La adquisición del sistema verbal español por aprendices alemanes y el papel del aspecto gramatical. Tim Diaubalick. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Tim Diaubalick
Издательство: Bookwire
Серия: Language Development
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9783823301363
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Juan sabía/*estaba sabiendo. (Comrie 1976: 34)

      Consecuentemente, la progresividad es la combinación entre la lectura continua y predicados no-estativos. Comrie (1976: 35) advierte, sin embargo, que una comparación entre diversas lenguas (inglés, español, islandés, etc.) revela que las restricciones para el uso del progresivo no son universales (véase también italiano vs. español, →4.4.2). Es decir, el mero hecho de que algún que otro verbo pueda combinarse o no con la forma progresiva no puede ser prueba suficiente a favor o en contra de la estatividad. Un ejemplo revelador aducido por Comrie concierne a los verbos perceptivos, que en inglés no suelen combinarse con el progresivo1, mientras que esta combinación en las lenguas románicas resulta más habitual.

      Particularmente relevante en el contexto de la adquisición del español como segunda lengua es la percepción del valor imperfectivo en aquellos casos no caracterizados por ser habituales ni progresivos (véase Domínguez et al. 2013, →5.1.3). Esta dificultad es compartida por algunas gramáticas tradicionales:

      “Definitions of progressiveness found in some traditional grammars, along the lines of describing a situation in progress, often fail to bring out the difference between progressiveness and imperfectivity.” (Comrie 1976: 33)

      Sin embargo, en realidad el uso del progresivo no entraña la ausencia del aspecto perfectivo, lo que se ilustra a través del siguiente ejemplo del español:

      (10) Toda la tarde estuvieron entrando visitas. (según Comrie 1976: 22).

      En la frase (10), se ve una combinación entre el perfectivo y el progresivo. Comrie (1976: 23) explica este uso como la presentación de varios actos de distintas fases percibidas como un único conjunto. La perfectividad y la imperfectividad, aunque contrastan, por lo tanto, no resultan complementarios.

      Igualmente, pueden combinarse las distintas subclases entre sí:

      (11) He used to be playing. (Comrie 1976: 30)

      En (11), el uso de las formas verbales puede explicarse por tratarse de una iteración prolongada, mientras que la progresividad caracteriza cada una de las incidencias como progresivas. La comparación interlingüística, sin embargo, demuestra que la habitualidad y la continuidad pertenecen a un único concepto coherente cuyo enfoque está en la estructura interna. Por esta razón, se justifica la asunción del aspecto imperfectivo como unidad. Finalmente, Comrie (1976: 52) habla del aspecto perfecto. Anota que el perfecto es un caso particular, ya que no caracteriza la situación de manera interna, sino que destaca su relación con el presente. Por esta razón, también posee rasgos temporales y no se caracteriza de manera puramente aspectual.

      Schwenter & Torres Cacoullos (2008: 4) argumentan que el aspecto perfecto y el perfectivo comparten varios rasgos en el sentido de que ambos conceptos conciernen al término de la acción: en el caso del perfecto, el enfoque está en el resultado; en el caso del perfectivo, importa la compleción. La diferencia yace en que el aspecto perfecto además expresa una delimitación frente a otros eventos pasados, y así no puede usarse para una narración de eventos secuenciados.

      3.5 Interacciones entre distintos niveles: la ontología de Moens & Steedman

      Aparte de que distintas lenguas fusionan las categorías en su morfología, también existen ciertos fenómenos gramaticales que causan una interacción semántica. En este contexto, Dowty (1979) compara las siguientes frases:

      (12) John was drawing a circle.

      (13) John was pushing a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

      En ambas frases, aparece el aspecto progresivo en un tiempo del pasado. La diferencia yace en el aspecto léxico: mientras el ejemplo (12) contiene una realización télica, el predicado de (13) consiste en una actividad, y consiguientemente es atélico. Una consecuencia directa de esta diferencia es la validez de posibles conclusiones que se resumen en (14) y (15).

      (14) John drew a circle.

