» Tercera parte: Los líderes en crecimiento disciernen el llamado de Dios. Se enfoca en saber qué desea Dios para nuestras vidas. El capítulo 4 introduce el concepto de estar viviendo en la “línea roja”, en la cual constantemente nos esforzamos demasiado, dañando nuestras relaciones, nuestra salud y nuestra eficacia. El capítulo 5 considera cómo afecta el llamado de Dios. No presenta simplemente el panorama general de lo que quiere que hagamos con nuestras vidas, sino también nuestras decisiones diarias, ayudándonos de este modo a salir del estilo de vida de la “línea roja”.
» Cuarta parte: Los líderes en crecimiento desarrollan un carácter como el de Cristo. Aquí se reflexiona sobre el lugar del carácter en la vida del líder. El capítulo 6 reconoce que aquello que somos comunica con la misma claridad que aquello que hacemos. Muchos de los problemas en el liderazgo no vienen de una falta de capacidad o conocimiento en un área en particular, sino de los problemas esenciales de carácter que afectan la manera en que nos relacionamos con las personas. El capítulo 7 pregunta cómo podemos crecer más como Cristo. ¿Cuánto cambio podemos esperar de este lado del cielo? ¿Qué herramientas pueden ayudarnos para evitar el estancamiento y la desilusión?
» Quinta parte: Los líderes en crecimiento cultivan su capacidad. Considera cuatro áreas esenciales de capacidad en el liderazgo: los líderes se lideran a sí mismos y a los que están más cerca de ellos (capítulo 8), encarnan los valores del reino (capítulo 9), perciben, expresan e implementan la visión de Dios (capítulo 10) y desarrollan personas (capítulo 11). Los capítulos 8 y 9 están principalmente enfocados introspectivamente. Liderarnos a nosotros mismos es el desafío más duro que enfrentamos la mayoría de nosotros. Muchos líderes hablan de la boca para afuera de ciertos valores, pero no los viven; los líderes efectivos encarnan sus valores. Sin esto, el líder no tiene integridad, que es una cualidad fundamental de un liderazgo sano. Los capítulos 10 y 11 se enfocan principalmente hacia afuera. Si tenemos que liderar, debemos saber hacia dónde vamos y asegurarnos de llegar allí. ¿Cómo distinguimos el camino de Dios para seguir con un grupo de personas de manera que los lideremos correctamente? Finalmente, el rol del líder no es simplemente tener éxito en una tarea, sino también en que las personas se desarrollen. Tomando a Jesús como nuestro ejemplo, reconocemos la orientación como un proceso en la vida del líder.
» Sexta parte: Los líderes en crecimiento lideran en comunidad. Aquí se considera el contexto para el liderazgo cristiano, la comunidad del pueblo de Dios. Reflexionando en la naturaleza de Dios y de su iglesia, analizamos la naturaleza corporativa del liderazgo y miramos el lugar del equipo como un reflejo de esta comunidad.
A medida que lea el libro, irá notando que cada parte varía en longitud. Eso no refleja el nivel de importancia de ninguna de las partes, ya que cada una se construye sobre la anterior, con áreas de superposición y peculiaridad. Cada capítulo comienza con un escenario o poema, y termina con algunas preguntas o ejercicios para la reflexión personal. Las preguntas dentro de los capítulos y la sección de recursos al final del libro proveen material adicional para el comentario y la reflexión. Usted podría utilizar las preguntas para conversar con alguien más. La dificultad al responder las preguntas estando solos es que muchos somos excesivamente negativos o ingenuamente optimistas acerca de nosotros mismos; pocos somos buenos en la reflexión objetiva. A los líderes les resulta difícil encontrar un mentor; por lo tanto, aquí hay una manera simple de establecer una relación informal de tipo mentoreo. Invite a un colega o amigo a leer el libro, y entonces encuéntrense después de leer cada capítulo para conversar acerca del contenido, utilizando las preguntas como un punto de comienzo de la conversación.
Comentario personal
Será estimulante cualquier libro que considere el liderazgo de Jesús como un modelo para aquellos que lideran a su pueblo. Quiero enfatizar desde el comienzo que solamente puedo manejar este desafío si entiendo claramente que el llamado de Dios a mi vida como líder está dentro del contexto de numerosas verdades teológicas.
