El aspecto predicacional se define como binario y de forma composicional. Es decir, puede presentar dos valores (terminativo y durativo, en la terminología de Verkuyl), y puede explicarse a partir de un análisis de sus elementos constituyentes. Una ventaja esencial del planteamiento de Verkuyl (1999) es su compatibilidad con los enfoques generativistas: de la misma manera que una oración sintácticamente puede analizarse de manera binaria, también es posible un análisis parecido del sintagma verbal en cuanto a su aspecto predicacional.
Según Verkuyl (2002), influyen dos rasgos atómicos que se sitúan en el verbo, en su complemento y en el sujeto de la oración. El verbo léxico está marcado por el rasgo [±ADDTO] que distingue entre estados (valor negativo) y procesos dinámicos (valor positivo). Los sintagmas nominales, a su vez, conllevan el rasgo [±SQA]. Aquí, el valor positivo indica que la cantidad de objetos denotados está determinada. Verkuyl (2002: 3) advierte, sin embargo, que su valor no se corresponde con la definitud del sintagma, sino que se trata de un rasgo enteramente semántico.
Según Verkuyl (2002), la determinación del aspecto predicacional se produce en dos pasos. En primer lugar, se produce el valor aspectual del sintagma VP por una combinación entre el verbo y su complemento, después de la cual el valor del vP5 viene determinado por la adición de un sujeto. En estos procesos, el punto central de su argumentación es el Principio Plus (Verkuyl 1999, resumido en Verkuyl 2002: 5) que dice que todos los elementos presentes en la frase necesitan llevar un rasgo positivo para que el evento se entienda como terminativo. Es decir, un único valor negativo convierte el evento a un evento durativo. La composición entre el verbo y su complemento determinan el valor del sintagma VP, que, en el segundo paso, actúa como unidad. El vP, entonces, contiene todos los rasgos aspectuales que resultan por la composición entre VP y el sujeto.
Aunque la sintaxis desempeña un papel importante contribuyendo a la interacción entre sujeto, complemento y verbo, en los procesos descritos se determina únicamente el aspecto interior de la frase atemporal (Verkuyl 2002: 3). El aspecto exterior, en cambio, se determina por el aspecto gramatical, una vez la flexión aparece.6 Es decir, igual que el tiempo verbal, se específica por morfemas gramaticales. Sin embargo, es importante resaltar que los rasgos del VP no igualan a los rasgos del verbo léxico. En este respecto, Verkuyl (2002) critica a Vendler (1957), que no efectúa una delimitación suficientemente nítida entre el aspecto verbal y el aspecto predicacional.
Ignorando este punto específico, sin embargo, sí se ofrece la posibilidad de comparar las distintas clasificaciones. Considerando los rasgos definidos por Comrie (1976) que se basan en las deliberaciones de Vendler (1957), se revela que el único concepto no integrado por Verkuyl es la particularidad de eventos puntuales; cruciales para separar realizaciones de logros. Verkuyl (2002) argumenta que esta diferenciación resulta problemática en la aplicación de ciertos contextos. Por ejemplo, sintagmas como descubrir tesoros valiosos claramente implican una duración. Igualmente, es posible alargar eventos percibidos como puntuales al combinarlos con el progresivo (estar llegando, estar ganando). Estas son pruebas de que el concepto de la puntualidad no puede mantenerse.
3.4 Definiciones del aspecto gramatical: el modelo de Comrie
Para los objetivos de las siguientes secciones, es esencial definir el aspecto gramatical de forma independiente del tiempo gramatical. Solo así se pueden explicar los contrastes que diferencian los sistemas verbales germánicos del español (→4.4.1). En este contexto, se ofrece el modelo de Comrie (1976). Adaptando la idea de que la relación entre el momento del habla y el evento mismo, Comrie (1976: 5) propone separar tiempo y aspecto a través de definiciones más rigurosas. Sostiene que tiempo es una categoría deíctica y externa a la situación, mientras que aspecto es interno a la situación. Se da el siguiente ejemplo:
(7) John was reading when I entered.
Juan leía cuando entré (ejemplo según Comrie 1976: 3).
