Práctica de la danza. Liane Simmel. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Liane Simmel
Издательство: Bookwire
Серия: Danza
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9788499109060
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hablamos, tragamos, digerimos, respiramos o bailamos, la mayoría de nuestros movimientos se deben a la contracción y acortamiento de las células musculares. La orden de trabajo llega a los músculos a través de los nervios. El sistema nervioso es el auténtico director del movimiento; los músculos solo ejecutan la acción. El tejido muscular está formado por millones de células. Según la estructura y la función se distinguen tres tipos de músculos: el músculo liso, el músculo cardíaco y el músculo esquelético.

      La musculatura lisa también se conoce como musculatura involuntaria. Al microscopio se aprecia una densa red de células musculares, de distinto tamaño y orientación. La musculatura lisa se encuentra, por ejemplo, en los ojos, los vasos sanguíneos o todo el aparato digestivo, pero también en los pequeños músculos de las raíces del pelo, lo que hace que los folículos pilosos se contraigan y aparezca lo que se conoce como piel de gallina. La musculatura lisa de los órganos es controlada por el sistema nervioso vegetativo y por las hormonas y sometida, de esta manera, al subconsciente.

      La musculatura cardíaca se encuentra, como su propio nombre indica, en el corazón. Ocupa una posición diferenciada de la musculatura esquelética y la lisa. Por un lado, las células musculares disponen de la estriación característica de la musculatura esquelética y, por otro, al igual que la musculatura lisa, están controladas por el sistema nervioso vegetativo. La musculatura del corazón posee una función especializada gracias a sus células marcapasos: es capaz de contraerse por sí sola, sin ninguna orden nerviosa.

      Cuando se habla de músculos, se suele hacer referencia a la musculatura esquelética, también llamada estriada. Estos músculos se insertan en los huesos y regulan el movimiento del esqueleto. Como este trabajo muscular es modulado de forma consciente y deliberada, a esta musculatura también se la conoce como musculatura voluntaria. Su observación al microscopio revela las estrías características de las fibras musculares. La musculatura esquelética se compone de unos 400 músculos, de diferente tamaño y forma, que van desde los músculos más finos de los dedos de la mano hasta los grandes músculos de la espalda. Todos los músculos pesan, en conjunto, más que todo el armazón óseo. Así, el 40% del peso corporal de los bailarines se debe a la musculatura esquelética y tan solo el 15% al propio esqueleto.

      Dada su importancia para el movimiento y la danza, a continuación se describirán con más detalle la estructura y la función de la musculatura esquelética.

       El músculo mueve el hueso

      Los músculos esqueléticos se componen de células musculares largas y delgadas. Estas células contienen millares de núcleos y pueden alcanzar una longitud de hasta 40 centímetros; por ello se denominan también fibras musculares. Varias fibras musculares componen un fascículo muscular; varios fascículos musculares se unen formando un vientre muscular. De forma característica, los vientres musculares terminan en tendones o láminas tendinosas que los unen al hueso. El diámetro del vientre muscular, la arquitectura y composición detallada de sus fibras, la relación entre el vientre muscular y el tendón y los lugares exactos de inserción en el hueso o en el tejido conjuntivo determinan, en gran medida, la eficacia y la fuerza del músculo.

       Perspectiva detallada de la fibra muscular

      La fibra muscular es la unidad anatómica fundamental del músculo. A través de ella discurren, en sentido longitudinal y paralelo, fibras de proteína llamadas miofibrillas. La subunidad elemental de estas miofibrillas es el sarcómero o «unidad contráctil» de las fibras musculares. En una fibra muscular se disponen sucesivamente, en hilera, varios miles de sarcómeros. Cada sarcómero está delimitado, a ambos lados, por los llamados discos Z; entre ellos se encuentran cadenas de proteínas, los miofilamentos, conocidos también como cadenas de actina y miosina. La delgada actina está adherida directamente a los discos Z, mientras que la miosina, más gruesa, se extiende entre ellos. La alternancia entre estos filamentos de actina y miosina otorga la estriación característica del músculo esquelético que se ve al microscopio.

