Semiótica tensiva. Claude Zilberberg. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Claude Zilberberg
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789972453779
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todo de los poetas, geógrafos del imaginario, G. Bachelard ha dicho, especialmente en La poética del espacio, todo lo que podía decirse sobre ese tema. Las figuras de lo abierto y de lo cerrado se encuentran en una relación de asimetría: la presencia de por lo menos un cierre, una bolsa, una oclusión…, establece la apertura como tal. Igualmente, el forema de la posición, que discrimina lo interior de lo exterior, presupone en “algún lugar” la existencia de un cierre. Al igual que para la temporalidad, es preciso determinar si dos magnitudes pertenecen o no al mismo espacio. El forema del impulso establece el contraste entre el reposo y el movimiento, entre la permanencia en un sitio y el desplazamiento, estigmatizado este último por Baudelaire en “Los búhos”. Este forema es el sincretismo resoluble de la potencia y de la inercia, el recinto mental donde se miden mutuamente.

      En la medida en que son “términos” del significante y “complejidades de desarrollo” del significado, estas valencias operan como funciones, mejor aún, como funcionamientos; son gramaticales en sentido estricto, puesto que son intersecciones homólogas de aquellas que proponen las gramáticas; así en francés, el adjetivo posesivo “son” [su] es, desde el punto de vista del poseedor, una tercera persona, y, desde el punto de vista de la cosa poseída, masculino y singular. El formalismo de las sub-valencias es del mismo orden, quizás con un poco más de sofisticación: la sub-valencia del reposo tiene como “armónicos”, o como sub-valencias de fondo, la longevidad, o si se prefiere, la permanencia, la atonía y finalmente la lentitud paroxística de la detención. En resumen, las sub-valencias intervienen conjuntamente, de acuerdo con el modelo de la sinfonía más que con el de la sonata. Si apelamos a Claudel, desconocido como semiótico, podemos observar el efecto señalado:

       Un seul grattement de l’ongle et la cloche de Nara se met à gronder et

      à résonner.

       (…)

       Et l’âme tout entière s’émeut dans les profondeurs superposées de son

      intelligence.35

      [Con un solo rasguño, la campana de Nara se pone a tañer y a resonar.

      (…)

      El alma entera se conmueve en las profundidades superpuestas de

      su inteligencia.]

      Una de las tareas del léxico consiste en permitir, en función de esa solidaridad de la estructura, la selección de aquella subvalencia que concuerde con el topos desarrollado por el discurso. Esa profundidad de la valencia no está ausente de las lenguas si le prestamos oído: de tal modo que, en francés, si se toma en cuenta el orden canónico de su aparición en el discurso, el artículo indefinido y el artículo definido también se oponen como lo que sobreviene a lo que ha sobrevenido. Sin embargo, como la dimensión del sobrevenir no es tomada en cuenta, ese esbozo de declinación tensiva permanece ignorado.*

      La red aquí propuesta atribuye a cada subvalencia una ubicación, pero la constitución de la red se encuentra en el fundamento de otras dos propiedades estructurales: (i) la rección de las sub-dimensiones por el mismo forema es homogeneizante, como sucede en la lengua, donde la serie dé-faire, dé-coudre, dé-tacher, dé-composer, dé-charger… [deshacer, descoser, despegar, descomponer, descargar] atrae todo término que conlleve la idea de “alejamiento, separación, privación de un estado o de una acción” (Grand Robert), aun si, como en el caso de déchirer [desgarrar], la sílaba dé- no remite al prefijo latino dis-. Con respecto a las “relaciones asociativas”, Saussure ha mostrado en el Curso de lingüística general que la lengua no es demasiado puntillosa en esa materia; (ii) la conmutación de los foremas dentro de una misma sub-dimensión es diferenciante, comparable a un análisis espectral: la sub-dimensión cambia de sesgo o de aspecto (en la acepción genérica del término) en función del forema seleccionado.

