La venganza de un duque. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616235
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habían cebado con ellos cuando cayeron en desgracia y quedaron completamente arruinados.

      Sacó esos recuerdos de la mente, porque no la llevaban a ninguna parte, el pasado era pasado y no podía cambiarse lo ocurrido, ahora debía concentrarse en el presente y en el futuro, deseando de todo corazón que su suerte cambiara lo antes posible. Pero mientras eso sucedía, le esperaba una larga noche de trabajo, quería que todo saliera bien y que los invitados quedaran contentos de la velada y comentaran los buenos anfitriones que eran los condes.

      Y tiempo más tarde, Gina ya no tuvo tiempo para pensar en nada más, pues se concentró en servir champán y canapés a los invitados que empezaban a llegar y que se veían muy elegantes con sus vestuarios. Y expectante para cuando se anunciara la llegada de Graystone, ya que los nervios le atenazaban la boca del estómago, porque no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar cuando lo tuviera delante de ella.

      Mentalmente, se dijo que tenía que tranquilizarse, porque debía desempeñar su trabajo con profesionalidad, y no tenía ganas de exponerse a que se burlaran públicamente de ella, y mucho menos, de los anfitriones. Gina tenía muy claro que Graystone no significaba nada para ella y que tampoco le debía nada a ese canalla, que solamente pretendía utilizarla y humillarla.

      Sobre las once de la noche, Nolan aguardaba en el carruaje su turno para saludar a los anfitriones, que por supuesto no conocía de nada, pero estaba seguro de que lo habían invitado porque tener entre los invitados a Graystone era un lujo y que la gente que pertenecía a la más selecta clase, se peleaban por tener en sus eventos.

      Esa noche, Nolan se había engalanado con un frac, camisa blanca y relucientes zapatos negros; para cubrirse la cara, había elegido una máscara que le cubría totalmente el rostro, eso le daría la suficiente privacidad para pasar desapercibido entre los invitados y así poder explorar el ambiente con más calma, pues él seguía con la sensación de que esa noche se iba a encontrar con una gran sorpresa.

      Los carruajes fueron avanzando, y el suyo también avanzó unos pocos metros, deseando que le tocara su turno para saludar a los anfitriones y entrar en el interior de la mansión. Esa era una de las normas de etiqueta que Nolan detestaba, aunque intentaba mostrarse relajado, por dentro estaba hecho un manojo de nervios, aunque se le estaba agotando la paciencia, no le quedaba más remedio que mantenerse sereno.

      Y por fin, llegó su turno. Un lacayo de librea le abrió la puerta del carruaje para que él bajara, y lo acompañó hasta la entrada de la casa, donde estaban esperando los condes para saludarlo. El lacayo lo anunció, y tras saludar cortésmente a los anfitriones, Nolan entró en el interior de la casa, y allí el ama de llaves lo acompañó hasta el salón de baile, donde ya había muchos invitados luciendo sus mejores atuendos, junto con antifaces y máscaras que les cubrían el rostro. Nolan se acercó a la mesa de las bebidas y se sirvió una copa de champán, mientras seguía recorriendo con la mirada la estancia.

      Gina había estado un buen rato pendiente de la entrada de los invitados, a la espera de que anunciaran a Graystone y así saber cuál era el hombre del que debía ocultarse, pero Sandy la había llamado para que le ayudara a servir los aperitivos y los canapés, y reconocía que se encontraba atrapada y no tenía escapatoria, porque si se negaba a servir a los invitados, a su tía y a ella, las echarían a la calle sin contemplaciones, y no quería imaginarse a su tía en la calle en la oscuridad de la noche, ella era responsable de haberla puesto en esa situación, y no le quedaba otra solución que enfrentarse a lo que tuviera que pasar, mientras esperaba en la cocina con Sandy y con Holly hasta que Vera anunciara que ya habían llegado todos los invitados y podían comenzar a servir, e intentaba tranquilizarse, pero sin éxito.