En ambas lenguas, inglés y español, vemos que se usan dos formas verbales distintas, mientras que ambos eventos tienen lugar en el pasado. La diferencia, por lo tanto, es aspectual. Comrie (1976: 4) advierte, sin embargo, que a pesar de que es una categoría interna, el aspecto gramatical está sujeto a considerables variaciones. Consecuentemente, es preciso diferenciar entre aspecto léxico y gramatical. Cuando, en una descripción lingüística, se sostiene que una lengua dada no posee aspecto, esto necesariamente se refiere al aspecto gramatical, es decir, el aspecto no se codifica en la gramática de manera morfosintáctica. El aspecto léxico, como se ha mostrado, es universal.
Es frecuente que el aspecto gramatical y el tiempo no se marquen de manera analítica, sino que se fusionen en una única desinencia. Tal y como se ha visto en la introducción, el español combina el marcaje aspectual con las desinencias del tiempo del pasado. Además, es importante resaltar que una forma verbal puede tener varios usos o significados. En este caso, Comrie habla de un significado central o básico, y otros subsidiarios (Comrie 1976: 11).
A nivel teórico, Comrie (1976) define tres categorías de aspecto gramatical que coinciden con aquellas nombradas por Klein (1992, véase arriba): el aspecto perfectivo, el aspecto imperfectivo, y el aspecto perfecto. Un punto muy relevante para los argumentos de Comrie (1976) es la subjetividad del aspecto gramatical. En este contexto, aduce el siguiente ejemplo que demuestra que la misma acción puede presentarse tanto de forma perfectiva como imperfectiva:
(8) John read that book yesterday; while he was reading it, the postman came.
‘Juan leyó ese libro ayer; mientras lo leía, vino el cartero.’
(Comrie 1976: 4, traducción propia)
En (8), se evidencia la importancia de la perspectiva. Es decir, la perfectividad no alude ni a una duración corta, ni a una noción objetiva de delimitación, ya que los mismos eventos pueden ser narrados de manera imperfectiva. El ejemplo, además, demuestra que tampoco resulta adecuado hablar de eventos puntuales.
Ante estas ideas, Comrie (1976: 18) propone la metáfora de una burbuja en vez de un punto. Una burbuja, como objeto tridimensional, puede poseer una alta complejidad interna, sin que se imposibilite su percepción como objeto singular. La misma función emplea el aspecto perfectivo: presenta la acción en su totalidad, delimitada de otros eventos a través de límites perceptibles. Esto explica la propiedad “completado” que a menudo se menciona en el contexto del aspecto perfectivo. Este adjetivo, sin embargo, caracteriza más bien el aoristo en vez del aspecto perfectivo, ya que conlleva una noción de pasado. Su inadecuación resulta especialmente evidente al tomar en consideración aquellas lenguas cuyas gramáticas contienen un futuro perfectivo, como por ejemplo el ruso (Comrie 1976: 18). El adjetivo completado, consiguientemente, pone demasiado énfasis en el punto culminativo de la acción. Comrie menciona reservas parecidas en cuanto al rasgo de la resultatividad que enfoca el resultado de la acción. El aspecto perfectivo, en cambio, simultáneamente presenta todas las frases constituyentes de una acción; el inicio, las fases intermedias y el fin. Por esta razón, el autor argumenta que resulta más preferible el uso del término completo.
La oposición del perfectivo es el aspecto imperfectivo, que a su vez posee varias subclases: la habitualidad, la continuidad y la progresividad.
El aspecto habitual hace referencia a la descripción de una situación característica para un período temporal que no es accidental lo que aclara la diferencia a la iteratividad que, hasta pasar por cierto límite, es perfectiva (Comrie 1976: 28). La delimitación exacta, sin embargo, depende de factores subjetivos y se define de manera extralingüística (Comrie 1976: 27). La continuidad, según Comrie, se define como el aspecto imperfectivo no-habitual. Se subdivide en acciones progresivas y no-progresivas. La progresividad alude a una acción que enmarca un evento. La diferencia entre continuidad y progresividad