Son sujetos del Derecho Mercantil las personas naturales y jurídicas que tiene la calidad de empresarios mercantiles. Pero también son sujetos del Derecho Mercantil quienes realizan accidentalmente actividades que la ley reputa mercantiles.
Qué duda cabe que el comerciante es sujeto del Derecho Comercial. También no cabe duda que lo es el empresario, en cuanto gestor de la Empresa. La Empresa, en cuanto ella no es persona jurídica, no es sujeto del Derecho, pero sí es objeto que debe ser de interés y ocupación del Derecho Comercial, y más aún, en cuanto entidad, sin personalidad jurídica, pero con autonomía propia, por lo que, en cuanto entidad de hecho, la Empresa y todos sus elementos deben ser regidos por el Derecho Mercantil. Y en el hecho la Empresa así, en general, lo es. Basta referir nuevamente los numerales del artículo 3° del Código de Comercio chileno, ya citados.
Por tanto, las relaciones propias internas entre los elementos de la entidad Empresa, sin perjuicio de las otras relaciones que haya entre ellos, por ejemplo la laboral, la de los consumidores, la de la competencia, que haya también entre algunos de sus elementos, deben aquellas ser reguladas, en cuanto tales, por el Derecho Comercial.
VIII. EFECTOS DE LA EMPRESA
– Sin la Empresa no habría nada de ello.
– Sin la Empresa no habría no habría ni siquiera Estado. Al menos un Estado no totalitario.
Por tanto, la Empresa es una entidad que el hombre, la sociedad toda y el Estado deben cuidar, proteger, desarrollar, promover, y por ello el Derecho, en especial su rama mercantil, debe regular, no solo en sus relaciones con terceros, sino también debe regular las relaciones internas de todos sus elementos propios y esenciales a ella.
La Empresa es una entidad de Derecho Natural, y por tanto las legislaciones deben darle reconocimiento legal y proteger su desarrollo, conforme a su propia naturaleza.
IX. LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO
La Empresa no es un simple conglomerado de sus elementos, sino es una actividad económica, y en general mercantil, que organiza todos sus elementos para el logro de sus fines, cuales son obtener el desarrollo de su o sus giros para así intervenir en el mercado de bienes y servicios, con la finalidad de perseguir utilidades, beneficios y un incremento patrimonial y de la propia Empresa.
Es precisamente el empresario quien organiza la Empresa. Quien la hace posible. Quien aventura y arriesga. Pero el empresario no es el único sujeto en la Empresa.
Así como en la Sociedad son los socios los únicos sujetos que la hacen posible en cuanto entidad jurídica que ella es, en la Empresa para que ella sea posible deben concurrir todos sus elementos esenciales, los cuales son los sujetos internos de la Empresa.
Para quienes estiman que el empresario es el único que en ella arriesga, es entonces el único al que corresponden y pertenecen las utilidades, beneficios e incrementos, en directa correlación a su correspondencia de riesgos en las pérdidas.
Ello es sin duda en parte cierto. Pero no lo es en forma absoluta. Respetando lo que tiene de cierto, lo cual no parece necesario destacar, debemos analizar lo que no es absoluto en ello.
No solo arriesga el empresario, si bien es cierto que es el que en general más arriesga. Pero también arriesgan en la Empresa, desde luego los proveedores que entregan sus mercaderías, bienes, productos y servicios por precios, muchas veces muy bajos, y que son en general pagados a plazo, y en general sin interés alguno, en definitiva ellos no solo arriesgan, sino que hacen posible el éxito de la Empresa, y además la financian, de tal modo, en parte su desarrollo. Por su parte, los trabajadores muchas veces arriesgan posibilidades de otros trabajos, de lograr o no incrementos salariales, según los resultados de la propia Empresa. La clientela, a su turno, si bien pareciera ser que es la que menos arriesga, no deja de hacerlo del todo, dado que ella que es el conjunto de personas que habitualmente recurren a una misma Empresa o establecimiento comercial de ella, no dejan de arriesgar en cuanto a precio, calidad, oportunidad u otras, por el solo hecho de no buscar las satisfacciones de sus necesidades en empresas de la competencia, al sentirse satisfechas en aquella, y muchas veces, sin siquiera comparar. De tal modo precisamente se forma la clientela, en cuanto ella es precisamente la suma de clientes cautivos.