      Casi veinte minutos después, Vera entró en la cocina a anunciar que todos los invitados ya se encontraban en el salón de baile, y que podían comenzar a servir las bandejas de comida. Las tres se alisaron el uniforme y cada una cogió una bandeja y salieron de la estancia. Entraron en el salón de baile donde la orquesta había empezado a tocar otra pieza musical y varias parejas bailaban al son de la música, mientras ellas se dispersaban entre la multitud y ofrecían comida a los invitados, pero de pronto, los ojos de Gina se clavaron en una pareja que bailaba; sobre todo, no pudo dejar de fijarse en ese hombre tan alto, moreno, musculoso y que tenía el rostro totalmente cubierto por una máscara. Pero se obligó a recomponerse y a continuar con su labor, antes de que Vera se diera cuenta y le llamara la atención.

      Pero por mucho que intentaba tranquilizarse, no lo lograba, porque había algo en ese hombre que la perturbaba demasiado y no conseguía identificar por qué, y se preguntaba qué tenía ese hombre para que la afectara tanto, aunque no halló respuesta ninguna a sus preguntas.

      El vals terminó de sonar y tras hacer una reverencia a la dama con la que había bailado, Nolan salió de la pista de baile y se dirigió a la mesa a por otra copa de champán. Ya al lado de la mesa, cogió la copa y fue entonces, cuando una de las doncellas llamó su atención, y aunque estuviera vestida con un horrible uniforme y tuviera el cabello recogido en un tirante moño, tenía la sensación de que la conocía, aunque en ese momento no fuera capaz de identificar de quién se trataba. Y desde ese momento, el ambiente del evento se le hizo mucho más interesante y divertido, porque no se iba a ir de esa mansión hasta que supiera todo de la bella mujer que había captado toda su atención.

      Gina salió del salón de baile con la bandeja vacía y regresar a la cocina para dejar la bandeja, pues Vera acababa de dar la orden de que ya no se servirían más canapés y aperitivos esa noche, Holly y Sandy, ya hacía rato que se habían retirado a la cocina a cenar, pues todavía les quedaba mucho trabajo que hacer cuando los invitados se marcharan. Ya en la estancia, las tres cenaron y se tomaron una taza de café bien cargado para mantenerse despiertas.

      Tiempo más tarde, Gina recorrió el pasillo hasta donde se encontraba la terraza, abrió las puertas y salió al fresco de la noche, y notó el sutil aroma que desprendían las flores que había en las macetas, mientras sus pulmones se llenaban de aire fresco.

      Pero, de repente, empezó a notar que el vello del cuerpo se le erizaba, y no tenía nada que ver con el frío de la noche, y se decía que si seguía así se iba a volver completamente loca. Entonces, alguien habló desde las puertas, haciendo que Gina se girara rápidamente y estuvo a punto de desmayarse al encontrarse frente a frente con el hombre que había llamado su atención. Él estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y mirándola fijamente.

      —Perdona que te haya asustado, pero te he visto y he sentido la curiosidad de charlar contigo.

      —Milord, usted no puede estar aquí, debe regresar al salón de baile con los invitados.

      —Excelencia, es la forma correcta de dirigirte a mí.

      —Perdón, pero no estoy entendiendo nada.

      —Vamos, Gina, ¿es que ya te has olvidado tan pronto de las normas sociales de la nobleza inglesa?

      Gina deseó que en ese momento se abriera la tierra a sus pies y se la tragara, con mucho esfuerzo, pudo decir:

      —Lo siento mucho, milord. Pero me está confundiendo con otra persona.

      —No, no lo estoy. Has sido muy astuta al intentar querer librarte de mí. Ha sido una gran suerte de que te hubiera encontrado esta noche aquí, y vestida de doncella.

      —Por favor, váyase o gritaré para que alguien venga a ayudarme.

      Nolan se separó de la puerta, y a paso lento se fue acercando a Gina.

      —No, porque sé perfectamente que no lo harás.

      —Quiero que se identifique ahora mismo.

      —Tus deseos son órdenes para mí, soy Graystone. —Pero Nolan no descubrió su rostro.

      Gina palideció al escuchar ese maldito nombre. Nolan torció la boca en un gesto de desdén.

      —Por tu cara, veo que me recuerdas perfectamente, ¿verdad?

      Con un hilo de voz, ella pudo decir:

      —Excelencia, salid de aquí antes de que me busquéis un problema con los