La venganza de un duque. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616235
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falta que le nieguen algo, para querer lograrlo a toda costa.

      Poco después, cambiaron de tema y hablaron de cosas mucho más agradables. Cuando entraron en el siguiente poblado, vieron que era día de mercadillo y bajaron a pasear entre los diferentes puestos, y pasaron una agradable mañana, en la que compraron algunos víveres para comer más tarde. Y la verdad es que Gina estaba disfrutando con la experiencia, porque por primera vez en muchos años se veía libre y sin preocupaciones en la mente.

      Regresaron al carruaje y emprendieron la marcha. Más tarde pararían en algún descampado para comer. Gina se concentró en mirar por la ventanilla para observar el paisaje tan bello que pasaba ante sus ojos. Estaba feliz y deseosa de llegar a su destino y comenzar una nueva vida, y quizás allí podría conocer a un hombre del que poder enamorarse, casarse y ser feliz con él el resto de su vida. Y cuando regresara de nuevo a Londres lo haría del brazo de su flamante esposo. Una sonrisa iluminó su rostro con solo imaginárselo.

      Para cuando Nolan llegó a la mansión, estaba tan furioso que tenía ganas de destrozarlo todo. Con mucho esfuerzo se contuvo, bajó del carruaje y con paso acelerado entró en la mansión. Pidió a Graves que no le molestaran y se encerró en el estudio. Allí se sirvió un vaso de whisky y se lo bebió de un trago, se acercó al escritorio, dejó el vaso vacío sobre el mueble con más fuerza de la necesaria, y se puso a dar vueltas por la estancia muy enfadado. Había estado a punto de lograr su venganza, y como un idiota había dejado que todo se le fuera de las manos. Tantos años analizando meticulosamente cada movimiento, para que ahora se hubiera dejado derrotar con tanta facilidad. Gina no sabía a qué poderoso enemigo se enfrentaba, y en cuanto la encontrara iba a ser mucho más cruel con ella por haber intentado burlarse de él, y no iba a descansar hasta que la tuviera nuevamente frente a él.

      Después de varios minutos, por fin logró serenarse, y fue a sentarse al sillón tras el escritorio. No importaba el dinero que tuviera que invertir en la búsqueda de Gina St. James para encontrarla. Si era necesario, removería cielo, tierra y mar para encontrarla. No iba a permitir que la única mujer que se había burlado de él lo siguiera haciendo. Pero lo primero de todo, era hablar con un juez y pedirle una orden de desalojo para poder quitarles a esa gentuza lo único que les quedaba.

      Se había convertido en un hombre duro y frío, porque una mala mujer había aplastado todas sus ilusiones de un plumazo, sin siquiera darle una oportunidad para poder conocerlo. Pero ahora las cosas eran diferentes, ya no era el muchacho pobre del pasado que había sido, ahora se había convertido en un hombre muy poderoso, poder del que se iba a valer para desquitarse de Gina. Ella siempre lo había mirado por encima del hombro, y haciéndole sentir insignificante.

      Ahora lo imperante, era contactar con un buen detective que lo ayudara en la búsqueda de esa mujer. Encomendaría a Graves el encargo de contactar con el mejor detective de la ciudad, y diciéndose que la investigación tenía que dar frutos cuanto antes, ya que con Gina nunca sabía a lo que atenerse, y existía la posibilidad de que huyera incluso del país, y no podía darse ese lujo, si ella lograba salir, le sería mucho más difícil encontrarla, por no decir que sería imposible. No, eso no iba a suceder, Gina tenía que pagar y con creces por todos los desprecios del pasado y que seguían vivos en su memoria.

      Se levantó del sillón y se acercó al cordón para llamar a Graves, y que le sirviera una taza de café bien cargado. El mayordomo no tardó nada en presentarse y cumplir las órdenes del duque. Nolan aprovechó para dar orden de que contactara con el mejor detective, y pensando que debía mantener la cabeza bien fría para poder pensar con claridad. Minutos después, estaba disfrutando de la cálida bebida, mientras observaba el paisaje a través de la ventana. Quisiera o no, Gina iba a caer irremediablemente entre sus brazos y en su cama. Cuanto más intentara ella evitarlo, más empeño pondría él, y por fin podría ver cumplido el sueño que había anhelado desde siempre.

