Huenun Ñamku. M. Inez Hilger. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: M. Inez Hilger
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789561427556
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ejercida por el gobierno central de Chile que intenta anular las peticiones de tierras que han sido, por siglos, de ellos. Peticiones basadas en costumbres y decisiones de las tribus; pensaban que sus peticiones eran derechos asegurados para ellos al momento de la pacificación final por el gobierno chileno. “Aquí estamos, nuevamente de vuelta en los tiempos de 1883: ¡Promesas rotas! Nuestros líderes ya no tienen más los derechos que fueron garantizados por acuerdo”, dijo Huenun Ñamku. Solo hay sumisión por parte de los mapuche en asuntos donde la resistencia es inútil. Ha sido en vano la resistencia frente al pago de impuestos por la tierra, la educación obligatoria, la restricción de las actividades de las machis, y la aplicación de las leyes por parte de la policía chilena que reside en el área rural, en vez de los lonko.

      Los mapuche son hospitalarios entre ellos y hacia los extranjeros. Se puede confiar en su disposición para ayudar. Tanto hombres como mujeres se preocupan por su apariencia personal. Existen amistades especiales y encuentran su expresión en los ceremoniales. Elogiar su inteligencia personal es el cumplido más refinado que se le pueda dar a un mapuche. Por el contrario, él se siente profundamente herido por expresiones de desprecio a su inteligencia. La paciencia es un logro, especialmente por parte de las mujeres. En general, las mujeres tanto jóvenes como casadas, viven vidas castas y los hombres muestran respeto por ellas. El tiempo libre lo pasan jugando una forma de hockey y otros juegos competitivos. La lucha libre y el nado también son pasatiempos.

      El padre de familia demanda obediencia por parte de los niños y esposa —o esposas, en caso de poligamia. De vez en cuando, peleas entre esposo y esposa ocurren; cuando estas son prolongadas, no infrecuentemente, la esposa se libra de la situación colgándose ella misma. De acuerdo a policías que trabajan en el área mapuche, los mapuche son respetuosos de la ley. Generalmente, los arrestos resultan de robos o heridas infligidas a no-mapuche durante peleas de borrachos.

      Chicha, la sidra de manzana fermentada, es hoy la bebida de intoxicación. Los mapuche admiten que su introducción ha resultado en un deterioro de su pueblo, y que beber en exceso se ha convertido en un vicio. En tiempos prehispánicos, el muday era el brebaje alcohólico. Tomaba tiempo y mucho esfuerzo humano producirlo: las mujeres pasaban días moliendo trigo o granos y arrojándolos a una olla donde tomaba más días en fermentar. Había solo suficiente para que los hombres tomaran hasta intoxicarse en ocasiones especiales. Dos de tales ocasiones eran al finalizar el tiempo de cosecha y después de la construcción de una vivienda. A estas costumbres de épocas antiguas en que los hombres tomaban en exceso en ocasiones específicas, se han sumado hoy los días de fiestas de los chilenos. En tiempos prehispánicos, el muday fue el brebaje en las comidas, hoy solo se toma en los ceremoniales religiosas de las tribus, pero nunca en exceso.

      En caso de enfermedades, se llama a los herbolarios y machi. La causa de todas las enfermedades es un mal deseado por otro, lo cual es causado por brujos. Esta animadversión también puede acabar en embrujos contra los seres queridos de alguien o sobre sus campos, cosechas y ganado. Por lo tanto, es conveniente tener el buen deseo de todos.

      En su cultura aborigen, los mapuche eran un pueblo autosustentable con un estilo de vida bien integrado.

      Mientras vivimos entre ellos en Chile, encontramos que gran parte de su cultura aborigen está aún intacta, especialmente en la zona costera y en los valles más altos de los Andes. Pero incluso en estas áreas se aprecia la transición hacia una cultura chilena-mapuche. La cultura de los valles más bajos y de la gran planicie central ha tenido un avance decidido en esta dirección. Sin duda, la transculturación se debe, en parte, a las leyes de educación obligatoria en Chile que demandan que todos los niños, incluyendo a los mapuche, asistan a la escuela; a la usurpación de los derechos y peticiones por posesión legítima de la tierra por parte del gobierno chileno; y a ventajas económicas, buscadas por los mapuche, que los comerciantes de ganado chileno y compañías madereras chileno-argentinas les han proporcionado.

      Territorio mapuche de Chile.

