En un estudio con hablantes nativos del griego, Tsimpli & Dimitrakopoulou (2007) aportan evidencia a la hipótesis al analizar la interlengua de los participantes que adquieren el inglés como L2. Tambien en este estudio se revela que, al no poder acceder a todos los componentes necesarios, los aprendices desarrollan otros procesos para compensarlos. Es decir, se emplea una estrategia parecida a la predicha por la Hipótesis de los Rasgos Funcionales Fallidos. La única diferencia se halla en la causa: según la Hipótesis de la Interpretabilidad, no se trata de una inaccesibilidad de categorías funcionales enteras, sino de los rasgos no-interpretables que desencadenan la necesidad de compensarlos. En ambos casos, sin embargo, emergen modelos de aprendizaje que los aprendices mismos construyen sin que haya procesos equivalentes ni en el sistema de partida ni en el sistema meta.
Esta estrategia de aprendizaje también la subrayan Hawkins & Hattori (2006) en su artículo, destacando el hecho de que, aunque no concuerda con los procesos que aplican los hablantes nativos del sistema meta, asimismo es compatible con los principios proveídos por la GU:
“Where, however, the target language has selected an uninterpretable syntactic feature that is not available to the L2 speaker through primary language acquisition, other options provided by UG will need to be accessed to represent the phenomenon in question in the grammar.” (Hawkins & Hattori 2006: 273).
En el estudio de Hawkins & Hattori (2006), eso se demuestra a partir de unos aprendices japoneses de inglés como L2 cuyos juicios de gramaticalidad acerca de ítems gramaticales que contienen fenómenos del movimiento wh concuerdan con los del grupo de control nativo del estudio. En los casos de los ítems agramaticales, sin embargo, se revelan divergencias significativas por las cuales los investigadores justifican la existencia de una estrategia desviada del sistema meta. Las causas de esta estrategia desviada se hallan en las características del sistema japonés que no comparte los rasgos no-interpretables del inglés.
En Figura 1, se ilustran las predicciones de la hipótesis de manera gráfica. En aquellos casos en los que la adquisición resulta imposible, el aprendiz tiene que recurrir a estrategias cognitivas para compensar la inadquiribilidad.
Las ideas de la Hipótesis de la Interpretabilidad están ampliadas y especificadas algo más al considerar los efectos de frecuencia para explicar los procesos concretos del desarrollo de la interlengua. En un estudio acerca de la morfología verbal de los verbos copulativos y auxiliares del inglés, Hawkins & Casillas (2008) concluyen que también en casos en los que los aprendices consiguen transferir rasgos no-interpretables de su lengua materna y, por lo tanto, su interlengua puede diferir del sistema meta. Aunque la gramática resulta la misma, se distinguen las entradas del vocabulario consolidadas por una exposición a input lingüístico. Esta propuesta explica tanto la opcionalidad persistente observada en hablantes avanzados (cf. Sorace 2003, →2.3) cuando su L1 difiere del sistema meta respecto a los rasgos no-interpretables, como actuaciones llamativas en otras poblaciones en las que aún no se ha llegado a un dominio completo. Puesto que estos últimos están en un proceso de reestructuración de rasgos aún no completado, se hace plausible la dependencia de efectos de frecuencia.
Ilustración de la Hipótesis de la Interpretabilidad
2.3 ¿Acceso a la GU? Propuestas de accesibilidad total
En oposición a los planteamientos de acceso restringido, se sitúa otra rama de investigación que postula una accesibilidad total de la GU, también en el contexto de la adquisición de una L2. Schwartz & Sprouse (1994, 1996) postularon, dentro de esta rama, la Hipótesis de Transferencia Completa/Acceso Completo. Según este planteamiento, los aprendices empiezan con una transferencia entera de todo el sistema gramatical de su L1 en las primeras fases de adquisición. Pero, simultáneamente, la GU queda accesible durante toda la vida, y mediante los medios proveídos por ella, los aprendices modifican su interlengua subsecuentemente al recibir más y más input.
Siguiendo a Sorace (2003, 2011), cuyas propuestas resultan compatibles con la hipótesis de Schwartz & Sprouse (1994, 1996), las deviaciones en la interlengua se producen solo en interfaces que conectan distintas partes de la gramática. Cierta opcionalidad alternante que se evidencia entre dos construcciones resulta resistente hasta en niveles superiores. Varios estudios pudieron comprobar que, aunque estas construcciones aparecen en contextos raros, sí pueden detectarse en los hablantes casi-nativos (Sorace 2003). Estas alternancias, llamadas opcionalidades residuales, pueden estar causadas por una transferencia de la L1, o también por una malinterpretación del input.
Sorace (2003: 136) afirma que opcionalidades similares (la coexistencia de dos estructuras sintácticas con el mismo contenido proposicional) también aparecen en las lenguas naturales. La diferencia puede hallarse en factores extralingüísticos como el contexto de una situación. Así, la omisión de un sujeto en las lenguas que la permiten depende de factores discursivos, y así concierne a más de una componente de la gramática.
Estas deliberaciones llevan a la Hipótesis de la Interfaz (Interface Hypothesis). Aunque esta designación no apareció antes del estudio de Sorace & Filiaci (2006), Rothman & Slabakova (2011: 568) afirman que la idea de interfaces es compatible con las primeras versiones de las teorías innatistas: la modularización de la facultad lingüística en varios componentes (sintaxis, semántica, fonología) que funcionan como sistemas singulares lógicamente necesita permitir una comunicación mutua entre estos componentes y, a la vez, entre los módulos lingüísticos y otros medios cognitivos. Las interfaces emplean esta función y permiten el intercambio de input y output entre los componentes.
Sorace (2004) postula que las interfaces producen inestabilidades en todas las situaciones plurilingües: en la adquisición bilingüe infantil (2L1), en la adquisición de segundas lenguas (L2) y en lenguas de herencia. Además, no necesariamente son atribuibles a una influencia por la lengua no-dominante sobre la otra.
Particularmente en referencia a las segundas lenguas, Sorace (2006) advierte que las inestabilidades observadas no necesitan corresponderse con una representación defectiva de la gramática meta. Con este argumento sigue a Clahsen & Felser (2006) que proponen que desviaciones entre la competencia de hablantes no-nativos y el habla nativa pueden justificarse con meras dificultades en el procesamiento computacional. Como el procesamiento en las interfaces resulta más costoso, es allí donde se manifiestan vulnerabilidades y fosilizaciones (Sorace 2006: 89). A diferencia que Clahsen & Felser (2006), sin embargo, la autora advierte que el acto de recurrir a procesamientos más simples que llevan al hablante no-nativo a producir una estructura desviada no es ineludible. Lo que diferencia los hablantes no-nativos de nivel avanzado de los hablantes nativos es que los primeros recurren a la estrategia aliviadora más a menudo y de manera más regular. También entre los hablantes nativos, sin embargo, el uso de procesos más simples es una opción que puede aplicarse en situaciones determinadas (Sorace 2006: 91).
Más tarde, Sorace (2011) admite, no obstante, que la hipótesis ha de modificarse subsecuentemente según nuevos datos obtenidos, ya que la diferenciación entre Sintaxis Estrecha e interfaces no es evidente. En concreto, después de revisar estudios más recientes, propone la diferenciación entre interfaces internas y externas. Mientras que las del primer tipo dependen únicamente de rasgos formales, las otras también se rigen por factores contextuales.
White (2011) y Montrul (2011), en cambio, critican la distinción