Sabor peruano. Enrique Blanc Rojas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Enrique Blanc Rojas
Издательство: Bookwire
Серия: La media vuelta
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786075712987
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Byrne, guitarrista veterano del grupo Talking Heads, rockero genético, melómano enloquecido por el pop, de safari por el bossa anglófilo, viajante del tropicalismo del futuro y obsesionado por la africanía en el Perú. Era un ser sin fijación colonial; al contrario, se sentía apasionado por mostrar al mundo lo maravilloso y real de una música que, sospechaba, era mágica y digna del ensueño.

      © Susana Baca.

      Algunos afirman que su búsqueda se parecía a la que, a su “adicto” estilo, llevaba a cabo Peter Gabriel en África. Lo cierto es que Byrne asistía en esas tardes neoyorquinas a la casa del profesor Bernardo Palombo, un políglota y periodista argentino obsesionado con las plantas amazónicas que le enseñaba el español reforzando los adverbios del espíritu, aquello que llaman poesía y que, en su lengua, sonaba a himnos con los retruécanos del corazón. Cierta vez, para ampliar el espectro de su clase, el maestro recurrió a un video que había grabado en Lima: una cinta con música del Perú donde aparecía una diosa morena que pronunciaba las vocales en un susurro aterciopelado, erigida sobre una nube. El alumno Byrne no lo pensó dos veces. Tenía que conocer a esa divina criatura de tan exótico país. Más tarde averiguaría que se llamaba Susana Baca, después viajaría al Perú, luego escribiría esta parte de la historia.

      Ese vestido blanco al viento y esos pies, levitando en danza ancestral amén de aquel verbo de canciones engalanado de misterios que venían del fondo de las épocas, dieron una dimensión universal a esa dama que rescataba amorosamente la memoria. Gracias al feliz encuentro con Byrne, Susana Baca inscribía en agosto de 1995 su “María Landó” en el Afro Peruvian Classics: The Black Soul of Peru, el mítico disco compacto, hoy desaparecido del mercado, que contenía una selección realizada por David Byrne y producido por su sello Luaka Bop, editado por Warner Bros Records en Nueva York. No había duda, habían iniciado otros tiempos.

      Susana Baca, mientras tanto, había ampliado su espectro artístico junto a su grupo, compuesto por David Pinto, director musical y bajo; Sergio Valdeos en guitarra; Juan Medrano Cotito en el cajón y Hugo Bravo en las congas y bongó. Una noche ella nos contó que le fastidiaba que le colocaran letreros a su música, que estaba de acuerdo con aquello de la world music porque se sentía compañera del trabajo de Manu Chao y del canario Pedro Guerra, el de “Contamíname”, pero igual de Casandra Wilson, y lo suyo tenía una huella propia, como en su tiempo lo tuvo el vals criollo que, cuando llegó y pasó por el oído del negro, perdió ese barniz europeo y se hizo zambo.

      En 1997, en pleno invierno francés, se edita en París Susana Baca. Vestida de vida, un disco compacto con el sello Iris Musique que recibió la distinción FIP y Le Choc de la crítica francesa. Desde esa fecha, el mercado europeo se rindió a la maestría y duende de Susana, y esa apertura no significaba más que la confirmación: su estilo había adquirido el brillo de una estrella consagrada y su horizonte se expandía de manera insospechada. Ese mismo año, David Byrne le produce el disco Susana Baca, editado por Luaka Bop / Warner Bros (Nueva York, 1997), que al mismo tiempo recibe el Choc de Le Monde de la Musique. En su año de lanzamiento, esta grabación fue considerada entre los doce discos más importantes en Francia, los tres principales en Inglaterra, y la revista Jazzis de Los Ángeles lo ubicó entre los ocho mejores.

      Ningún artista popular peruano había logrado tal éxito hasta ese momento. Los críticos de música contemporánea y los especialistas del planeta musical no tardaron en saludar el trabajo de Susana que, desde entonces, fue acumulando el reconocimiento unánime de publicaciones como The New York Times, Le Monde, Rolling Stone, Billboard, El País, The Sunday Times, Les Inrockuptibles, Jazz Times y The New Yorker, sólo por nombrar a las más conocidas, mismas que bautizaron su fertilidad musical excepcional como si su legado estuviese anegado por el agua bendita prestada de la cocina de sus ancestros y alimentada por su innegable talento y sus pasiones propias.