Primero, mi bautismo. El bautismo es la ordenación del pueblo de Dios para una vida de servicio a Jesús. En este sacramento se me confirma que soy un hijo de Dios, y que mi vida en Cristo depende de la gracia. Si tengo un llamado para liderar, será como un hijo de Dios comprometido a servir a Jesús, dependiendo totalmente de su maravillosa gracia.
Segundo, la cruz, pone en claro que el pecado y las fallas pueden ser perdonados. Cometí muchas equivocaciones como líder y lucho con muchos problemas en mí mismo, pero en la cruz conozco al que ama, perdona y ofrece un nuevo comienzo. La cruz también nos recuerda el lugar del sufrimiento en la vida cristiana. El apóstol Pablo, reflexionando en su fe, escribió que anhelaba experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos (Fil 3.10–11). Cristo sufrió; nosotros estamos llamados a participar de sus sufrimientos.
Tercero, la resurrección y la venida del Espíritu. No estoy solo. Jesús está presente conmigo a través de su Espíritu, provocando su transformación en mi vida. El proceso de cambio no depende sólo de mí, sino de mi disposición de estar abierto a lo que Dios quiere hacer en mi vida. La buena noticia es que durante mucho tiempo Él estuvo tomando personas ineptas y mediocres y usándolas en el liderazgo. Es muy hábil en esto.
Cuarto, el regreso de Cristo. Ésta es la esperanza que tengo como líder: que un día todo estará bien, que la tragedia y el sufrimiento de esta vida no son el fin. Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva; y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos (Ap 7.17). Dios es el Soberano de su mundo; Él regresará. ¡Aleluya! Hasta entonces busco ser fiel a su llamado de Dios a mi vida lo mejor que puedo.
Estas cuatro cosas me impulsan a continuar. Si me alejo demasiado de cualquiera de ellas me desplomo ante la enormidad de la tarea y la debilidad de mi carácter. Gracias a Dios que puedo depender de Él, y gracias a Dios que no me ha dejado solo en esta carrera.
Corramos juntos la carrera
Se cuenta una historia sobre un evento en los Juegos Paralímpicos. Era tarde en el día, y la carrera de 400 metros estaba a punto de comenzar. Sólo dos jóvenes estaban alineados en la grilla de partida, ya que los otros competidores habían abandonado. Un insensible reportero de la revista Time hizo un comentario en la radio, en el cual describió la escena como “patética”. El revólver dio la señal de partida. Los dos hombres, los dos con parálisis cerebral, pasaron la línea tambaleando. Uno de los entrenadores corría al lado de la pista, persuadiendo a su atleta. “Vamos, Joey, tú puedes ganar”. En la primera curva Joey tenía una ventaja de 25 metros. Un coro sutil vino desde el público: “Joey, Joey, Joey”. Llegando a la última curva, la ventaja de Joey se había estirado hasta 40 metros. El otro competidor estaba exhausto y desanimado. Veinticinco metros antes del final, Joey de repente se detuvo. Se dio vuelta hacia su entrenador y sonrió, agradeció al público, y entonces regresó a donde estaba el otro joven y le dijo: “Vamos, hermano”. Joey le tendió la mano hasta que el hombre estuvo a su lado, y entonces corrieron sobre la línea juntos. El público enloqueció. Se escuchó al reportero exclamar: “¡Hazme más como Joey!”. Se escuchó al entrenador tartamudear con la cara llena de lágrimas: “Bravo, Joey, eres un verdadero ganador”.
Como líder estoy solo, a mitad de camino de la carrera, por lo tanto Líderes en crecimiento mira hacia aquellos que se encuentran más adelante en la carrera, quienes me alentarán no sólo a seguir, sino también a desarrollarme y prosperar en el liderazgo cristiano. Este libro lo he escrito mirando a los lados, a mis colegas y compañeros, queriendo compartir con ellos tanto los momentos altos y emocionantes como los bajos y dolorosos, al igual que la resistencia día a día en el liderazgo cristiano. Lo he escrito mirando hacia atrás a aquellos que se encuentran rezagados en la pista, procurando correr la carrera delante de ellos, tendiendo una mano para ayudarlos a correr con ímpetu, imaginación y frescura. Lo he escrito mirando al público que llena el estadio celestial y nos vitorea a todos en el camino; a aquellos que completaron sus carreras y recibieron sus coronas.
Sobre