—¿Y no deberías hablar conmigo de esas cosas en lugar de con nuestros amigos? —preguntó consciente de que no estaba siendo razonable. Estaba claro que tenía que hablar con sus amigos y pedirles consejo, sobre todo cuando ellos habían pasado por situaciones similares.
—Lo habría hecho, pero estabas enfadada y no quería empeorar las cosas, y menos cuando estabas en el trabajo. Quería comprender cuánto me había equivocado —se encogió de hombros—, pero está claro que no me ha servido de nada, porque ha sido Maddie la que se ha equivocado. Todo esto es por mí.
La miró a los ojos.
—¿Sabes? Si Ray estuviera en vuestras vidas, esto no sería ningún problema para mí porque me mantendría al margen si pensara que comportarme como un padre iba a perjudicar a su relación con sus hijos. Pero no es el caso. ¿Qué piensas de que adopte a los niños? Y quiero la verdad, Karen.
—Supongo que no he pensado en ello —admitió—. Creía que las cosas estaban bien como están. Saben que los quieres.
—Pero también saben que tú eres la verdadera figura de autoridad.
Karen frunció el ceño.
—Eso no es verdad. Te escuchan.
—Solo cuando tú no estás. Mira, esto no tiene por qué pasar, pero creo que podría ser importante para ellos ver que los quiero como si fueran míos y que podría aclarar la situación en cuanto a quién tiene que tomar las decisiones o imponerles disciplina. Lo haremos conjuntamente. Puede que esto no importe ahora que son pequeños, pero la adolescencia no está tan lejos, al menos para Daisy, y entonces sí que podría importar.
Ella entendía lo que quería decir.
—Hacerlo conjuntamente está bien —dijo de inmediato y sabiendo que no solo Elliott tenía razón, sino que ella había sido injusta al sugerir lo contrario—. Sé que no me he expresado bien antes, pero eso es exactamente lo que quiero decir. Tenemos que hablar de las cosas y decidirlas juntos. No hablo de comprar helado después del colegio o regañarlos por portarse mal. Tenemos que estar de acuerdo en las cosas más importantes.
Elliott asintió.
—Como el rugby.
—Como el rugby.
—¿Vas a insistir en que Mack no juegue?
Por mucho que quería hacerlo, porque solo tenía siete años, no decepcionaría a su hijo ahora que estaba tan emocionado con la idea. Y tampoco quería socavar la autoridad de Elliott y darle la razón actuando como si sus decisiones no contaran.
—No, pero si vuelve a casa con cortes, moretones o huesos rotos, ten cuidado —le advirtió.
—Tomo nota —respondió él con seriedad.
Volvió a entrar y la rodeó con sus brazos.
—A lo mejor algún día dejamos de discutir tanto por estas cosas.
Ella le acarició la mejilla y se relajó por primera vez desde que había empezado la discusión.
—Cuento con ello.
—¿Y hablaremos sobre la posibilidad de que los adopte formalmente?
Ella asintió. No sabía por qué había estado mostrando reticencia a dar un paso que les daría a sus hijos una gran estabilidad, pero sabía que eso era lo que había estado haciendo. Había creído que él solo hablaba en teoría porque eso era lo que la había convenido. Tenía que averiguar por qué había sido tan reacia y entonces tal vez Elliott, ella y los niños podrían dar el paso para convertirse en una familia totalmente unida.
Karen se quedó sorprendida cuando, unos días más tarde, Raylene llamó a la puerta de la cocina de Sullivan’s, y entró con gesto de disgusto.
—Sé que te prometí que me pasaría a tomar un café hace unas semanas, pero mi vida ha sido una locura. ¿Aún sigue en pie la oferta?
—Claro que sí. Y has elegido una mañana fantástica. Erik ha hecho café y se ha marchado a comprar unas cosas. Dana Sue tardará una hora en volver.
Sirvió dos tazas de café y le indicó que tomara asiento en una butaca al lado de su puesto de trabajo.
—Espero que no te importe, pero tengo que adelantar trabajo para el almuerzo. Aunque puedo hablar mientras troceo esto. ¿Qué ha pasado que te ha mantenido tan ocupada?
—Carter ha estado haciendo un montón de turnos imposibles en la comisaría. Aunque ahora es el jefe de policía de Serenity, sigue haciendo turnos patrullando. Sus hermanas están metidas en todas las actividades del instituto, así que, adivina quién las lleva y las trae y se sienta con el público y aplaude cuando tienen actuaciones.
—Es un gran cambio comparado con cómo estabas hace un par de años. ¿Te va bien?
—Sinceramente, quitando alguna que otra punzada de pánico cuando salgo por la puerta, estoy llevando muy bien tanto ajetreo. Cuesta creer que hubiera una época en la que me aterrorizaba poner un pie fuera de casa —se encogió de hombros—. Ayuda que mi loco y maltratador ex esté por fin encerrado y por mucho tiempo esta vez.
—Imagino que eso debe de haber sido un gran alivio. No sé qué haría si a Ray se le pasara por la cabeza volver a Serenity. No es que fuera un maltratador, pero aún me queda mucho odio y rabia por el modo en que me abandonó y me dejó sumida en todos esos problemas económicos.
—¿Has vuelto a saber algo de él? ¿Te pregunta por los niños?
Karen negó con la cabeza.
—Es como si no existieran —pensó en el papel que estaba desempeñando Raylene con las hermanas pequeñas de Carter—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Te ha costado asumir qué papel debías adoptar con las hermanas de Carter?
Raylene se quedó pensativa.
—Fue difícil al principio, cuando empezamos a salir y no sabía adónde iría nuestra relación. Sabía que Carrie necesitaba mucho una influencia femenina en su vida, pero no quería pasarme de la raya. A veces había situaciones incómodas —sonrió—. Pero ahora las dos me ven como una hermana mayor, creo, y Carter y yo solucionamos las cosas juntos. A lo mejor si Carter fuera su padre, en lugar de su hermano mayor y tutor legal, sería más complicado, pero estamos adaptándonos a manejar las cosas.
Miró a Karen fijamente.
—¿Por qué me lo preguntas? ¿Tiene Elliott problemas adaptándose al papel de padrastro?
—La verdad es que es fantástico —admitió—. Soy yo la que parece tener problemas para adaptarme a tener una pareja de verdad que comparte la responsabilidad de criar unos hijos. Sin pretenderlo, lo he hecho sentirse como si no tuviera ni voz ni voto.
—Pues eso no está bien. ¿Y tienes idea de por qué has estado haciendo eso?
Karen sacudió la cabeza.
—No dejo de darle vueltas, y no le encuentro motivos. Hasta quiere adoptarlos oficialmente, pero yo me he estado conteniendo.
—¿Podría ser porque aún te da miedo que las cosas no funcionen con Elliott? —especuló Raylene con delicadeza—. Eso podría hacer que fueras cauta a la hora de darle un papel legal y permanente en vuestras vidas.
Karen frunció el ceño ante tan inesperada sugerencia, pero, por desgracia, todo sonaba demasiado plausible. Después de que Ray la hubiera hundido, después de haber solucionado todo aquel desastre, ¿estaba pensando que no quería tener que enfrentarse a todas las repercusiones si Elliott y ella no lograban sacar adelante su matrimonio?
—Espero que no. Quiero que este matrimonio funcione más que nada en el mundo. No es solo porque no quiera otro fracaso, sino porque sé lo afortunada que soy de haber encontrado