Hablando claro. Antoni Beltrán. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antoni Beltrán
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788418411519
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siquiera analizar el tipo de error. A los jueces lo único que les está permitido hacer es interpretar la ley. Una ley que, por lo evidenciado a lo largo de este episodio, el delito está muy mal comprendido, es más, en ocasiones, más que el pago de una falta grave, lo que se puede traslucir es una venganza.

      Por razones obvias, evito el planteamiento de la «pena capital», puesto que esta, por mucho que esté acompañada de todo el boato de responsabilidad en los países que aún la ejercen, me parece un acto de venganza criminal del Estado que la auspicia. Propio de los mismos enfermos que ajustician por no decir claramente que asesinan.

      Después de esta controvertida exposición de lo que somos los humanos, creo necesario cerrar estas reflexiones con una posdata. Que nadie crea que, en las situaciones descritas a lo largo de este episodio, el lector jamás se podría encontrar en ellas. Pues eso es probablemente lo que pudieron pensar algunos antes que se hallaran comprometidos en alguna de estas circunstancias. El Homo sapiens está sujeto a las emociones y, en consecuencia, no deja de estar sometido por los sentimientos. Sí, entre ellos esos que antes estudiábamos, como son los de «venganza». También hay otros que, desafortunadamente, no fueron seleccionados por la especie para vivir en sociedad y a estos no se les puede exigir lo que no pueden ofrecer. Finalmente, los que hasta hoy no han tenido ningún problema, quizás sea porque nunca tuvieron la oportunidad. Y otros, porque simplemente pasaron por un mal día y, fruto de ello, cometieron el error, tal vez por el alcohol o cualquier otra sustancia, ocasionaron el desarrollo de una de las circunstancias que aquí se han expuesto.

      4. Cuando se desarrolla la historia de los sumerios, se vuelve a formular esta cuestión.

      5. Del hechicero a la medicina actual, en el capítulo 1 estudia una parte de la historia de la medicina.

      6. En el capítulo IV: «La salud del Homo sapiens», se desarrollan todas estas cuestiones.

      7. En Del hechicero a la medicina actual, se habla extensamente de esta zona y de sus prácticas en medicina.

      8. Toda esta historia se menciona nuevamente en el capítulo IX: «Nuevas expectativas», con el que se cierra el estudio.

      9. Del hechicero a la medicina actual dedica el capítulo 13 a analizar estas discutidas especialidades.

      10. Interpretación del éxito, en los capítulos 28 y 29 se detallan ampliamente lo que representan los distintos sentimientos para los humanos.

      11. Interpretación del éxito, en el capítulo 25 se da una cumplida información sobre la inseguridad de los humanos.

      12. Lo que se pone en funcionamiento dentro de su cerebro «es el mismo circuito de compensación» que si estuviera ingiriendo cualquier tipo de droga. Lo que, al principio, parece algo muy placentero, ya que provoca «descargas de adrenalina», siendo, además, lucrativo. Pasa después a volverse un tormento que le hace, cada vez, querer más y más, volviéndose entonces muy descuidado. Hasta llegar a angustiarle, sin tener una consciencia de que va a ser su gran perdición. Interpretación del éxito, en el capítulo 20 se expresan ampliamente estos motivos.

      II. Los campos morfogenéticos aplicados al Homo medicus

      Imaginemos por un momento que la situación que describo pudiera ser creíble y disfrutara de un acceso que me hubiera permitido viajar en el tiempo… Me encuentro a la distancia de 5500 años, en la «Primera Dinastía del Antiguo Egipto». Me encuentro en el «templo de Osiris». Estoy observando cómo un sacerdote está invocando, para que el dios intervenga en la cura de un joven enfermo, que se encuentra postrado en las parihuelas de un camastro. Escucho que conjura a Osiris de la siguiente manera: ¡oh, Osiris! te invoco para que, con tu infinita bondad, accedas a sanar a este tu siervo. Te imploro para que te dignes a intervenir y expulses a los demonios que poseen su cuerpo…

