada para que si los tomasemos traellos en él, y no por tierra, por el temor de los Indios, dexando avisado, que en oyendo tirar un arcabuz acudiesen á la parte donde lo oyesen; y ansi nos fuimos quedando en guarda del Navio, Pedro de Rivero, con tanto peligro como en el que nosotros ivamos, y ansi saltamos en tierra dexando el Batel como digo, y el Piloto comenzó á guiar tomando el tino de un fuego que desde el Navio haviamos visto que tenian hecho, y ansi yendo por entre muchos arboles y barrancos, y muchos arroyos y quebrados grandes, cayendo y levantando venimos á salir en una zabaneta los quatro y yo: allí me dixo el Piloto que estabamos cerca dellos, segun del Navio haviamos visto por la lumbre, y ansi fuimos por un arroyo abaxo que iva por de dentro del monte, el qual iva á dar en la mar, mas adelante de donde ellos estavan por que por esta parte ivan acia los Pueblos de Indios y lugar donde ellos havian de estar mas desviados, y ansi como llegamos á la playa miramos si parescia la lumbre de luengo de la mar, y vimos que no parescia ninguna, y allamos el rastro dellos que havian venido á beber al arroyo, y ansi fuimos á orillas del monte hasta dar cerca de donde estavan, los quales hallamos á los dos dellos velando con los arcabuzes y mechas encendidas, y ansi nos abajamos por no ser sentidos, y estuvimos como dos horas aguardando que estos diesen el quarto á los otros, y de los dos que venian no quiso el uno velar, y el que velava se andubo siempre paseando con muy gran vela, mirando á un cabo y á otro, y como la noche era escura no nos pudieron ver; y andandose paseando, unas veces para acia nosotros, y otras veces diferentemente, el Piloto se puso tras de un arbol donde tenian el fuego, y los otros estavan durmiendo debaxo de un toldo que tenian hecho, aunque del lugar donde estaba no le veiamos; y ansi estando en esto, llegó el que velava á hacer fuego por que no se le apagase, y hallose el Piloto tan cerca dél, que no havia sino el arbol enmedio, y vistolo tan cerca llegó el arcabuz al rostro y diole fuego, y diole enmedio de los pechos con veinte y siete perdigones, y usó Nuestra Señora de Consolacion allí un milagro, que fué, que á este que dieron traia una Imagen suya en los pechos, y con dalle como le dieron tan cerca, le quedaron todos los perdigones señalados y parte dellos metidos por los pechos que se parescian, y la Imagen sin ningun daño sino fué la señal de dos o tres perdigones: y ansi como este se sintió herido hecho á huir dando voces, y el Piloto tras de él con el Espada en la mano para acaballes de matar; y yo y la demas gente por la otra parte, y ansi se entró este herido dentro del toldo que tenian hecho, y nosotros juntamente diciendoles, que se diesen, sino que moririan, y ellos no curaron de nada de esto, sino de defenderse, y con todo esto les prendimos saliendo todos heridos, y los amarramos, y en esto llegó el Batel y los metimos dentro, y quando llegamos al Navio yo les hize tomar sus dichos para saber quienes eran los demas que havian sido en el motin, y luego mandé poner quatro poleas en las vergas para ahorcallos, y estando ya con las sogas en la garganta sentados al bordo del Navio para echarlos, llegó el Piloto á mí, y Pedro de Rivero, y me hablaron, diciendome el Piloto, que era imposible salir del Puerto si aquellos quatro hombres morian por la poca gente que en el Navio havia, y por que la mayor parte estavan enfermos, y estos que digo entenderseles tan bien, lo que se les entendia de la mar; y ansi viendo esto, y la nescesidad que nos contriñia á todos, los dexé para en topando el Armada entregallos al Governador para que él los castigara conforme al delito, y con esto quedó así, y curamoslos, viendo en aquel hombre el milagro que tengo dicho: y de allí adelante comenzaron á hacer como hombres de bien, y á enmendar el yerro pasado.