      (15) John pushed a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

      Mientras que la verdad de (13) automáticamente entraña la verdad de (15), no puede decirse lo mismo sobre (12) y (14). La razón se encuentra en el aspecto gramatical. La perfectividad de (14) sugiere el término de la acción completa. Ya que la acción está caracterizada por un límite inherente, la imperfectividad de (12) deja abierta su alcance. En el caso de los predicados atélicos, en cambio, el punto terminal es arbitrario (cf. prueba de entrañamiento de Salaberry 1999, →3.3).

      A partir de estos ejemplos, Dowty (1979) formula la paradoja imperfectiva:

      “In other words, the problem is to give an account of how (1) [aquí reproducido como (12), T.D.] entails that John was engaged in a bringing-a-circle-into-existence activity but does not entail that he brought a circle into existence.” (Dowty 1979: 133)

      Para explicar dicha diferencia, resulta particularmente adecuado el modelo temporal-aspectual de Moens & Steedman (1988) quienes definen una ontología combinatoria de todos los conceptos. Como se va a revelar, su modelo es especialmente relevante para algunos estudios de la adquisición de los tiempos del pasado en español, ya que destaca la noción de la estatividad frente a eventividad. Por ejemplo, se ha observado que, entre aprendices anglófonos de español como segunda lengua, es justamente este contraste el que puede explicar algunos modelos de adquisición (→5.1.3). En otro contexto, observaciones similares han causado que Bickerton (1981) postulase la diferenciación entre estados y eventos como concepto innato.

      En su análisis, en contraste con Reichenbach (1947) o Klein (1992), Moens & Steedman (1988) enfatizan la interdependencia entre elementos gramaticales y elementos léxicos, resaltando así de manera crucial el papel del aspecto léxico. La influencia mutua entre el nivel léxico y la gramática, llamada coerción, es la razón por la cual los autores argumentan que un trato de las categorías sueltas es imposible. Los autores tienen razón en su observación de que un análisis aislado de ambos fenómenos resulta difícil considerando algunos casos especiales. La idea de que esta observación lleva automáticamente a la inseparabilidad de los conceptos teóricos, en cambio, no acaba de convencer.

      La idea central del modelo concierne a la diferenciación entre estados frente a eventos. Mientras que los estados se consideran como espacios continuos, los eventos se caracterizan por una dinamicidad y permiten transiciones entre estos espacios. Por esta propiedad, pueden compararse en cuanto a la manera según la cual conectan el estado de fuente con un posible estado consecuente de la acción. Según Moens & Steedman (1988), los eventos caen en cuatro grupos que se definen a través de dos rasgos semánticos, [±atómico] y [±conseq]. El primero simboliza el concepto que tradicionalmente se entendió como puntualidad. Con una argumentación similar a Verkuyl (1999, 2002), los autores argumentan que los puntos, en el sentido matemático de la palabra, no representan un concepto apto para la definición de acciones del mundo real. La diferencia entre los dos modelos, sin embargo, consiste en que, mientras Verkuyl (2002) no concede ninguna relevancia a la distinción entre eventos puntuales y no-puntuales, Moens & Steedman (1988) solamente amplían el concepto, e introducen la idea de eventos atómicos que pueden parecer puntuales, aunque no lo sean, lo que define el primer rasgo. El segundo rasgo, [±conseq], concierne a la (no-) existencia de un estado consecuente. En el caso de [-conseq], el evento no causa ningún cambio de estado.

      La coerción puede producirse por rasgos léxicos (así, tener hipo implica una iteración de varias acciones puntuales), pero más relevante es la inducción por parte de elementos gramaticales. Por ejemplo, el aspecto progresivo puede añadir el valor durativo a cualquier evento atómico, y el aspecto perfecto añade una culminación. Moens & Steedman (1988: 18) argumentan que las vías, por la cual se produce la coerción, están inequívocamente determinadas por la gramática de una lengua dada.

      Otra coerción se observa con el perfecto. Este causa el enfoque del estado consecuente de un proceso. Por consiguiente, su argumento necesita poseer tal estado, y en caso de que no lo posea, se reinterpreta. Una consecuencia directa, visible en el sistema inglés, consiste en la observación de que este estado consecuente aún tiene que estar presente y ser perceptible.