La emergencia de las organizaciones en la sociedad también impulsa a la teoría de la decisión como la base para la acción organizacional, más aún, como la perspectiva de la toma de decisiones proviene de la decisión individual, el proceso de la decisión organizacional casi siempre es descrito en los mismos términos que lo individual y la investigación sobre el tema esta basada en las decisiones de poderosos directivos-propietarios o cuando mucho, en coaliciones individuales; es evidente, que en una organización el proceso de decisión se vuelve mas complejo ya que depende de decisiones previas y se sujeta a restricciones fuera del control de los individuos; adicionalmente en las organizaciones con mucha facilidad se separan la elección y la acción, volviendo natural que unos individuos decidan y otros instrumenten las decisiones. En el capitulo dedicado a la decisión y la gestión se abundará sobre la complejidad de la decisión organizacional.
Por otra parte, si bien en la actualidad, existe una amplia investigación empírica que demuestra que hay muchas decisiones que no son racionales y no son insignificantes, pero el gran linaje de las decisiones racionales y su amplia la literatura normativa, no deja ver este importante hecho, en consecuencia, la decisión, según los filósofos se ha reificado, es decir, siendo una categoría abstracta, se maneja como si fuera concreta opacando con ello a la acción que sí lo es, este fenómeno ha sido resultado de una larga historia.
El cultivo de la razón
Casi cinco siglos han pasado desde que se inicio la era caracterizada por la obsesión con el progreso y la insistencia en una forma de pensar que, a falta de mejor descripción, se denomina razón, y con cada día que pasa, mas ideas, estructuras y creencias se cuelgan de la frágil espalda de los escasos conceptos que rodean a la razón, su persistencia podría sugerir que se ha llegado a un acuerdo acerca de lo que es, pero no, en realidad no hay una definición concreta que goce de aceptación general, más aún cuando se introducen términos como racionalidad, racional, racionalismo, racionalización o razonable. A continuación, se hace un breve recuento de la evolución de la razón, mas dos ideas para facilitar su delimitación, una cercana: el interés y una contraria: la pasión.
Etapa clásica
En la antigüedad la idea de la decisión no tenia un lugar definido puesto que en es ese tiempo estaba muy arraigado el pensamiento de que las conductas estaban determinadas por Dios y la autoridad de los Reyes; fueron los griegos los que al introducir el concepto de logos o razón la vinculan con la libertad y la igualdad, con ello surge el dialogo entre compañeros y la argumentación razonada contra el acto mágico, es el nacimiento del compromiso entre iguales y contra los decretos arbitrarios de la autoridad.
Pero la libertad griega, como su idea de democracia, era selectiva, no incluía a esclavos o a los ciudadanos comunes, fueron los primeros cristianos los que insistieron en la igualdad de todos frente a Dios. Tomas de Aquino, al incluir a la razón como una manera de acercarse y conocer a Dios, sienta las bases de la decisión moderna que es la libertad y tendrá su máximo esplendor con Descartes y la Filosofía de las Luces, propia del Siglo XVIII. Descartes con su idea del cogito1 y la autonomía propia del «yo pienso” plantea como sinónimos pensar y razonar. El centro de atención se ha vuelto el individuo pensante y por extensión las buenas leyes responden a la razón, pero las malas no y en contra ellas pueden levantarse los individuos libres. Tal es el panorama de la revolución francesa y el siglo de las luces (Ralston-Saul;1992).
Con la revolución francesa la razón asciende al poder desde el momento en que la vieja estructura de clases (con la realeza y la nobleza a la cabeza) es sustituida por dos nuevos liderazgos que concentran las decisiones o influyen en ella: el tecnócrata y el héroe. Esta tendencia predomina desde entonces, aunque no hay consenso popular, oficial, ni filosófico, que acepte que estas dos son las cabezas complementarias de la estructura del poder racional. El tecnócrata inició su existencia como servidor ideal del pueblo, un hombre liberado de la ambición y del egoísmo, aunque luego, con sorprendente rapidez, evolucionó hasta convertirse en alguien que usa el conocimiento que posee, con un distante desprecio por el pueblo, como se explicará mas adelante (Ralston-Saul,1992).