       II.7 FISONOMÍA DE LAS ESTRUCTURAS PARADIGMÁTICAS

      Si dejamos de lado el psicoanálisis, al Valéry de los Cuadernos, los capítulos que Cassirer dedicó al “fenómeno de expresión” en Filosofía de las formas simbólicas, a Nietzsche por supuesto y a algunos otros, la afectividad es considerada desdeñable por unos y, por otros, más clarividentes, embarazosa, como si la cuestión de por dónde abordarla agotase la problemática. La “desretorización” de la lingüística operó en el mismo sentido. No faltan agudas monografías sobre tal o cual afecto o pasión; sin embargo, aún hace falta una analítica a priori de lo sensible que concuerde con los avances de la semiótica. De ninguna manera pretendemos decir aquí la última palabra; tratamos simplemente de indicar las categorías que, en nuestra opinión, debería tomar en cuenta una analítica razonada del afecto para incorporarlas a la red de los doce pares de subvalencias que acabamos de presentar, ya que las valencias son formas del plano de la expresión y los afectos son formas del plano del contenido.

       II.7.1 Primera analítica de lo sensible

      El primer punto que vamos a subrayar consiste en recordar que el estructuralismo se empantanó en los términos, sin llegar a concebir las propiedades mismas de la relación. Ya hemos mencionado dos aspectos: que, por ser complejos, los términos son ante todo definibles, y que, por otra parte, son el resultado de una intersección bidimensional o multidimensional.

      Es necesario avanzar ahora un poco más y formular los rudimentos de una semiótica del intervalo. La diferencia saussuriana ha sido concebida, como si fuera evidente, en términos de contrariedad y de contradicción, aunque no todos los contrarios tienen el mismo valor, pues, según Bachelard en La dialéctica de la duración, “es posible invocar dos tipos de casos en función de si los contrarios se erigen a partir de una hostilidad decisiva o si nos encontramos frente a una contrariedad mínima”.36 Por nuestra parte, distinguimos entre super-contrarios tónicos y distantes y sub-contrarios átonos y cercanos, asignando la tonicidad al plano del contenido y la distancia al plano de la expresión. Para aligerar la exposición, es necesario hacer algunas precisiones terminológicas. Dado un gradiente que va de [s1] a [s4] y que marca una pausa en [s2] y en [s3], [s1] y [s4] intervienen como super-contrarios, y [s2] y [s3], como sub-contrarios (Sapir*):

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      De conformidad con la herencia hjelmsleviana, esa es una estructura mínima, ya que [s1] y [s4] se oponen a [s2] y [s3], al mismo tiempo que se oponen entre sí. Pero, de acuerdo con la perspectiva semiótica del intervalo, lo esencial se encuentra en otra parte: desde el punto de vista tensivo, disponemos de dos intervalos nítidos, el intervalo mayor [s1 ↔ s4] y el intervalo menor [s2 ↔ s3]. Salgamos al paso de una objeción aparentemente legítima: ¿por qué privilegiar esos dos intervalos por encima de [s1 ↔ s2] y [s3 ↔ s4]? La solidaridad enlaza, más allá de su “aborrecimiento” mutuo, los extremos [s1] y [s4]; ambos comparten el mismo “desprecio” por los términos intermedios. La misma hipótesis aparece en Goethe, en su Tratado de los colores:

      El ojo no puede ni quiere mantenerse un solo instante en el estado uniforme específicamente determinado por el objeto. Una tendencia a una suerte de antagonismo lo obliga y, al oponer un extremo al otro, un intermedio a otro, reúne instantáneamente los contrarios y se esfuerza en constituir una totalidad, tanto cuando los fenómenos son sucesivos como cuando coexisten en el tiempo o en el espacio.37

      Esa estructura mínima no deja de tener alguna semejanza con el cuarteto de rimas enlazadas “a la francesa”, en el que riman entre sí los versos extremos [primero