      HUENUN ÑAMKU

      Un mapuche de los Andes recuerda el pasado

      CAPÍTULO I

      Huenun Ñamku, pescador y cazador

      Huenun Ñamku [pronunciado “hwe-nu-n´ny´ äm´ku-”] llegó engreído esta mañana. Nos dio la mano, pero sin interés, no cordialmente como la primera vez que nos encontramos. No se hizo ningún comentario sobre el clima. No intercambiamos ningún comentario amable… Nos dimos cuenta de que había una tormenta batallando en su cabeza. Él comenzó: “Algunos mapuche jóvenes me regañaron ayer en la tarde por darles información acerca de nuestras formas de vida y viejas costumbres. Ellos dijeron que ustedes probablemente se están riendo de mí porque les cuento sobre ellos, y ciertamente se reirán de mí cuando les traiga el modelo de cuna que les prometí hacer”.

      Luego, en un modo desafiante y decidido, acercó bruscamente una silla hacia la mesa donde estábamos sentadas, y en la cual lo habíamos entrevistado el día anterior. Se sentó y prosiguió: “Pero yo decidí hacerlo porque algunos mapuche en el pasado no habían contado toda la verdad acerca de nosotros. Sé de todas esas cosas insensatas e incomprensibles que se han escrito sobre nosotros. Yo he escuchado cuáles son algunas de ellas. Quiero que se diga la verdad acerca de nuestro pueblo. No solo estoy listo para ayudar —por eso estoy aquí— sino también me ofrezco para ir con ustedes a Coñaripe, o a cualquier otro lugar donde haya mapuche. Cuidaré que ustedes conozcan personas inteligentes allá que les puedan dar información correcta y que dirán la verdad sobre nosotros. Estoy interesado en ver el libro que escribirán sobre nuestra gente, no solo por verlo terminado, sino porque contará la verdad acerca de nuestro pueblo. Estoy de acuerdo con usted: es importante que se haga un registro sobre nuestras formas de pensar y maneras de hacer las cosas. Futuras generaciones de mapuche deberían saber qué tipo de pueblo éramos y cuáles eran nuestras costumbres. Sé que incluso ahora nuestra manera de hacer las cosas está cambiando. Mire a través de esa ventana. ¿Ve usted a ese chileno cortando su grano? Lo está haciendo con una segadora; él corta y trilla ese grano con una sola máquina. Si vas conmigo al otro lado de ese cerro, verás ahí a una familia de mapuche cortando sus cultivos de granos con una hoz. La próxima semana, los verá trillando ese grano usando caballos que pisotean las espigas. Las personas extenderán el grano en la tierra en un espacio cercado por rejas —nosotros lo llamamos lila— de modo que las espigas queden a la altura de las patas de los caballos mientras se mueven alrededor de la lila. Los caballos pisarán las espigas por horas. Las cosas están cambiando para nosotros. A su debido tiempo, los mapuche también estarán usando segadoras”.

      Todo esto lo dijo Huenun en un tono de voz y una manera que demostraban determinación y convicción. Ahora, parecía estar muy pensativo. Luego, añadió: “Quiero que en ese libro que están escribiendo digan —y en un lugar sobresaliente— que yo les di información”.

      Margaret Mondloch, mi asistente de campo, deseaba que esos mapuche jóvenes hubiesen escuchado a Huenun proferir esa última frase y hubiesen visto su cara mientras lo decía. Yo le dije a ella, “Si el abuelo Terres” —mi abuelo Terres era su tatarabuelo Terres— “Si el abuelo Terres hubiese dicho esa última frase, con seguridad, él la hubiese sellado con un golpe de puño en esta mesa”. Esta fue nuestra segunda entrevista con Huenun. Nuestra primera entrevista se había realizado dos días antes.

      Margaret y yo habíamos venido de la zona costera chilena, habíamos cruzado la gran planicie central de Chile y estábamos ahora en el valle de Panguipulli, en el lago Panguipulli, uno de los lagos pintorescos de las zonas más bajas de los Andes. Huenun Ñamku vivía en este valle. Margaret y yo habíamos pasado cerca de dos meses en la zona costera, viviendo y hablando con los mapuche. (Huenun llama a su gente mapuche; los etnólogos los llaman araucanos). Habíamos tomado notas de lo que nos habían contado allá acerca de su forma de vivir y también de lo que nosotras habíamos observado. Habíamos entrevistado a la mayoría de las familias en sus hogares.

      Llegamos hasta los mapuche menos aculturados de la zona costera a caballo, único medio para