      Ahora que estaba mucho más tranquilo, se dijo que debía mantenerse firme para no perder el terreno que había ganado. En cuanto hablara con el juez, concentraría toda su atención en encontrar a Gina, allí donde se estuviera escondiendo, y porque había huido de él como la cobarde que era.

      4

      Ya habían pasado tres largas semanas, desde que Gina y Holly llegaran a Éxeter. Tres días después de su llegada, consiguieron que las contrataran para trabajar en la casa del conde Carling; Holly, como acompañante de la anciana madre del conde, y Gina, como doncella. Al principio, su tía se había opuesto a que su sobrina fuera una simple doncella, pero Gina le había hecho ver que necesitaban el trabajo para sobrevivir mientras permanecían en Ëxeter, y empleadas en la misma casa, tendrían una cama donde dormir y ahorrarían mucho dinero al no tener que pagar alquiler por una casa. Lord Aníbal y su esposa lady Vera, se portaban muy bien con las dos, pero con el hijo del matrimonio, las cosas eran muy diferentes, lord Jeremy Carling era un joven muy apuesto y se había encaprichado de Gina desde que la había visto, y no perdía ocasión para molestarla.

      Ya era media mañana, y Gina se encontraba en uno de los dormitorios aireando la estancia y cambiando las sábanas de la cama, cuando Jeremy la increpó por la espalda, con un brazo la sujetó por la cintura, y con la mano que tenía libre le tapó la boca.

      —Si sabes lo que te conviene, vas a hacer todo lo que yo te pida —le dijo al oído.

      Gina intentó zafarse, y eso hizo que Jeremy se enfadara.

      —¡Te he dicho que te estés quieta, me estás empezando a agotar la paciencia! —Y la apretó todavía más a su cuerpo.

      Ella hizo un nuevo intentó de zafarse dándole una patada, pero falló en el intento.

      Luego, la giró bruscamente y la empujó a la cama, después se tumbó sobre ella y empezó a levantarle la falda del uniforme.

      Gina aprovechó ese momento para morderle la mano, flexionó la rodilla y golpeó a Jeremy en la entrepierna, él aulló de dolor mientras se doblaba, Gina se libró de él, se levantó de la cama y se alisó la ropa.

      —¡Esto es para que aprenda que conmigo no se juega! —Y salió corriendo del dormitorio. En el pasillo se apoyó en la pared mientras intentaba tranquilizarse, pensando que no le quedaba más remedio que callar lo que había sucedido; si no lo hacía, su tía y ella se quedarían en la calle, y además, el hijo del conde diría que había sido ella la que había intentado seducirlo. Finalmente, logró tranquilizarse y continuó con sus quehaceres, diciéndose que de ahora en adelante debía tener mucha precaución y evitar quedarse a solas con Jeremy.

      En el dormitorio, Jeremy seguía retorciéndose de dolor, al tiempo que decía:

      —¡Esto no va a quedar así! ¡Vas a ser mía a como dé lugar!

      Para alivio de Gina, el resto de la mañana no se volvió a encontrar con él, y preguntándose por qué había tenido que caer tan bajo, ella, que lo había tenido todo en la vida, y resultaba muy duro servir a personas que antes habían estado a su mismo nivel social.

      Por culpa de Graystone, había tenido que huir de Londres como una fugitiva, y no iba a permitir que un canalla la deshonrara. Y de nuevo maldijo al duque porque todavía les seguía haciendo la vida imposible.

      A la hora de comer, por orden de Patricia, el ama de llaves, otra doncella y ella sirvieron la comida al conde, a su esposa y a la anciana madre, Dolly, que estaba acompañada por Holly. Después de la comida, sirvieron té, y finalmente recogieron la mesa. Tras una pequeña comida en la cocina, Gina continuó con todo el trabajo que tenía que hacer.

      Horas después de recoger la mesa de la cena, Gina se fue a su dormitorio a quitarse el uniforme, asearse y ponerse el camisón, como no tenía hambre, se tumbó en la cama y se puso a leer un rato para intentar distraerse y no pensar en nada. Ya apenas veía a Holly, pues a ella le habían puesto un pequeño camastro en los aposentos de la anciana.

      Nolan había viajado a Éxeter, porque Danny Tramain, el detective que había contratado, le aseguró que la dama que buscaban se encontraba en la ciudad. Y ya llevaba casi una semana alojado en la suite del mejor hotel y todavía no sabía