Los grandes mitos de Occidente. Ana-Grace Avilés Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ana-Grace Avilés Martínez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418649806
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frecuente y activamente parte en la vida política. Fustel de Coulanges lo subrayaba deplorándolo: «Nuestros historiadores han sido hombres de partidos políticos desde hace cincuenta años […] Escribir la historia de Francia ha sido una manera de trabajar para un partido y combatir al adversario. La historia se ha convertido así en una especie de guerra civil permanente»40.

      La historia, además, no solo ha sido un legado académico, existe una amplia gama de filmes, juegos, espectáculos, publicaciones, etc. La participación de las y los historiadores en la producción de la identidad nacional comparten ciertas funciones sociales con los medios de difusión masiva en la búsqueda de homogeneizar la población. Estos roles se ponen de manifiesto sobre todo cuando los gobernantes exigen a los encargados de enseñar la historia de definir una identidad nacional. La nación francesa, tal como la alemana, la italiana, la española, la rusa, la polaca, etc., son el resultado de mezclas numerosas y sucesivas que ocurren en permanencia volviendo a cuestionar el sentido, el rol y las funciones, de los míticos Estados-nacionales. Cada Estado-Nación se ha impuesto sobre las múltiples diferencias de sus pobladores; cada nación en el mundo está llena de comunidades distintas, de grupos humanos diversos que pueden, sin embargo, encontrar sus equivalentes al interior de las numerosas naciones del mundo porque el Planeta es igual en todas partes, igual de diverso, igual de vasto, igual de complejo, igual de complicado, igual de sometido.

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      Mito número 12

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      «La meritocracia republicana es severa, pero justa»

      El rol «educativo» del televisor continúa a lo largo de toda la vida de los seres que, en él, han depositado su confianza, tal como alguna vez en su infancia, sus madres y padres lo hicieron, puesto que también les dejaron solos frente a esas pantallas. Las instituciones educativas tradicionales mantienen el mismo tipo de educación vertical porque no existe interacción equilibrada; nada se comparte, no hay apertura ni reciprocidad, sino solamente sometimiento y obediencia. Estas afirmaciones no se limitan a los sistemas de educación de los países llamados en desarrollo; el modelo de educación vertical fue institucionalizado en Europa en pleno siglo XVIII con el fin de preparar a los estudiantes al trabajo rutinario de las industrias.