Algunos de estos trabajos, pocos, han visto la luz en forma de libros, principalmente los de carácter más general (entre ellos, Las claves del feudalismo), los manuales y los que han sido resultado de los proyectos de investigación que ha dirigido. La mayoría, sin embargo, han sido publicados en revistas especializadas y, sobre todo, en actas de congresos y reuniones científicas. Aquí cabría hacer mención de los cuatro o cinco foros en los que Iradiel ha participado regularmente en todos estos años, hasta el punto de constituir una cita obligada de su calendario académico y un punto de encuentro, además de intercambio y discusión científica, con amigos y colegas. A la Settimana de Prato, cuya alma ha sido y continúa siendo Giampiero Nigro, se añaden el coloquio internacional de Pistoia, organizado cada dos años por el Centro Italiano di Studi di Storia e d’Arte e impulsado por Giovanni Cherubini y, tras la jubilación de éste, por Gabriella Piccinni; la Semana de Estudios Medievales de Estella, de cuyo comité científico han formado parte Juan Carrasco, José Ángel Sesma y Juan Ignacio Ruiz de la Peña, todos ellos amigos muy cercanos de Paulino Iradiel y miembros de la misma generación historiográfica; y los Congresos de Historia de la Corona de Aragón, en cuya comisión permanente ha participado durante años en representación de Valencia, además de ocuparse, junto con Rafael Narbona, de la organización de la XVIII edición que, bajo el título de El Mediterráneo de la Corona de Aragón, siglos XIII-XVI, se celebró en Valencia en 2004. Y aún habría que señalar los Cursos de Especialización de Historia Medieval, que, durante diez años, hasta 2014, se celebraron en el monasterio de Valldigna, dirigidos también por Iradiel y Narbona. Por último, habría que destacar igualmente la importante contribución que supuso en su día la publicación de la Revista d’Història Medieval, editada por el Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Valencia, bajo la dirección de Iradiel, y de la que llegaron a salir doce números, entre 1990 y 2002. La revista dedicó varios de sus números monográficos al Mediterráneo, las ciudades y las élites urbanas, actuando a la vez como vehículo de difusión de la investigación propia –de Iradiel y de su escuela– y como lugar de encuentro y discusión entre historiadores de diferentes países.
La trayectoria investigadora de Iradiel no se agota en su propia obra, sino que se extiende, a través de los temas sugeridos, los planteamientos teóricos y metodológicos y, sobre todo, los estímulos y las incitaciones intelectuales, a las numerosas tesis doctorales que ha dirigido. Veintiuna en veinticinco años, de 1984 a 2008, entre las que, además de las ya citadas de Enric Guinot y M. Rosa Muñoz Pomer, que fueron las primeras, se cuentan las de Antoni Furió (el campesinado valenciano bajomedieval), Ferran Garcia-Oliver (el monasterio de Valldigna), Mateu Rodrigo (la revuelta de la Unión), Manuel Ruzafa (la morería de Valencia), Rafael Narbona (el patriciado de la ciudad de Valencia), José María Cruselles (los notarios valencianos), Pau Viciano (la oligarquía urbana de Castellón), Germán Navarro (la industria de la seda), David Igual (las relaciones comerciales entre Valencia e Italia), Enrique Cruselles (los mercaderes valencianos), Carles Rabassa (el desarrollo comercial de Morella), Josep Torró (la colonización feudal), Joaquín Aparici (la manufactura rural y el comercio interior), Francisco Cardells (la organización del territorio y la cultura material), José Bordes (la primera fase del desarrollo industrial en Valencia), Nieves Munsuri (el clero secular desde una perspectiva socioeconómica), Francisco Javier Marzal (la esclavitud bajomedieval) y Antoni Llibrer (la industria textil rural, en el valle de Albaida y el condado de Cocentaina). A pesar de su aparente heterogeneidad, del amplio y variado registro temático que abordan, todas estas tesis, así como los demás trabajos de los diferentes autores, tienen en común el haber profundizado, desde los más diversos ángulos, en la estructura económica de la sociedad valenciana bajomedieval y, a partir de ella, de la Corona de Aragón en general e incluso, en algunos casos, del conjunto del Mediterráneo occidental. El observatorio local y regional es solo eso, un observatorio, en el que analizar problemas más generales y comunes a otros territorios. De aquí la importancia tanto del enfoque comparativo como de las escalas de análisis amplias y las explicaciones globales, con múltiples conexiones. Esto es, al fin y al cabo, junto con su empeño por la reflexión teórica y metodológica que guíe y de sentido al trabajo empírico y su voluntad de renovación y actualización, de mantenerse siempre atento y abierto a lo mejor y más útil de las nuevas tendencias historiográficas, lo que ha caracterizado a la producción investigadora de Paulino Iradiel a lo largo ya de más de cincuenta años, lo que le ha permitido entablar un diálogo permanente y fructífero con historiadores de otros países, lo que ha cimentado su proyección internacional y el respeto que merecen su figura y su obra, y lo mejor también que ha podido legar a sus discípulos y al medievalismo español y mediterráneo.
Este es un libro de reconocimiento y homenaje a la trayectoria científica y académica de Paulino Iradiel, a su importante contribución a la historia económica y social de la Edad Media. Hace dos años, en 2018, David Igual y Germán Navarro recogían en otro libro, El País Valenciano en la Baja Edad Media. Estudios dedicados al profesor Paulino Iradiel, el homenaje de sus discípulos directos, de aquellos a quienes había dirigido la tesis doctoral. El que ahora se publica, justo cuando llega a los 75 años de edad y cuando se cumplen también 40 de su llegada a Valencia, reúne las aportaciones de quince colegas y amigos de diferentes países que han querido, con ellas, presentar también su testimonio de afecto y consideración. Quince historiadores españoles, franceses e italianos, entre los que se encuentran desde quien fue uno de sus maestros (José Ángel García de Cortázar) a su primer doctorando (José María Monsalvo Antón), todavía en Salamanca, aunque finalmente no terminaría su tesis con él al trasladarse Iradiel a Valencia; sus compañeros de generación en España (Juan Carrasco, Alfonso Franco, quien desgraciadamente ya no podrá ver publicado este libro, José Enrique López de Coca, Antoni Riera Melis y J. Ángel Sesma Muñoz); una nutrida representación de medievalistas italianos (Alberto Grohmann, Luciano Palermo, Giuliano Pinto, Giampiero Nigro, Amedeo Feniello, Gabriella Piccinni y Franco Franceschi, que representan ambos el recuerdo especial de su gran amigo Giovanni Cherubini), en su mayoría del centro-norte de la península, con quienes Iradiel ha mantenido una larga y estrecha relación; y la francesa Elisabeth Crouzet-Pavan, cuya área de estudio ha sido siempre Venecia y el norte de Italia. A todos ellos les queremos agradecer su participación en este libro y también su paciencia durante la dilatada gestación del mismo. Hoy finalmente ve la luz y, con él, el Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Valencia quiere expresar también su agradecimiento a quien ha sido su director durante tantos años y, siempre, un estímulo intelectual potente y un referente cercano del trabajo científico y académico bien hecho.
Valencia, abril de 2020
L’USO DELLE FONTI NELLA STORIA ECONOMICA DEL MEDIOEVO
Alberto Grohmann Università di Perugia
Alla domanda del bambino: «Papà, spiegami allora a che serve la storia», com’è noto il grande Marc Bloch rispondeva che la storia non è semplicemente la scienza che studia il passato,