En el silencio más profundo
me siento a escribir
lo que de este corazón aflora.
La noche de nostalgia está llena,
y mis líneas ya tienen dueño
son para aquel hombre bueno
que juró un día amarme para siempre.
En recuerdo de aquel día
que frente a Dios hicimos juramento
y desde entonces cumplida ha sido la promesa
que solemnemente en un altar hicimos.
Qué jóvenes estábamos cuando ahí nos prometimos
Vestida yo de blanco caminaba muy segura
del brazo de mi padre
mis ojos de alegría se transformaron brillando,
así como luces de bengala
mirando enamorada al joven
con el que yo me desposaba.
A Dios darle las gracias quiero,
por lo feliz que he sido en tantos años
Son cinco hermosos hijos los que tú nos regalaste
llenando con bendiciones nuestras vidas
llegaron los nietos
e inmensa es la alegría por solo verlos
con sus risas mi vida se llena de dulzura.
Esposo mío, tú has sido mi norte, mi sur, mi este y mi oeste
pido a mi Señor que te bendiga, y te dé salud por muchos años.
Los dulces del abuelo
Escondidos bajo llave
en el clóset él los guarda
un tesoro el abuelo tiene
que comparte con sus nietos.
Chocolates y paletas
de distintas marcas tiene
¡no es cualquier dulce el que guarda!
dulces finos él sí tiene.
El primer nieto ha llegado
y encantado lo saluda
con abrazo y con beso
él todito se derrite
cual si fuera un chocolate.
Tito, hoy sí puedo un caramelo
y también un chocolate.
La abuela bien lo vigila
no quiere que se les piquen
esos dientes de Colgate.
Él llega hasta sus puertitas
donde guarda su tesoro
para sus queridos nietos
que los ama como oro.
¿Ya se va mi Chaparrito?
como de cariño les dice
y un poco triste se queda
esperando llegue otro.
Abuelo tan cariñoso
hay muy pocos en la vida
que cuente con tantos dulces
y deseando que se los pidan.
A mi hija mayor
Caminando por el río de los recuerdos
me encontré con una niña entre mis brazos.
Su delicada piel hecha de azúcar
sus labios rojos pintados por cerezos
sus ojos pequeños y redondos
iluminaban su carita como dos linternas encendidas.
Su pelo ensortijado tejido con hilos de seda y oro
no había recibido un regalo yo tan bello que me dejara sin palabras.
Su risa llenó la casa de alegría y su dulzura cuando en mis brazos se dormía
su brillante inteligencia a temprana edad ya se asomaba
dejándome entrever su lingüística hermosura.
El perfumado bálsamo de su existencia me colmó de dicha desde antes que naciera
con faz radiante sus bracitos me tendió mi niña cariñosa
y me llamó mamá por vez primera
¡Dios te bendiga mi sol hecho de día!
Cuando parta a la tierra prometida recuerda que te amé
cuando aún no te conocía.
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