Por muchos motivos, entre ellos la actualidad de sus planteamientos, es decir, su sintonía con lo que proponían las corrientes más avanzadas de la historia económica europea de la época, el libro ha sido y sigue siendo, casi cincuenta años después, una referencia inexcusable en los estudios sobre la industria textil bajomedieval, en Castilla y fuera de ella. Menor proyección tuvo, en cambio, y por las razones antes señaladas, la publicación cuatro años después, en 1978, y después también de un largo período de reelaboración, de la tesis doctoral, Progreso agrario, desequilibrio social y agricultura de transición. La propiedad del Colegio de España en Bolonia (siglos XIV y XV). En ella, el autor estudia la reconstrucción agraria en el centro-norte de Italia tras la salida de la crisis bajomedieval, a partir de la documentación del Colegio de España, en particular la relativa a su patrimonio agrario y las estructuras de explotación, valiéndose para ello tanto del análisis cuantitativo –la medición de los diversos indicadores económicos, de la población, la producción y la productividad a los precios, los salarios y la renta–, como de la teoría económica y de los planteamientos conceptuales y metodológicos desarrollados por la historiografía agraria italiana. La propia obra, la más «italiana» de Iradiel y no solo por el observatorio, se sitúa dentro de esta misma tradición historiográfica, en la línea, como ya he señalado anteriormente, de Sereni, Zangheri, Poni y Giorgetti, a quienes se alude explícitamente en la introducción. También conviene destacar que las sólidas y elaboradas conclusiones de la tesis no lo habrían sido tanto de no haberse apoyado en un riguroso trabajo empírico previo, basado en el análisis de múltiples indicadores. Indicadores que muestran sin duda la importancia de la coyuntura, de las fluctuaciones a corto plazo, de las crisis intercíclicas, pero que también confirman, por encima de éstas, el movimiento de fondo, el predominio de la estructura sobre la coyuntura. Y el predominio de la estructura reenvía en último término al predominio de lo social.
Tras dejar atrás la crisis bajomedieval, el campo boloñés parece experimentar entre 1465 y 1495 un verdadero crecimiento, que lo sitúa, al igual que a la vecina Lombardía, en la vía del progreso agrario, en lo que el autor llama una «agricultura de transición». En estos treinta años, en efecto, y a pesar de las enormes oscilaciones, de las fuertes subidas seguidas por caídas no menos drásticas, más acusadas en los precios que en la producción y en otros indicadores, todos ellos coinciden en un movimiento sostenido al alza. Aumento de la producción agrícola en primer lugar, sobre todo del trigo, en coincidencia con el incremento de los rendimientos por simiente y por hectárea, acompañado del retroceso de los cereales inferiores (centeno, sorgo, mijo) y de la aparición de nuevos cultivos (plantas industriales como el lino y el cáñamo, leguminosas como las habas y las vezas). El aumento de la producción y de los rendimientos es mayor e incluso anterior al de la población y los precios. Por tanto, las transformaciones agrarias no son producto del incremento demográfico y de la progresiva reducción de las reservas naturales, del desequilibrio entre producción y consumo. Malthus quedaba atrás. A partir de 1490, sin embargo, el aumento de la producción parece haber tocado techo. Demasiados obstáculos técnicos y sociales, demasiados cuellos de botella: rendimientos decrecientes, escaso progreso de la ganadería campesina... El progreso agrario había dado muestras de haber ido más allá de la mera recuperación del estancamiento secular o plurisecular, pero la vía al capitalismo todavía estaba lejos de quedar expedita o consolidada, como pondrían de manifiesto las recesiones económicas posteriores, el retorno al feudalismo, en particular con la crisis del siglo XVII. El movimiento de fondo también desvela una dramática paradoja para los campesinos: en las fases A, el aumento de la producción se amortigua con la baja de los precios, mientras que en las fases B, el retroceso de la producción no se compensa con el alza de los precios debido a la escasez de la oferta campesina. En años de crisis, la caída de los ingresos campesinos les obliga a contraer préstamos monetarios y cerealistas, sumiendo a la población rural en un endeudamiento generalizado y permanente. Es aquí, en la pauperización e incluso proletarización de los colonos –la mezzadria o aparcería era la forma contractual hegemónica en el campo boloñés–, en las prestaciones gratuitas e incluso el trabajo asalariado forzoso, en los condicionamientos sociales, en la «supervivencia del feudalismo», más que en el retraso tecnológico, en la coyuntura o en otro tipo de obstáculos, en donde Iradiel detecta los principales frenos a la expansión capitalista. Entre ellos, el peso del autoconsumo, la organización productiva y laboral de base familiar y patriarcal, un desarrollo fundado más sobre la intensidad del trabajo que sobre la intensidad del capital y las mismas condiciones de las masas campesinas, que, a pesar de ser mejores en general, no permitían una ampliación suficiente de la demanda interna de bienes no agrícolas. La tesis había permitido confirmar e incluso medir el progreso agrario y el desarrollo económico, el inicio de la transición hacia el capitalismo, pero también los obstáculos y las interrupciones, los retrocesos, cuya superación exigiría mayores y más profundas transformaciones sociales y políticas.
En los años siguientes, finales de los setenta y principios de los ochenta, que coinciden con su traslado de Salamanca a Valencia, Iradiel actualizará y refinará sus planteamientos tanto sobre las estructuras agrarias como sobre la organización industrial, e incluso combinándolos, en diversos artículos publicados en el Anuario de Estudios Medievales y, sobre todo, en Studia historica. Historia medieval («Estructuras de producción y de consumo de productos agrarios en los siglos XIV y XV. El modelo del Colegio Español de Bolonia»; «Bases económicas del Hospital de Santiago en Cuenca: tendencias del desarrollo económico y estructura