•Desechar tanto la visión que idealiza, como la que degrada al humano.
•Concebir lo humano siempre en su realidad trinitaria: especie/individuo/sociedad.
•Pensar siempre al individuo humano como sujeto, evitando lo que en ciencias sociales sucede a menudo: su manejo como objeto de cálculo económico, estadístico, político o como una máquina rentable y competitiva.
Asumir las ideas anteriores implica: 1) reafirmar el primer principio humanista que consiste en reconocer la humanidad plena de todo individuo, cualquiera que sea él y venga de donde venga; 2) hacer este principio un asunto universal y a la vez concreto; ambas ideas deben ser las bases de las nuevas humanidades; y 3) conectar las humanidades con la ciencia.
Los impulsores de las nuevas humanidades deben promover una cultura rica en “nutrientes” provenientes de la cultura de las humanidades tradicionales (filosofía, literatura y artes) y la cultura científica contemporánea. Estas culturas evidentemente son de naturaleza diferente, la humanista es de carácter general y permite reflexionar sobre nuestra condición y nuestro propio destino, a partir de obras e ideas antiguas —como las de Heráclito, Platón y Lucrecio— y modernas —Montaigne, Pascal, Vico, Goethe, Leopardi, etc. —; la cultura científica, por su parte, es una cultura de especialización donde los conocimientos son separados y se carece de una capacidad reflexiva con excepción de lo hecho por algunos grandes hombres de ciencia al final de su carrera (Morin,2015).
La ausencia de comunicación entre las dos culturas a hecho que la científica, especializada y carente, como se dijo antes, de capacidad de reflexión, emprenda aventuras incontroladas. Mientras que las humanidades, con una capacidad reflexiva y critica, gira como un molino vacío sin el “grano” de los conocimientos científicos. Una muestra de lo que se puede generar con la comunicación entre ambas culturas es la idea de la trinidad humana de Morin (2015) que propone que lo humano es a la vez: individuo, biológico y social. Es un individuo, que contiene una parte, un momento de la especie humana y un momento, una parte de una sociedad. Esta idea solo ha sido posible con la integración de las aportaciones de la física, la biología, la antropología, la etiología animal, la ecología y las humanidades. En ese sentido van los trabajos de Damasio (2018) al buscar explicar la relación entre cerebro (neuro-ciencias) y la cultura social (antropología).
Un humanismo regenerado va a requerir, argumenta Morin (2015), una razón abierta, sensible y compleja que no interfiera y sí apoye. Esto implica renunciar a reducir al calculo tanto el conocimiento como la acción, así como rechazar la razón fría que obedece incondicionalmente a la lógica formal. La razón debe ser siempre sensible a todo lo que afecta a los humanos, debe seguir el axioma: no hay razón sin pasión, ni pasión sin razón. Más aún, la razón sensible debe integrar al amor, que es la más fuerte y más bella relación intersubjetiva conocida. El amor en la humanidad desborda las relaciones entre individuos, irriga el mundo de las ideas y sobre todo, insemina la idea de la verdad dando lugar al amor a ella, que es el complemento necesario de la libertad, pues sin amor a la verdad, la libertad se vuelve destructiva.
Múltiples inteligencias
En cuanto a la inteligencia, para March (March y Weil, 2005) la razón y la racionalidad son solo dos de sus diversas manifestaciones —considera incluso que están sobre valoradas — sus trabajos demuestran los limites de la razón y la necesidad de complementarla con otros enfoques , tales como la “tonteria” (foolishness) es decir, cuando se busca sin propósito, cuando se construyen los motivos de la conducta sobre la marcha, o bien cuando se insiste en explorar rutas riesgosas que a la larga llevan a la innovación. Argumenta que aún cuando las ciencias sociales algunas veces lo ignoran, a menudo actuamos por otros motivos diferentes a la razón, como cuando intentamos llegar a ser lo que queremos ser, sin la expectativa de una recompensa inmediata y nos embarcamos en viajes por el placer intrínseco de viajar y no por la recompensa del posible destino8 .