      Pero el dueto Byrne-Baca seguiría procreando éxito tras éxito. En el 2000 aparece Eco de sombras, editado por Luaka Bop y Virgin Records en Nueva York. La producción es de Craig Strett y la grabación recibe una distinción rotunda: es considerado el mejor disco del año por publicaciones como Les Inrockuctibles de Francia, GQ y el Boston Globe de Estados Unidos y Le Espresso de Italia. En 2001 se produce Espíritu vivo, también editado por Luaka Bop. En este disco participan el legendario percusionista Mongo Santamaría, el brasileño Caetano Veloso y la islandesa Bjork. Susana Baca me confesaría luego que ahí está la mejor muestra de su música: el eje vanguardista combinado con las raíces afroperuanas, la poesía y la contemporaneidad.

      Durante la década de los años noventa, la producción discográfica de Susana Baca forma parte también de varias compilaciones de sellos discográficos como Putumayo Records (EE.UU.), World Net (Alemania), Tonga Records (EE.UU.), Iris Musique (Francia), Yeiyeba, (España), La Fábrica de Ideas (España), Real World (Inglaterra), Manteca World Music y Sony Music (EE.UU.). No obstante, debo señalar dos discos históricos: Gifted: Woman of the World (Londres, 1999), producido por Real World y Virgin Records, y Make Me a Channel of Your Peace. The Nobel Peace Prize 100 Years (Oslo, 2001), producido por la Academia Sueca del Premio Nobel de la Paz en conmemoración de los cien años de este premio, y donde Susana se luce junto a una constelación de estrellas.

      © Diario de Madrid.

      Esta es Susana Baca, su pasión y su estilo o, como diría nuestro poeta Alejandro Romualdo, “La poesía tiene en la voz de Susana dulces modulaciones inconfundibles, acentos propios de una naturaleza cordial y solidaria. Quizá recogió todo esto de las orillas del mar, del vaivén de las barcas, de las mareas nocturnas…”. Yo sólo repetiré lo que Máximo Bravo compuso en el tema que abre el primer volumen de la colección Aparición:

      Yo quisiera escuchar hasta mi ancianidad la misma melodía.

      No debes olvidar esta ofrenda que viene dedicada a ti,

      melodía sublime que alimentas el alma;

      cuando voy a entonar me parece escuchar tu voz.

      Y la dejo entre sus amores y sus pasiones. Y gracias por tanta belleza, maestra.

      Tania Libertad, la intérprete que nunca pasa de moda

      ZOILA ANTONIO BENITO

      Cortesía de la artista.

      Tania Libertad de Souza Zúñiga (Zaña, Perú, 1952) es sinónimo de excelencia musical. Más de cincuenta producciones discográficas, más de doce millones de copias vendidas a nivel mundial y su presencia en grandes escenarios, incluyendo el Palacio de Bellas Artes, la Sydney Opera House, el Queen Elizabeth Hall, el Carnegie Hall y el Hollywood Bowl, lo avalan. Hablar de ella es evocar sus raíces peruanas, pero también el inmenso cariño y agradecimiento que le tiene al pueblo mexicano, que la acogió desde hace más de cuarenta años. Es una mujer que sabe aprovechar las oportunidades de la vida. Para la intérprete, no hay imposibles. Ella refleja la cultura latinoamericana a donde quiera que vaya. Tania es, sobre todo, libertad.

      Su historia empieza en Zaña, un pueblo ubicado en Chiclayo, Lambayeque, en el norte del Perú. Nació el 24 de octubre, por lo que tiene la misma edad que Daysi de Souza, su vecina. Esto no fue coincidencia. El papá de Tania, Carlos de Souza, es el papá de ambas. Por ser parte de la Guardia Civil, él y su familia fueron llevados a Zaña para castigar su ideología política. “Mi padre era anarquista, ateo, todo con ‘a’. Lo que escribía era revolucionario. Cuando lo descubrían, lo castigaban y lo mandaban a algún pueblo alejado”, asegura Tania. Ella es la séptima de ocho hermanos, y la única mujer.

      Al año y medio se levanta el castigo y la familia va hacia la ciudad de Chiclayo. Es allí donde, a muy temprana edad, tiene sus primeros acercamientos con la música y con México. “Mi mamá, Mercedes Zúñiga, dice que al año y medio tarareaba melodías. Pero mi primera presentación fue a los cinco años de edad en la escuela, con micrófono y