Conflicto armado en Siria. Janiel Melamed Visbal. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Janiel Melamed Visbal
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587892659
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Turquía, Siria, Iraq, Israel, Jordania, Líbano y los territorios palestinos.

      Por ende, la Siria contemporánea es mucho más pequeña, y hace apenas referencia al conglomerado social, política y jurídicamente constituido sobre un área territorial de mediana extensión y que tal como se evidenciar en el siguiente mapa, cuenta con una división administrativa de 14 provincias (Quneitra, Dar’a, Suwayda, Damasco, Rif Damasco, Homs, Hama, Tartús, Latakia, Idlib, Alepo, Raqqa, Hasaka, Dayr az-Zawr).

      A lo largo y ancho de su extensión Siria posee 2363 kilómetros de fronteras territoriales con otros 5 grandes actores regionales. Al norte limita con Turquía (con 899 kilómetros de frontera), al este y al sudeste con Iraq (con 599 kilómetros de frontera), al sur colinda con Jordania (con 379 kilómetros de frontera), mientras al suroccidente se encuentra con Líbano (con 403 kilómetros de frontera) e Israel (con 83 kilómetros de frontera), con el que mantiene una disputa territorial por los Altos del Golán.

      A través de su vida republicana Siria ha sido un actor de importancia en la zona, y ha sido a la vez un actor recurrente en diversos conflictos presentes en la región. Por ello, pueden identificarse claramente múltiples episodios de conflictividad bélica, tensiones y hostilidad con varios de sus vecinos, entre los cuales destacan Israel, Turquía, Iraq, Jordania, Líbano y distintos movimientos de resistencia palestina (Hof y Simon, 2013).

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      Fuente: elaboración propia.

      Pese a que su territorio comprende diversas cadenas montañosas y vastas extensiones de desiertos, paradójicamente, Siria también posee un importante potencial para la agricultura, pues cerca del 25 % de su tierra es arable, porcentaje considerablemente elevado al compararse con la vocación agrícola de otros Estados vecinos (Banco Mundial, 2019). Esta circunstancia deriva del importante número de fuentes hídricas con las que cuenta el país, entre las cuales destacan el río Eufrates (compartido con Turquía e Iraq), el río Tigris (compartido con Iraq y Turquía), el río Orontes (compartido con Turquía y Líbano), el río Khabur (compartido con Turquía), el río Sajur (compartido con Turquía) y el río Balikh, entre otros.

      En virtud de la notable interconexión que buena parte de sus más importantes ríos tienen con varios Estados de la región, puede afirmarse que Siria se encuentra en una compleja posición de interdependencia con sus vecinos. Esta relación no siempre se ha caracterizado por la cordialidad o la amable cooperación interestatal, por el contrario, presenta antecedentes con amargos episodios de controversias y tensiones diplomáticas. Para mayor ilustración al respecto se puede analizar, por ejemplo, que Siria se encuentra en la mitad del recorrido entre los extremos del río Éufrates, una de las principales fuentes hídricas de la región. Ahora bien, el punto de nacimiento de este río se encuentra en Turquía, lo cual genera vulnerabilidad en Siria frente a proyectos de infraestructura desarrollados en ese país y que tengan el potencial de afectar el normal cauce del río y, con ello, el suministro de agua. Por otra parte, la desembocadura del río Éufrates al golfo Pérsico se encuentra en Iraq, por lo que este último también observa con desconfianza cualquier acción para reducir el cauce de esta fuente hídrica desde Siria, al punto de que ambos países estuvieron al borde de la guerra en 1974 como resultado de la construcción en Siria de una represa en Taqba (Cohen, 2009).

      Ahora bien, en materia energética la importancia de Siria también es excepcional. Se ha mencionado que Siria se encuentra en una región históricamente relevante por situarse en medio de una ruta vital de comercio y por ser centro de grandes imperios. Sin embargo, su relevancia contemporánea también deriva en buena medida de su localización estratégica en el corazón de una zona rica en recursos energéticos y de amplio interés para actores regionales y potencias globales (Dening, 1950). Es interesante considerar que antes de 2011 –cuando comenzaron las protestas en contra del gobierno de Bashar al-Assad– Siria producía 383 000 barriles de petróleo al día, de los cuales exportaba aproximadamente la mitad, representando el 25 % de las rentas del Gobierno y aproximadamente el 45 % del total de las exportaciones del país (Energy Information Administration, 2015).

