Renovar los procesos educativos en la sociedad del conocimiento digital. Rolando A. Carrasco González. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rolando A. Carrasco González
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418730184
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y aplicada, y la poca atención al sistema de educación superior en materias formativas, especialmente a nivel del postgrado, y de investigación e innovación. En el promedio, estos países dedican un 0.8 % de su Producto Interno Bruto (PIB) a I+D, lo que contrasta notoriamente con el 2.66 % que dedican anualmente a este rubro los países de mayor nivel de ingreso. Los países más avanzados en Latinoamérica desde el punto de vista de su producción industrial son Brasil y México, cuya inversión en I+D es de 1.15 % y 0.9 % del PIB, respectivamente, mientras que en Chile alcanza a solo 0.4 %, en Argentina a 0.6 % y en Perú a 0.1 % (!). En gran parte debido a esta falta de énfasis en el desarrollo de nuevo conocimiento, los países latinoamericanos exportan solo un 12 % de su PIB en manufacturas, siendo el resto esencialmente materias primas. Caso contrario al de los países de mayor nivel de ingreso en el mundo que como Corea, Suecia, China, Japón y Alemania, observan una inversión en I+D de 4.3 %, 3.2 %, 2.1 %, 3.5 % y 2.9 % del PIB respectivamente. De aquí también deriva el escaso desarrollo del sistema universitario en Latinoamérica, especialmente verificado en aquellos rankings que ponderan fuertemente la investigación publicada. Así, por ejemplo, el ranking ARWU, de la Jia Tong University de Shanghai, revela que dentro de las quinientas mejores universidades en el mundo, están presente solo once latinoamericanas (siete brasileras y cuatro de habla hispana).

      Otras consecuencias de la «mentalidad minera» es la concentración de la riqueza, sin dar cuenta de los daños medioambientales y los beneficios a largo plazo de una mayor diversificación productiva. En Chile, el 60 % de las exportaciones corresponden a productos de la minería, ya que los costos de la mano de obra y los costes de la operación (sobre todo los de Salud y Seguridad) son bajos, hay poco incentivo para automatizar la minería. La creación de productos nuevos también está limitada, como ya se ha ejemplificado con el caso del litio chileno.

      Para lograr una economía basada en el conocimiento hay que desarrollar una «base científica» que represente la materia prima (potencialmente inagotable) de la innovación. La base científica se encuentra en las universidades dedicadas a la investigación en ciencias e ingeniería, como así también en el desarrollo de las ciencias del management y sociales y humanas, dado que el desarrollo industrial tiene fuertes implicancias en el campo del empleo, la capacitación y la educación permanente. Para conseguir una prosperidad duradera, hace falta cambios profundos de mentalidad, y pensamiento más estratégico sobre lo que ocurra cuando ya no queden recursos naturales. En ese sentido, la docencia universitaria y las tareas de investigación y desarrollo son ingredientes fundamentales en la transformación de la economía y la sociedad.

      La ciencia es el conocimiento sistemático de lo físico o material del mundo a través de la observación y la experimentación. La ciencia suministra métodos y procesos donde esta comprensión del mundo es acumulada, codificada y comunicada. La ciencia no prueba nada ya que el «método científico» solo puede «desaprobar» la hipótesis. Lo que proporciona la ciencia es evidencia a propósito de los fenómenos físicos y materiales y, a través del proceso de la experimentación y la acumulación de evidencia, desarrolla conocimiento y entendimiento del mundo físico. Esta observación constituye el primer elemento en la construcción de una economía de conocimiento, ya que los que trabajan en ella deben saber los límites de la ciencia y manejar la incertidumbre que acompaña el método.

      El segundo elemento es el provecho económico de la ciencia a través de la ingeniería y tecnología, que toman teorías y evidencias científicas y las convierten en productos que tienen utilidad y valor de mercado. En el caso chileno actual la tecnología se usa en la extracción de los recursos naturales, en la línea de lo que hemos llamado la mentalidad minera, lo que le diferencia del resto del mundo desarrollado, donde la tecnología se orienta a incorporar mayor valor a la producción por medio de la integración industrial. De este modo, en muchos países la tecnología se usa en la agregación de valor a la economía a través de productos innovadores. El método científico consiste en probar teorías tratando de romperlas. Si la teoría sobrevive la experimentación por una robusta metodología, es evidencia de la validez que la ingeniería puede convertir en productos y producción.

