En cuanto a la variación del imperfecto, Bertinetto (2000: 576) afirma que, en algunas variedades latinoamericanas, la forma progresiva se utiliza para expresar el aspecto imperfectivo en general, sin diferenciar entre continuidad y habitualidad. En estas variedades, el uso del imperfecto sin la forma progresiva, consiguientemente, resulta más reducido.
En resumen, la variación en lo que concierne al contraste entre perfectividad e imperfectividad resulta bastante delimitado. Por consiguiente, el verdadero reto para estudios empíricos se halla en el alto grado de subjetividad conectado con el aspecto gramatical. La selección de una u otra forma no es arbitraria ya que expresa un punto de perspectiva concreto. Salaberry advierte, no obstante, que, a pesar de esta función clara, la selección tampoco necesita resultar evidente.
“On the other hand, the choice to use one or the other inflectional ending is not necessarily deterministic: any given verbal predicate is embedded in a particular context that guides the choices made by native speakers.” (Salaberry 2008: 191-192)
Esto puede ilustrarse a partir de las siguientes dos frases, tomadas de González (2013):
(44) Jari bebió una limonada.
(45) Jari bebía una limonada. (ejemplos de González 2013: 162)
En ausencia de más factores contextuales, ambas frases resultan aceptables. La diferencia no consiste en su estado de gramaticalidad sino en la perspectiva que adopta el hablante. Mientras que en (44) el evento se presenta como completo y terminado, en (45) el hablante focaliza la estructura interna. Otro ejemplo lo aducen Goodin-Mayeda & Rothman (2007):
(46) Siempre que fuimos a esa tienda, compramos mucha porquería.
(47) Siempre que íbamos a esa tienda, comprábamos mucha porquería.
(ejemplos de Goodin-Mayeda & Rothman 2007: 136)
En (46), los eventos se presentan de manera accidental, en (47) nos hallamos ante un condicional contrafactual. Eso es, mientras que el imperfecto ilustra la relación consecutiva entre las dos acciones, el indefinido se usa para subrayar la ausencia de planificación. Goodin-Mayeda & Rothman (2007: 136) explican este hecho mediante dos traducciones distintas en inglés: la forma comprábamos en (47) se traduce simplemente como we bought, el indefinido en (46) se corresponde con we ended up buying. Crucialmente, la apariencia de otros elementos lingüísticos (como la del adverbio siempre) no anula o neutraliza la diferencia.
Estos razonamientos resultan obvios, considerando la función de la morfología verbal. En el contexto la morfología rica del español, el marcaje del aspecto gramatical sería redundante si ya fuera determinado de manera unívoca por otros elementos lingüísticos. Es, por eso, lógico que los morfemas aspectuales también aporten su contribución a la interpretación aspectual.
Salaberry (2008: 25) argumenta que el aspecto, como siempre indica una perspectiva que el hablante adopta, no puede disociarse de una subjetividad exhibida por las personas implicadas y por la situación. Incluso extiende este argumento hacia el aspecto léxico, concluyendo que por la subjetividad se explican las diferentes evaluaciones respecto a la telicidad (recuérdese →3.3). Haßler (2016: 217) advierte que subjetividad no debe de confundirse con arbitrariedad. El hablante solo puede efectuar sus selecciones dentro del espacio permitido por el contexto.
“The choice of grammatical aspect is not arbitrary. In Spanish, in particular, the use of either Preterite or Imperfect is not capricious.” (Salaberry 2008: 191)
Aunque la selección de la forma verbal depende de muchos factores contextuales y, de manera decisiva, de la perspectiva que el hablante elige adoptar, el uso de uno u otro tiempo verbal no es arbitrario. Dependiendo de todos los rasgos definidos por la oración y la conversación, la perspectiva puede ser más o menos delimitada. Con la selección de los tiempos, el hispanohablante nativo decide conscientemente emitir un mensaje determinado y enteramente especificado. La subjetividad restante, finalmente, también explica el límite complicado entre iteratividad y habitualidad (Salaberry 2008: 203). Mientras que el primer concepto pertenece a los contextos englobados por el aspecto perfectivo, la habitualidad es una noción específica de la imperfectividad. El número concreto de repeticiones que convierten una iteración en una costumbre, sin embargo, no está determinado por factores lingüísticos, sino que depende del contexto y la evaluación del hablante (compárese →3.4, →5.2.4).
De estos ejemplos se deduce que, claramente, la oposición entre el imperfecto e indefinido en español está sujeta a un alto grado de subjetividad que, aunque no es aleatoria ni arbitraria, depende de la perspectiva del hablante, del contexto específico y de la situación global en la que la oración está intercalada. Estas deliberaciones son particularmente relevantes en el contexto de tareas de producción que se usan en el aula de español como L2 o en estudios empíricos de lingüística (y afectan también el estudio empírico presentado al final →7.2). Dado que, como se ha demostrado, los demás elementos de la oración (complementos, adverbios, etc.) no determinan el aspecto gramatical de manera inequívoca, la interpretación de los datos de pruebas empíricas requiere una consideración de esta subjetividad implicada.
En conclusión, un hablante ha de comprender que el contexto que determina la (im)perfectividad no está fijado por factores meramente lingüísticos. A nivel gramatical, las formas verbales del imperfecto y el indefinido están ensamblados en conexión con el rasgo [±perfectivo]. Como se ha visto en las últimas secciones, el rasgo [-perfectivo] engloba a nociones de la progresividad, la continuidad y la imperfectividad, lo que un hablante nativo aprende durante la adquisición de su L1. Aunque este ensamblaje parece sencillo, por lo que un reensamblaje debería serlo también, los factores subjetivos dificultan la aprehensión del contexto, y es posible que la configuración exacta no se perciba. Para poder entender esta problemática, a continuación, se describirá en detalle el papel que desempeña la perfectividad en las lenguas germánicas, enfocando en especial el alemán y las diferencias que presenta frente al español. Estas diferencias causan dificultades en la adquisición que, después de una formalización más exacta de la gramática (→4.5) se discutirán en la sección 3.6.
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