      Lástima, he perdido la conexión… Supongamos, por un instante, que esta situación pudiera ser verídica y que, gracias a los medios de la aplicación de la «física cuántica» un día fuera posible viajar al pasado. La experiencia narrada es la que a buen seguro se repitió en aquellos ya muy lejanos tiempos. Te estarás preguntando: «¿qué sentido tiene este texto que debería estar en el capítulo anterior?». Y sí, es cierto. Pero este pequeño recorte de la historia antigua sirve para reflexionar si aquellas invocaciones, que antiguamente se hacían, respondían a una fuerza desconocida, incluso hoy en día. De otro modo, si continúas leyendo, encontrarás el sentido práctico que pudieron tener las exhortaciones, consideradas mágicas, entonces.

      La magia solo existe si crees en ella, por contra, ya entramos en el mundo de la lógica, ese que está lleno de las limitaciones que conocemos. Un día, alguien hace algo inédito y entonces ya no se llama magia, sino que es una nueva lógica que viene a sustituir a la antigua. Por lo que yo hablaría de la magia con respeto, puesto que posee distintas vertientes. A estas incógnitas, la neurociencia está buscando respuestas y, pese a que ya es un estudio centenario, escasamente se ha avanzado, si lo comparamos con todo lo que falta por descubrir. Pero ¿qué saben los médicos en la actualidad de magia? Poco, muy poco, ya que sus razonamientos se basan en conocimientos que le cierran las puertas a la posibilidad de aceptar otros nuevos e inéditos, sobre todo cuando estos representan un cambio de paradigma.

      Precisamente, es a esa magia real o metafórica, dependiendo cómo se la interprete, a la que se le niega siquiera una reflexión, por no entender la medicina de otro modo del que se ha comprendido siempre. Sería como decir: «que solo se es capaz de aceptar la única cara de la luna que siempre se ha divisado». Sin poder imaginar que, en la curación, puedan intervenir otros factores que no sean «las intervenciones quirúrgicas», «los propios fármacos» y en según qué casos, «la prohibición de determinada alimentación».

      Hace un tiempo, un niño le hizo una pregunta, que se podría considerar disruptiva, en uno de sus viajes al «papa Francisco»: «¿Qué hacia Dios antes de crear el mundo?». Ante esta interpelación, el papa titubeó por unos instantes, poco importa ahora lo que contestó, tuvo que improvisar una respuesta para la que no estaba preparado, ni él ni todos los ministros de la Iglesia que le habían antecedido. Pues bien, algo parecido me ha ocurrido, siempre que he tenido la ocasión, de preguntarle a algún médico sobre si creía que, además de los conocimientos que ya practicaba, aceptaría que pudiera haber alguna otra manera de influir en la curación de los enfermos. En los últimos tiempos, he estado hablando de este asunto con tantos médicos como me ha sido posible y, al llegar ahí, algunos me reconocieron que no negaban que a la medicina le pudiera faltar algo, pero ignoraban lo que pudiera ser.

      En mi anterior libro, Del hechicero a la medicina actual, planteaba algunas dudas sobre ciertas prácticas de los clínicos. —Deseo hacer la aclaración que no me refiero a ninguna de índole técnico—. Después de reflexionar sobre este asunto y teniendo en cuenta la experiencia que viví durante mi enfermedad, he sido consciente que, lo que me mantuvo en activo en la lucha contra mi dolencia, era una fuerza que surgía de mi interior y que me animaba a continuar. Recuerdo aquellos momentos pesimistas que me transmitían mi familia o los propios facultativos, que algo dentro de mí me decía: «Tú puedes, saldrás de esta». Imagino que puede resultar un poco difícil de creer. Pero puedo asegurar que eso era lo que sentía.

      ¿Cómo se podría explicar científicamente esta actitud? Seguro que, desde un punto de vista médico, no se puede justificar de otra forma que no sea por entereza. ¿Pero eso es suficiente? Y si no, ¿qué podría ser? ¿Quizás esa magia a la que antes me refería? Sería fácil que mi respuesta se ajustara a cualquiera de las incógnitas que he planteado, pero