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      Fig. 1.13: Estructura de un músculo.

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      Fig. 1.14: De la fibra muscular al sarcómero, la «unidad contráctil» del músculo.

      El sistema nervioso da la orden de contracción a la fibra muscular. Cada célula nerviosa se encarga de un número variable de fibras musculares, en función del músculo del que se trate. Las células nerviosas y las fibras musculares inervadas conforman en conjunto la denominada unidad motora. El número de fibras musculares contenidas en una unidad motora varía desde menos de diez fibras, en la musculatura ocular, hasta algunos millares en el cuádriceps del muslo. Cuanto mayor es la unidad motora, más fuerza genera el músculo, y cuanto menor es su tamaño, más preciso resulta el control del movimiento. La fuerza de contracción muscular está dosificada por el número de unidades motoras activadas. A medida que el músculo se tensa, participan más unidades motoras en la contracción.

       Tendones: la comunicación con el hueso

      La mayoría de los músculos se insertan, a través de tendones, en los huesos. La función de los tendones es transmitir la fuerza de tracción generada por el vientre muscular contraído al hueso. Para ello se precisa poca elasticidad y mucha resistencia a la tracción. El tendón cuenta con una estructura perfectamente adaptada para satisfacer ambos requisitos. Se compone de fibras de colágeno dispuestas de forma paralela, que muestran una ligera ondulación en estado de reposo. El tendón se afianza en el hueso a través de una zona cartilaginosa, que aporta una transición armónica entre la gran elasticidad del complejo musculotendinoso y la elasticidad, claramente menor, del hueso. La elasticidad de los tendones, con una distensibilidad máxima del 4%, es menor que la del músculo, que puede distenderse, en casos extremos, hasta en un 50%. Con el envejecimiento se reduce la resistencia de los tendones. El depósito de grasa y el descenso en el número de células tendinosas reducen su capacidad regenerativa y también su capacidad de carga.

      A menudo existen elementos especiales de protección de los tendones, tales como huesos sesamoideos, bolsas tendinosas o vainas tendinosas, en las localizaciones en las que los tendones están expuestos a una alta carga mecánica.

      Los huesos sesamoideos refuerzan los tendones y mejoran la mecánica de tracción muscular. La rótula es el hueso sesamoideo más grande del ser humano.

      Las bolsas tendinosas (o simplemente, bolsas) son pequeños sacos llenos de líquido situados allí donde los músculos y tendones se deslizan sobre prominencias óseas y podrían sufrir daño. Estas bolsas absorben, a modo de almohadillas de líquido la presión sobre los tendones, impidiendo su desgaste. El número de bolsas tendinosas es mayor en la rodilla. Es esa localización hay varias, una de las cuales está situada justo debajo de la rótula y reduce notablemente la presión que sufre el ligamento rotuliano al arrodillarse.

      Las vainas tendinosas se encargan de garantizar el deslizamiento de los tendones en los lugares de tránsito prolongado y directo sobre los huesos, o de entrecruzamiento entre ellos. Estas vainas de tejido conjuntivo rígido rodean los tendones y facilitan un deslizamiento en su interior casi sin fricciones, en su interior. Actúan también como «polea» de guía para el músculo, debido a su firme inserción en los tejidos vecinos. Así, la vaina tendinosa del flexor largo del dedo gordo rodea por su parte posterior el maléolo interno del pie y fija el músculo y su tendón trazando un arco (v. capítulo 6, pág. 145 y siguientes).

       La fascia muscular confiere protección y movilidad

      Cada músculo esquelético está rodeado por una capa de tejido conjuntivo llamada fascia. Esta no solo envuelve todo el vientre muscular, sino que se prolonga a través del tejido tendinoso hasta el hueso. Además, aporta al músculo vasos sanguíneos y nervios. La fascia