El héroe fue un fenómeno más complejo, apareció de manera imprevista desde las sombras de la razón, pasando a primer plano cuando el pueblo se impacientaba o aburría con sus gobernantes y la tecnocracia se mostraba incapaz para gobernar. En los momentos de mayor confusión, el héroe salía de las sombras y se presentaba como la cara entusiasta de la razón, el hombre que podía satisfacer las necesidades del pueblo y ganarse su amor, el hombre que podía asumir la dificultosa tarea de razonar, decidir y actuar por cuenta del fatigado y confundido ciudadano.
Atrapados entre los tecnócratas y los héroes estaban los que se consideraban así mismos, auténticos individuos de la razón: los humanistas que se aferraban con firmeza a su sensata moralidad, pero sin la suficiente eficiencia y entusiasmo para resistir en esa lucha entre la lógica fría de la razón y la lógica heroica, no obstante, algunos libraron una acción de retaguardia predicando la tolerancia y la defensa de lo humano, fueron los casos de Pascal Paoli en Córcega, Jefferson en Estados Unidos, el primer ministro Pitt en Inglaterra, Michel de L’Hopital en Francia. Pero la maquinaria racional continuó su camino siendo afirmada por Kant. Un siglo después Nietzsche demostró que la razón estaba dominada por la pasión y los superhombres como Napoleón, que precisamente había cabalgado a lomos de la razón y en nombre de ella había reorganizado y gobernado Europa, estaban envueltos en la pasión por lo legal y lo administrativo (Morin, 2015).
Los filósofos moralistas franceses de la Antigüedad impulsaron la razón al considerarla como una de las motivaciones de la conducta humana, junto con la pasión y el interés. A la razón la concebían por sus atributos de búsqueda de la verdad y de justicia; a la pasión como la que agrupa los sentimientos nobles, pero también los estados de locura, de excitación sexual y de intoxicación; mientras que el interés lo refieren como la inclinación humana por lo material, pero también por lo inmaterial, como la búsqueda del honor o gloria, por ejemplo. Las tres motivaciones tienen interesantes interacciones y comparaciones en cuanto a su fuerza, por ejemplo, razón y pasión son opuestas y se dice que ésta ultima fácilmente se sobrepone a la primera, también a la pasión se le considera como una poderosa aliada y guía del interés, precisamente esta última motivación es la que va a permear en las teorías de los economistas modernos fundadas en el homo economicus, que se comentará líneas abajo. Es importante notar que, en aras de la razón, la pasión dejo de estudiarse no obstante su capacidad para apoyar o socavar las mejores intenciones (Elster, 2011).
A partir del siglo dieciocho se registra un progreso material importante junto con una mayor armonía social, es la época de los avances científicos como la creación del cálculo infinitesimal2 un método matemático general, novedoso y susceptible de ser aplicado a una enorme cantidad de problemas, el cual tanto por la técnica a que dio lugar, como por su notación, se asoció a la decisión y ésta se volvió productiva, inaugurando así una tendencia que liga a la razón con la ciencia y al método científico y en este campo a la razón se le define como un sistema de organización de conocimientos; es el tiempo de la ciencia clásica donde leyes, causalidad y determinismo son atributos constitutivos del mundo objetivo y la inteligibilidad se justifica como un reflejo propio del ser y la verdad del mundo (Nepote, 2011).
Etapa moderna
Si bien en una sociedad basada en la fe y en la revelación, la Iglesia es la institución sagrada al simbolizar la glorificación de Dios y el humano acepta su guía divina; pero en una sociedad moderna basada en la razón, en la racionalidad y en una concepción de que es el humano quien controla su destino, la toma de decisiones se vuelve la institución sagrada. El mundo es imaginado como producto de la intención y acción humana deliberada, que la intención se transforma en acción mediante la decisión