La muchacha que amaba Europa. Joan Quintana i Cases. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Joan Quintana i Cases
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418411618
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preguntó

      —Muy bien, mamá. Hablamos cuando llegue, pero ha sido inmejorable, estoy muy contenta, algo me dice que el trabajo es mío.

      —No cantes victoria antes de hora, Ilhem, el desengaño es muy amargo.

      —De acuerdo, pero me ha parecido que ha salido estupendamente. Hasta la noche. A la hora exacta el tren arrancó. Se acomodó en el mullido asiento de primera clase y se dispuso a dormir un poco, se sentía estresada por todo lo acontecido. El encuentro con Hasan la intranquilizaba, algo en su interior le decía que no era lo que quería aparentar.

      14. Con su hazaña, la inglesa Mercedes Gleitze convirtió el paso entre el Mediterráneo y el Atlántico entre los siete principales retos de la natación mundial.

      X

      ARGELIA

      En Argelia la situación se estaba poniendo desesperada. Mientras los paracaidistas franceses intentaban abortar, arrasando a sangre y fuego, la rebelión, Ben Larbi denunciaba todas las operaciones, emboscadas y resistencia del Frente de Liberación Nacional argelino. A mediados de 1962 se daba todo por perdido. Después de una guerra sangrienta y despiadada, el todopoderoso ejército francés tuvo que retirarse a la vez que un millón de personas de origen europeo, conocidos como pieds noirs, junto con los argelinos que colaboraron con ellos. Los que se quedaron fueron juzgados por traidores y prácticamente todos ajusticiados. Fue la segunda pérdida de colonias de Francia, que siguió al revés de Indochina en el año 1954.

      —Espere un momento, monsieur Larbi, el Prefecto lo atenderá enseguida.

      A la media hora salió un hombre uniformado y seguidamente el secretario le hizo entrar.

      —¿Qué tal, Larbi? ¡Cuánto tiempo sin verte! —Se levantó y, rodeando el despacho, le abrazó familiarmente—. ¿Qué te trae por París? Las últimas noticias que tuve de ti fueron que estabas en Marsella. Ven, siéntate, por favor. ¿Cómo te trata Francia? No muy bien, ¿no?

      —Bueno, tampoco nos ha tratado tan mal, pero esperábamos más, la verdad. Hemos tenido un niño, aunque creo que ya lo sabes. Y tú, ¿cómo estás? ¿Y Amelie y los niños? Salúdalos de mi parte.

      —Todos muy bien, gracias. Les pasaré tus saludos. Sí, me enteré hace algún tiempo que habías tenido un hijo. Pero dime, ¿qué hay de nuevo?

      Estuvieron hablando de temas variados, los problemas que tenía Francia con los refugiados argelinos y migrantes que empezaban a llegar, el escándalo de la desaparición de un exiliado marroquí, en el que aparecían implicados los servicios secretos franceses y marroquíes…Larbi esperaba encontrar la oportunidad para hablar de su idea, hasta que en un momento de silencio aprovechó y le expuso su proyecto.

      —He estado pensando en cómo podría mejorar mi situación y a la vez ayudar a Francia, como hice en Argelia. Podría hacer de infiltrado en las mezquitas o de informador de los movimientos radicales en todo el mundo musulmán, cada vez hay más extremistas. Muchos argelinos no están nada contentos con la ayuda estatal y quieren organizar protestas y huelgas, yo soy uno de ellos, en apariencia, pero de corazón francés. Además, sigo teniendo contactos en Argel, tal vez pudiera beneficiar en lo posible a mi patria.

      El Prefecto se quedó un rato pensativo. Estaba informado del problema presentado por la desaparición del famoso exiliado marroquí hacía poco tiempo, los periódicos lo habían investigado por la más que posible implicación del gobierno francés y hacían todas las especulaciones posibles sobre el resultado del juicio, que se celebraría pronto. Sabía también lo que pasaba con los argelinos refugiados y los musulmanes que estaban llegando como migrantes de otras partes del mundo. Aquella era una idea que ya tenía pensada, pero no podía fiarse de nadie, había perdido todos los contactos de su vida en Argel. Larbi ahora le ofrecía la oportunidad en bandeja de plata.

      —Bien, ya había pensado en algo parecido pero lo deseché por no tener a nadie de confianza, déjame reflexionarlo y consultarlo. Te llamaré. Tendría que ser un secreto absoluto si lo hacemos, como infiltrado tu vida correrá peligro. Dale a mi secretario tu teléfono para poder llamarte. Dale saludos a Françoise, por favor. A ver si nos vemos cualquier día de estos, podríamos cenar juntos un fin de semana.

      Larbi salió muy complacido, se percató del interés que tenía por el tema y creyó que era fundamental para él. No le preocupaba el riesgo, se había jugado la vida muchas veces en la guerra de Argelia, lo que quería es dar un futuro a su esposa y a su hijo. Françoise fue profesora en Argel, sin embargo, actualmente no trabajaba para cuidar al niño hasta que pudiera ir a la guardería.

      Tenía una tapadera perfecta para poder desenvolverse sin alertar a nadie, trabajaba en el ayuntamiento de mediador de la comunidad musulmana de París. La totalidad de los problemas, relaciones, contiendas y cualquier otro tipo de problema pasaba por él, conocía a todos los delincuentes y a los que habían tenido algún contratiempo con la justicia. También a la gente buena, los creyentes, los imanes y los radicalizados o de posible radicalización. En general estaba bien considerado, no podían sospechar de él como un colaborador de los servicios secretos de extranjería franceses.

      Su esposa había sido colocada de profesora en un colegio privado con un sueldo alto, lo que les permitía, a los ojos de la comunidad argelina, poder vivir en aquel barrio. Percibían pues un salario elevado y la cantidad que necesitaran de los fondos reservados. A Larbi le gustaba el trabajo pero se sentía intranquilo, inseguro, todo contacto lo hacía siempre a través del Prefecto y Françoise le insistía con frecuencia, ¿y si a Michel le pasa algo? ¿Cómo vamos a quedar nosotros? En una de las entrevistas que tenía periódicamente con él, se lo preguntó.

      —¿No hay nadie que sepa de mí, Michel? Si a ti te pasara algo, ¿cómo quedaría yo? ¿A quién tendría que detallar mi trabajo?

      Los años fueron pasando, el niño creció y se hizo un chico fuerte y listo, estudiaba lo justo, pero era inteligente y aprobaba los exámenes sin problema. Aprendió español e inglés, destacaba por su facilidad con los idiomas. No tenía ningún rasgo argelino, su aspecto era europeo como el de su madre y todo su mundo se desarrollaba en Francia, sólo cuando hablaba árabe su acento recordaba su origen. No le gustaba mucho la escuela, no obstante, al acabar el “Bac” quiso continuar con la instrucción superior. Acabada la licenciatura de Estudios Sociales,