Inteligencia, argumenta March (2010), va más allá de explotar el mundo para satisfacer nuestras necesidades, conlleva dos componentes diferentes e interrelacionados, primero: adaptación efectiva al medio ambiente, para lograrla los individuos y organizaciones requieren recursos y capacidades, hacer buen uso de ellos, contar con conocimientos acerca de los mundos en los que existen, tener buena suerte y tomar buenas decisiones. Deben enfrentar a la competencia por los recursos, a las incertidumbres acerca del futuro y a otros factores externos sobre los cuales, en el mayor número de los casos, no tienen control. Finalmente, poblaciones de individuos y organizaciones sobreviven, en parte, presumiblemente porque poseen inteligencia adaptativa, sin embargo, su suerte no está asegurada. La especie humana “sapiens” ha sobrevivido por mucho tiempo en la tierra, aunque a costa de la desaparición de otras especies y la mayor parte de las organizaciones, que —-con excepción de la Iglesia Católica y ciertas universidades—- tienen una corta vida relativa (Harari,2014).
El segundo componente de la inteligencia incluye la elegancia de las interpretaciones de las experiencias de la vida. Es muy importante para los seres humanos, el que sus experiencias tengan sentido, estas interpretaciones están muy presentes en las conversaciones sobre las causas de los eventos y en las teorías psicológicas, económicas, políticas y sociales. El estilo o elegancia asignado a las interpretaciones es una certificación del estatus humano y una base para el ranking de individuos y organizaciones9.
En síntesis, las interpretaciones decoran la existencia humana y su significación es independiente de su contribución a la efectividad de la acción. Este componente de la inteligencia glorifica la contemplación, comprensión y la apreciación de la vida, no su control. Busca también lograr una mejor comprensión de nuestro mundo, encontrarle sentido y con ello aumentar el disfrute de nuestras vidas. La riqueza de nuestra inteligencia sólo parcialmente determina la riqueza de nuestras acciones y la belleza de nuestras vidas. Nuestras acciones y la satisfacción que obtenemos de ellas a menudo dependen más de nuestras representaciones de la realidad, que de la realidad misma y su problemática interpretación (March y Weil, 2005).
A fin de cuentas, lo importante ahora es precisar que es lo que nuestra civilización entiende, intuye o siente como razón, idea que se ha metamorfoseado en racionalidad y acto seguido es preciso indagar acerca de: ¿Cuáles son nuestras expectativas? ¿Cuál es la ideología que rodea estas ideas? ¿Cómo podemos renovar la razón y la racionalidad?
La racionalidad renovada
En la actualidad la racionalidad tiene muchos significados, en primer lugar, se refiere al pensamiento guiado por la razón, el calculo y el análisis; al despliegue de acciones que llevan de manera directa a los resultados deseados; lo racional es también sinónimo de una acción fría y calculada; otras veces tiene el sentido de sano, razonable, es un juicio acerca de la salud mental que despliega quien toma una acción o sigue un procedimiento que lleva a una acción; por otro lado, en psicología se usa el término racionalización como una construcción lógica pero delirante, partiendo de fantasmas o de hechos mal interpretados, es una justificación, en una sola palabra (Morin,2015).
En sociología y en economía, racionalidad significa métodos y técnicas para lograr un fin con los menores recursos posibles. La racionalidad es instrumental o técnica, cuando se usa sin tomar en cuenta los fines y quienes los patrocinan, pudiendo estos incluso ser criminales; la racionalidad es sustantiva cuando se concentra en reflexionar sobre la importancia y pertinencia de los fines buscados; pero la asociación entre ambas no es automática, dicho de otra manera, siempre que se busque la racionalidad instrumental, es necesario preguntar para qué o para quién, ¿Qué interés se busca satisfacer? lo cual lleva a discutir la racionalidad sustantiva, que es la fundamental; las escuelas de economía, gestión e ingeniería dedican mucho espacio a la enseñanza de métodos y técnicas, instrumentos de racionalidad instrumental pura y poco o nada a la sustantiva (March, 1994).
Como se argumentó en párrafos anteriores, en el límite, los procesos de racionalización tienen efectos perversos que a corto o a largo plazo conducen a la muerte, por ello es necesario abandonar la idea de fundar la razón solamente en la lógica y desarrollar una nueva que sea sensible, amorosa, abierta,