Despues de todo esto pasado, acabamos de hacer á nuestro Navio sus falzas para poder navegar. No podré dexar de decir un milagro que Nuestra Señora hubo con nosotros, que demas de los pasados, por ser tan particular es digno de memoria, y fué, que estando una noche surtos en este Puerto con un Rezon á la mar, y un cavo dado en tierra á una peña, nos reventó el cable de la mar con el mucho viento que hacia, el qual nos era contrario, y ansi viniendo el Navio sin amarra á dar á la costa, el seno del cabo de tierra tomó en una piedra en la mar, de manera que nos tuvo el Navio que no fué á la costa; y esta noche me cayó á mi de velar la prima y pareciome que estavamos muy junto á tierra, dixe á un Marinero, que mirase si havia reventado el cable, y el respondió que no, sino que estaba muy bueno, y todavia, no fiandome en esto, llamé al Piloto y le dixe, que me parecia que estavamos muy cerca de tierra, y ansi como se levantó conoció que estavamos desamarrados, y saltó á proa, y vió el cable de la mar rebentado, el qual metimos dentro y vimos el milagro que Nuestra Señora havia hecho en tenernos, el que estava en tierra, el que nos detuvo que no fuesemos á la costa, y luego saltamos en el Batel, y portamos un ancla fuera, y sacamos nuestro Navio de las piedras, lo qual si fuera otro dia antes lo pasaramos mal por causa del mucho viento que hubo, y ansi lo remedió Nuestra Señora.
Luego otro dia siguiente vino este Principal que llamaban Viban, y otros con él y muchas mas mugeres que la primera vez, y todas encima del tocado y en la frente llena de albaaca, y en las narices, la qual albaaca olia mucho mas que no la de Castilla: tambien vinieron muchos Principales llenos de la misma albaaca, y algunos de ellos traian orejeras de oro muy fino; tambien ví que traian todos los dientes taladrados, y esmaltados con granos de oro, encajados de tal manera, que no habrá Platero que tan sotilmente lo labre; parecianse todos estos de estas Islas de Mindanao andar bien adreszados de sus personas y armas, las quales armas son, alfanjes tan buenos que de una cuchillada cortaran un ternero por medio, é dagas tan buenas como las nuestras. Ansi estuvimos este dia con ellos preguntandoles por señas algunas cosas las quales eran, si havia oro en la tierra: dixeron que sí havia, y señalaron la tierra adentro, y ansi llegó un Indio con un canuto lleno de granos de oro para que se los rescataramos, y nosotros no se los quisimos rescatar, por dalles á entender que no se nos dava mucho por ello, y ansi estuvimos todo el dia hablando con ellos, y á la tarde llevamos á este Principal, que ellos llamaban Viban, á nuestro Navio, y yo le vestí á uso de nuestra España, y ansi se fué muy contento él y los demás, y de esta vez que fué no bolvió en una semana, y cada dia venian Indios á rescatar gallinas y arroz, y preguntavamosles por el Viban, y decian, que era ido á caza de benados, los quales por aquella Isla hay gran cantidad y ellos en su lengua los llaman Usa; y ansi vino este Viban al cabo desta semana con otros quatro Principales, y traian Indios cargados con benados asados en unos checubites y unas cañas de vino, y nos lo dieron como en presente, y le preguntamos ¿que qué habia fecho tantos dias? y el respondió por señas, que havia andado á caza; y ello no fué ansi, sino con cudicia de yerro que en el Navio vió, de Resones y anclas, pensando que nos iriamos en breve, acordó de irse á concertar con otros Principales para matarnos en tierra á todos, y por la mar tenian prestos canaluchos armados y llenos de mucha gente, para barluar en el Navio y tomarlo, y este fué su intento. Y ansi Viernes á la noche que se contaron dos de Marzo, venia por tierra mucha gente y por la mar con los canaluchos con proposito de cortarnos el amarra de fuera, y los de tierra alar por el prois, para que el Navio diese á la costa y fuesen señores de nosotros, y ansi nosotros Rezelandonos de que de tierra no nos viniese algun daño por estar muy cerca, acordamos echar unos perros que teniamos, en tierra, para que en ella hiciesen vela, y nosotros en el Navio, y haciase tan buena que los que velavan en el Navio á la grita de los perros en tierra que arremetian bravamente con los Indios, me llamaron diciendome les parescia haver gente en tierra, por la braveza que los perros tenian, y ansi me lebanté y miré ácia tierra, y conocí que havia gente, y luego miré á la mar y ví tres canaluchos grandes, y ansí nos apercevimos todos con nuestras armas; y como ellos sintieron que nosotros estavamos despiertos bolvieronse con los canaluchos detrás de una punta; y allí echaron toda la gente y armas en tierra, por ser en parte que entendian que desde el Navio no los podiamos ver, y ansi se estuvieron hasta la mañana; y ansi en amanesciendo vinieron los dos á bordo muy toldados