      Estas cifras permiten concluir que su relevancia energética no radica en sus recursos naturales, los cuales son más bien discretos en la región. Comparativamente, esta afirmación se fundamenta al analizar que la cifra diaria de barriles de petróleo producida por Siria antes de la guerra no representa mucho en relación con otras potencias energéticas de la región como Arabia Saudita –que según datos de la revista Forbes produce cerca de 12 millones de barriles de petróleo al día.

      En consecuencia, la importancia de Siria en materia energética trasciende la simple cuantificación de los yacimientos de petróleo encontrados en su territorio. Su verdadero papel protagónico está asociado con su posicionamiento estratégico como país de tránsito de este mercado energético, ya que por su territorio atraviesan de manera eficiente y barata varios oleoductos y gasoductos de carácter internacional que llevan una importante cantidad de gas y petróleo de la región a los mercados internacionales, especialmente en su tránsito hacia Europa8. Es decir, las riquezas energéticas que sí poseen otros Estados de la región deben idealmente desplazarse a través del territorio sirio para ser comercializadas en los mercados internacionales de mayor apreciación económica, pues es Siria, en definitiva, el que posee el territorio que satisface por igual las necesidades imperantes a nivel regional y global, de los mercados e industrias tanto de productores como de consumidores de energía.

      Ahora bien, como consecuencia del conflicto armado interno, es apenas lógico observar cómo muchas compañías petroleras han suspendido sus operaciones en el país, disminuyendo aún más la producción de hidrocarburos nacional. Adicionalmente, un considerable número de las instalaciones nacionales para esta industria han sufrido una compleja serie de averías o han sido capturadas por fuerzas rebeldes de oposición al régimen, ocasionando una importante fuente de riqueza y liquidez para estas organizaciones armadas a través del fomento de comercio ilegal de hidrocarburos y sus derivados. En virtud de lo explicado, estas circunstancias no deben ser entendidas como el consecuente detrimento natural de la importancia de Siria en materia energética; por el contrario, debe entenderse como el resultado natural que ha ocasionado la violenta competencia multiactoral por el control y hegemonía sobre su territorio.

      En este sentido, Siria no es la excepción a la conocida relación entre la dependencia global existente sobre el petróleo y el gas natural –fuentes aproximadas de cerca del 61 % de abastecimiento de energía primaria para el planeta– y la variedad de violencia y conflictos con la cual se asocia el control de esta industria (Klare, 2009). Este solo hecho permitiría por sí solo explicar por qué la gran mayoría de los países extranjeros involucrados en mayor medida en el conflicto armado en Siria son países con marcados intereses en el sector energético. Algunos de estos países buscan mantener el statu quo derivado de su notable cercanía y entendimiento político con el régimen sirio y otros procuran todo lo contrario. Es decir, buscan promover un cambio de régimen y un nuevo liderazgo en aras de presionar para que con posterioridad a su derrocamiento se consolide un Gobierno dispuesto a favorecer sus aspiraciones revisionistas, otorgándoles, consecuentemente, favorables concesiones para sus inversiones a futuro, de cara a consolidar un papel hegemónico en el sector energético del país.

      Pese a todos estos hechos, los principales modelos de mediciones de riesgo político a nivel internacional fallaron en predecir la ocurrencia de la llamada Primavera Árabe, y con ella, los nefastos hechos relacionados con el conflicto armado en Siria. Tal como se evidencia en las siguientes tablas, este suceso tomó por sorpresa a todos centros de análisis de riesgo internacional. Estos, en su mayoría, no tenían en sus listas a Siria, Egipto, Libia o Túnez como Estados sujetos a riesgos considerables para el periodo 2009-2010, pese a que algunos de estos países se encontraban incluidos en mediciones internacionales con bajos rendimientos en materia de democracia, libertad de prensa y alta corrupción.

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