La Empresa no es solo la organización del empresario, ni lo es solo la actividad profesional suya. Es mucho más que ello, dado que la sola organización no genera la Empresa. Ella es el resultado de la conjunción del desarrollo de las actividades, debidamente organizadas de todos los elementos que la componen.
En definitiva lo que genera definitivamente la Empresa es la conjunción o el resultado de dicha organización o actividad profesional, resultado en la que se conjugan necesariamente todos los elementos esenciales de la Empresa, ya mencionados, los cuales, sólo en conjunto la hacen posible.
Prestigio y trascendencia de la Empresa. Una gran prueba de la necesidad de tal conjunción de sus elementos está referida incluso en materia del prestigio de la Empresa y, por ende, de su trascendencia, dado que ellas se deben sin duda tanto a los trabajadores de buen desempeño, de buena atención a la clientela, de buen trato al proveedor; a los proveedores con sus entregas de productos y servicios de buena calidad y sus oportunos abastecimientos; y a la clientela con su permanente concurrencia a comprar a esa Empresa y con sus recomendaciones de ella; todos los cuales al actuar de tal manera, colaboran en forma muy relevante al prestigio de dicha Empresa. Incluso, en casos en que el empresario con su actuar desprestigia su propia Empresa, o a la Empresa en general en cuanto entidad social y económica, algunas Empresas logran sobrevivir y trascender gracias a la labor de sus demás componentes, conforme a lo recién señalado, salvándole muchas veces la Empresa al propio empresario. Otras veces, perdiéndola él, pero subsistiendo la Empresa en beneficio de la sociedad toda y también de sus otros tres componentes (trabajo ajeno, proveedores, clientela). Ello acredita de manera fehaciente que la Empresa no solo la compone el empresario.
Por ello, este trabajo trata precisamente de entender que así como la Empresa es posible únicamente con el concurso de todos sus elementos esenciales, corresponde entonces en Derecho a todos ellos, al menos en parte, sus utilidades y sus beneficios e incrementos patrimoniales.
X. CAMBIOS A LA CONCEPCIÓN DE LA EMPRESA. UN PASO HACIA «LA EMPRESA SOCIAL»
Por ello es que debemos cambiar la concepción que de la Empresa se tiene en el mundo entero.
Y ese cambio del todo relevante, más bien relevantísimo, puede partir desde aquí y ahora.
Puede y debe partir de estas Jornadas de Derecho Comercial.
Y cuando se haya reconocido en el mundo y recogido en las legislaciones el nuevo concepto de Empresa, estas Jornadas no solo serán reconocidas y recordadas por ello, sino que demostrarán su importancia y su gran razón de ser.
1. El Papa Benedicto XVI y la Empresa159
Al respecto oportuno resulta mencionar que el propio Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Cáritas In Veritate, refiriéndose a la necesidad de cambios de diversas estructuras de la sociedad humana universal, señala en forma expresa que: «se requieren cambios profundos en el modo de entender la Empresa». Y agrega que: «Uno de los mayores riesgos es sin duda que la Empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores, en detrimento de su dimensión social».
Por eso, este trabajo trata precisamente de comparar que es la Empresa hoy / y qué debe ser la Empresa del futuro, en su concepción de «Empresa Social».
Hoy es una entidad comercial generadora de productos y servicios para la clientela, para lo cual necesariamente: organiza capital, trabajo ajeno, proveedores y va tras una clientela, con el fin de obtener ganancias las que, después de sus gastos, remuneraciones e impuestos, lo que queda va para los dueños del capital.