Los grandes mitos de Occidente. Ana-Grace Avilés Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ana-Grace Avilés Martínez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418649806
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la calidad de vida de las colonias resultaba caro por eso, los imperios exigieron a las colonias pagarse ellas mismas su «desarrollo», sus préstamos, sus ejércitos... cobrando ellas mismas sus propios impuestos. Es en tales circunstancias que fueron sucediendo las luchas independentistas. Sin menospreciar el rol de las figuras que lucharon por esos cambios, tanto al interior de las colonias como al interior de los mismos imperios, es evidente que no son las buenas intenciones, los discursos de liberación y de justicia, los factores que logran concretizar los grandes cambios, las finanzas son, lamentablemente, más influyentes. ¿Qué se puede hacer para lograr cambios reales, transformaciones profundas?

      Mito número 8

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      «El ejemplar modelo de producción industrial»

      Sobre una fruta se construyó un imperio

      En el mercado de los Estados Unidos a finales del siglo XIX, la banana fue un producto exótico reservado a las élites por su alto costo. Minor Cooper Keith, catalogado en el imaginario norteamericano como visionario y duro hombre de negocios hizo de la banana un producto de consumo popular. Minor Cooper Keith «democratizó» el consumo de la banana a un altísimo costo ecológico, humano, social. Luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, Cooper Keith llegó a Centroamérica para construir vías férreas prometiendo, a las recientemente independizadas naciones de América Central, «desarrollo» basado en monocultura y exportación; Cooper Keith negoció precios y usufructos a su conveniencia, fue fácil confiscar las tierras de todos los pequeños campesinos y de todos los aborígenes porque ninguno tenía títulos de propiedad. La empresa de Cooper Keith utilizó las vías férreas de manera gratuita, pero además impuso la «optimización» de impuestos, en las escuelas de negocios se utiliza la palabra «optimización» para hablar de la exoneración de impuestos.

      Al cabo de treinta años, la United Fruit Company nacida en 1899, se convirtió en potencia regional, su ley se impuso en inmensas plantaciones que desde Centroamérica bajaron hasta Colombia. La UFC instaló en sus plantaciones gente miserable traída desde Jamaica para que, sin relaciones locales, no logre agruparse en sindicatos, no reclame sus derechos y se someta sin más a las condiciones esclavistas del trabajo tóxico de las bananeras. Para que la multinacional no vaya a instalarse a otros países, los Gobiernos locales también se sometieron a todo como se han seguido sometiendo hasta nuestros días. Los sueños de progreso y de desarrollo de los gobernantes locales, sumados a la enorme pobreza dejada por siglos de colonialismo permitieron y aún permiten todos los atropellos.

      En 1933, cuatro años después de la muerte de Cooper Keith, Samuel Zemurray nacido en Moldavie, tomó el timón de la multinacional, fue llamado el «tsar de la banana». En 1954 con el apoyo del Gobierno de Eisenhower, sacó del poder de Guatemala al socialdemócrata Jacobo Árbenz Guzmán quien había nacionalizado millares de hectáreas de la UFC a través de una reforma agraria. Así fue cómo se desató en la zona una guerra civil que, hasta 1996, habría llevado a la muerte a más de cien mil personas.

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      Mito número 9

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      «Países subdesarrollados»

      El Tercer Mundo, la invención de Truman

      Los Estados Unidos tenían un doble interés en destruir los imperios coloniales; primero, querían ganarles los mercados de distribución; segundo, querían impedir que los Estados recién independizados cayeran en manos del Imperio soviético. Cuando se sintieron la nación más «rica» y poderosa gracias a su «fantástica» tecnología, dijeron estar en el deber de transmitir todo su progreso al que llamaron desde entonces, Tercer Mundo. Este discurso omite el hecho de que tanta prosperidad industrial y financiera sucedió gracias a que sus rivales estaban destruyéndose entre ellos, al otro lado de los océanos.

      El mito de los tres mundos tomó forma en 1949: el Primer Mundo fue el occidental, el Segundo fue soviético y el Tercero, todo el resto. Con la caída del muro de Berlín, el mundo pareció globalizarse por completo, sometido a una oligarquía mundial bajo una suerte de dependencia financiera generalizada por las multinacionales y la banca. Los gobernantes de los Estados Unidos de Norteamérica siempre estuvieron en contra de los imperios coloniales; en tanto que excolonia, al haberse liberado del Imperio británico, se consideraron a sí mismos como los campeones en cuestiones libertarias. Este orgullo tan arraigado en la nación americana minimiza la sociedad esclavista primero y la racista después; infravalora, además, la masacre que exterminó a la gran mayoría de pueblos aborígenes de Norteamérica y que mantiene en la miseria a los pocos sobrevivientes.

      Mientras los países europeos se destruían entre sí al otro lado del océano durante la Segunda Guerra Mundial, los Gobiernos de los Estados Unidos en América continuaron comportándose bajo el modelo colonial en sus relaciones con América Latina. En las últimas décadas, Latinoamérica ha ido consolidando Gobiernos suyos, lamentablemente malos, sobre todo porque perpetúan el rechazo a los modos de vida de los pueblos autóctonos a los que consideran improductivos, ignorantes, subdesarrollados, por eso, no han cesado de perseguirles, por eso siguen sacándoles de sus territorios. Los gobernantes latinoamericanos no logran comprender modos de vida distintos al de Occidente y han impuesto por la fuerza el sistema industrial y de