que recibiera por la noche.
Me lo entregó con una promesa de amor y una sonrisa
el hombre del que yo estaba enamorada.
El círculo lo formaban dos trozos de metal
bellamente entrelazados formando una corona
rematando en un pequeño diamante.
Ahí estaba simbolizada
la unión de nuestras almas
y el diamante era el inicio
de todos nuestros sueños.
Los dos mirábamos hacia el futuro
y cada uno se hacía castillos.
Estábamos al inicio de algo nuevo
que alguna vez imaginamos.
La promesa que encerraba aquel anillo
era el anhelo de una vida compartida
donde reinará el amor, la compañía, el apoyo y el esfuerzo mutuo
queríamos formar nuestra propia familia.
Y así empecé mi día
sonriendo e imaginando nuestro futuro
y mirando de nuevo en mi mano el anillo
me lancé a vivir mi sueño.
Caminar dejando flores
Caminaré por las calles de la vida
buscando de la gente sus penurias
y robándome de otros su alegría.
Caminaré queriendo entregar de lo que soy un poco.
Como una misión que tengo de por vida
saldré a acariciar a otros con mi mirada
con mi sonrisa trataré de devolver
el color a las azaleas
y con mis manos bendeciré
a todo el que a mi lado pasa.
Caminaré con pasos suaves
para no despertar a los que duermen
dejándoles una flor y un beso
para que al despertar
les haga sonreír de nuevo.
Caminaré llevando mi alegría
les hablaré de Dios y su palabra
para que así cuando me vaya
me recuerden como aquella mujer
que, por la calle, caminó dejando flores.
Que mis palabras te acompañen
Que mis palabras te acompañen
en el amanecer del día
y cuando el sol en lo alto brille refulgente.
Que mis palabras te acompañen
en el silencio de la noche
cuando la luna brille con estrellas.
Que mis palabras te acompañen
por las tardes cuando declina el día
y la nostalgia invada tus pensamientos.
Que mis palabras te acompañen
por el mar y por el río
para que dejes tu pesar y te limpies del hastío.
Que mis palabras te acompañen
por la montaña y en el bosque
para que encuentres la paz que habías perdido.
Que mis palabras te acompañen
en el campo entre las flores
para que su fragancia te limpie de sinsabores.
Que mis palabras te acompañen
en la nieve y en el frío
para que se cobijen tu corazón y el mío.
Que mis palabras te acompañen
en el camino de la vida
para que recuerdes que no estás solo
y encuentres eco en un corazón de amor henchido.
Pasajero sin tiempo
Soy de la vida un pasajero
que va viviendo con plena conciencia
de saber que cada día
tengo en mi haber un día menos.
He disfrutado de la vida de la mejor forma
he aprovechado las oportunidades dadas
y guardaré en mi memoria
los días soleados y lluviosos
los ratos buenos aprendiendo de los errores.
He coleccionado cosas
y también amigos.
He trabajado, viajado y disfrutado
sintiéndome cómoda en el viaje.
A la gente que he amado
lo he hecho con entrega
dándole lo mejor de mi existencia.
La vida cada día me pone de frente con los años
que se acumulan ya sin desearlos.
Ya usé más de la mitad de los que me quedan
aprendiendo de todos los maestros
pero viviendo la vida a mi manera.
Soy de esta vida un pasajero
en busca de la felicidad tan prometida.
Mi largo viaje emprendí sin conocer del todo mi futuro
pero me di cuenta en el camino
que cada quien es el que forja su destino.
¡Amo la vida!
Pero aun así sé que este viaje tiene final
entonces viajaré el resto que me queda
con boleto y asiento de primera.
El andén del destino
Con toda mi juventud por delante
me fui a parar al andén que decía destino
ahí había mucha gente esperando
la llegada de un tren
de pasajeros.
Yo con mis pocas pertenencias
y mis escasos años
me paré ahí a la espera de tan desconocido viaje.
Fue entonces que te vi
parado en el mismo andén
te veías tan seguro de ti mismo
en un momento se cruzaron