      Para crear (o más bien ampliar) la base científica de un país es indispensable considerar la formación de los profesionales y posgraduados en la educación superior y verificar la calidad del sistema y la metodología que envuelve dicha formación. La educación superior científica de Latinoamérica, y de Chile en particular, sigue en general modelos tradicionales basados primordialmente en teorías que, aunque tengan sus méritos, no reconocen que la práctica y experimentación son imprescindibles. Aquí ciertamente incide la limitante de recursos para laboratorios y materiales de investigación, que se denota frente a un creciente número de estudiantes que se privilegia como objeto de la política pública destinada a favorecer una mayor cobertura. La educación científica en Chile requiere un mejor balance entre la teoría y la práctica en el proceso de enseñanza y aprendizaje; sin experimentación y aplicación sufre el entendimiento de la teoría. Solo con ella puede el aprendiz comprender, aplicar y analizar/sintetizar profundamente los conceptos teóricos científicos y de ingeniería, y así crear y diseñar nuevos productos y sistemas. De entrada, lo que hace falta considerar en los sistemas de educación superior en Latinoamérica son los recursos requeridos para el desarrollo de científicos y tecnólogos, además de una enseñanza activa en creatividad e innovación. En los países en desarrollo hay una falta de recursos e instalaciones de laboratorios en las universidades, y falta de considerar otras experiencias para reconocer que se está en un mundo globalizado de enseñanza3. Para formar científicos ingenieros de alto nivel (y así poder crear una economía del conocimiento) es fundamental tener los recursos necesarios para incorporar los más actualizados desarrollos científicos y tecnológicos.

      Respecto a la materia de enseñanza, el conocimiento del emprendimiento es una importante y necesaria adición al currículo universitario. El emprendimiento se define como el diseño, lanzamiento y mantenimiento en marcha de un negocio nuevo, el cual típicamente comienza como una empresa pequeña, y la gente que crea el negocio ofreciendo un producto, proceso o servicio para venta o arriendo llamada «emprendedores». En el Reino Unido y Europa existe a nivel nacional y regional agencias de desarrollo de pequeñas empresas con funciones de apoyar la creación de negocios nuevos, basados en oportunidades regionales para llenar los vacíos en el mercado local. Además, si los resultados de un proyecto de investigación en una universidad tienen la potencialidad de crear productos, procesos y servicios nuevos, los investigadores pueden elaborar un plan de negocio para crear una pequeña empresa. Existe la posibilidad de la participación de financiamiento de una empresa privada, bancos, la universidad y el gobierno local. Puede además, dar lugar a una patente, pero en este campo también Latinoamérica se encuentra en general muy rezagada en cuanto a la debida protección de la propiedad intelectual, convirtiéndose ello en un serio desincentivo al emprendimiento y la investigación. Por otro lado, el acceso a laboratorios universitarios y su instrumentación por parte de empresas privadas sirve como prueba del valor de inversión en equipo y del aprendizaje para empleados de la empresa. Así crea puestos de trabajo para recién doctorados, como emprendedores de empresas o empleados de los mismos.

      Otras iniciativas incluyen los Teaching Company Schemes (TCS) implementados por un departamento de Tecnología e Innovación4, que consiste en formar una colaboración entre las universidades y empresas locales. Se trata de mejorar e introducir innovaciones en los productos de una empresa, cuyos recursos financieros son limitados. Se unen así expertos de la academia con la empresa para mejorar o desarrollar productos nuevos, adiestrar empleados de la empresa a través de programas de postgrados u otras calificaciones académicas. Este esquema requiere el desarrollo de planes de negocio, financiamiento y administración del proyecto; en el caso de UK, el gobierno proporcionaba hasta el 60 % de los fondos. La iniciativa ya está superada por los Knowledge Transfer Partnerships (KTP —Sociedades de Transferencia de Conocimiento—). En la misma línea, en el caso chileno se ha dado lugar a las «incubadoras de empresas» que auspician el desenvolvimiento de la colaboración universidad-empresa.

      Dentro de las facultades universitarias en UK existen oficinas que manejan los TCSs, KTPs y las otras facilidades para obtener fondos gubernamentales o privados. Estos