En segundo lugar, no nos extenderemos de nuevo sobre ello, Valente no aprovechó su ventaja inicial y no fue capaz de desplegar de forma acertada su fuerza y no supo controlar a su infantería ligera.
La batalla de Adrianópolis no fue la batalla de un Imperio decadente y condenado a caer ante el empuje de unos bárbaros dinámicos y renovadores.90 La prueba de ello es que el Imperio que fue derrotado, el de Oriente, aguantó y se mantuvo en pie durante mil años más. Pero sí fue el comienzo de una nueva fase en la relación entre romanos y bárbaros y, sobre todo y para el objeto de estudio de este libro, fue el comienzo de la verdadera génesis del pueblo visigodo.
La formación de pueblos en esta época está muy ligada a la aparición de líderes carismáticos y guerreros capaces de lograr triunfos notables que aportaran prestigio y bienestar a sus seguidores. Ese prestigio era lo que hacía que un tervingio, un greutungo, un alano, un sármata, un taifal o un desertor romano, por ejemplo, comenzara a identificarse como miembro de algo nuevo. Como partícipe de una nueva identidad que, conservando lo que podríamos llamar «núcleo étnico de prestigio», casi siempre aquel al que pertenecía el líder, aglutinaba elementos diversos y a menudo dispares.
Pero no sería Fritigerno, un hombre que había crecido en el viejo reino tervingio, sino un hombre que ascendió en el nuevo escenario de relaciones romano-bárbaras surgido tras Adrianópolis, quien forjaría la identidad visigoda, Alarico.
Notas
1 Heather, P.: «The late Roman art of client management, Imperial defence in the fourth century West», 15-72, en especial 37.
2 También Guy Halsall ha señalado el papel clave que Constantino desempeñó en la consolidación de la confederación tervingia: Halsall, G.: «Los gérmenes del apocalipsis», 6-11.
3 Recuérdense, por ejemplo, los miles de soldados romanos que desertaron del ejército del usurpador Pacatiano para pasarse a las filas del caudillo godo Cniva, o los cautivos minorasiáticos llevados a Gotia y entre los cuales nacería Ulfilas, el «Apóstol» y primer obispo de los godos.
4 Heather, P., Matthews, J., 1991, 52-54; Heather, P., 2006, 118-120.
5 Heather, P.: «The creation of the Visigoths», 59-61.
6 Passio San Sabae II.2, III.1, IV.4, VII.1-6 y VIII.1, en Delehaye, H.: «Saints de Thrace et Mésie», 161-300.
7 Heather, P., 2006, 117-118.
8 Origo Constantini Imperatoris, 5, 27 y 6, 31; Zósimo, Nueva historia, II, 88; Sanz Serrano, R., 2009, 92-94. La supuesta germanización e incluso gotización de los ejércitos de Constantino se apoya en la noticia ya referida de Zósimo. Ahora bien, este no menciona a los godos que, por otro lado y teniendo en cuenta el contexto de la noticia, la guerra civil con Majencio en el 312, no podían militar en las huestes constantinianas, a la sazón limitadas a la prefectura de las Galias. Además, Zósimo menciona que 98 000 bárbaros «germanos y celtas» formaban en los ejércitos de Constantino y que Constantino los había reclutado entre los cautivos bárbaros que había hecho y entre las tropas de Britania y Germania. De esto último y del arcaizante «celtas» podría deducirse que muchos de esos supuestos 98 000 bárbaros no serían sino soldados romanos procedentes de Britania, las Galias y las Germanias.
9 Kazanski, M.: «Los godos en el siglo IV», 26-34. El autor hace hincapié en el carácter pluriétnico de los nuevos godos y de su cultura y en la importancia de los cautivos, emigrantes y mercaderes romanos. No estamos de acuerdo con él en otro punto: la vinculación entre tervingios y visigodos y entre greutungos y ostrogodos. En este punto y al igual que Peter Heather, Guy Halsall o Roger Collins no creo que pueda sostenerse dicha aseveración si nos basamos en las informaciones de las fuentes primarias.
10 Filostorgio, Historia eclesiástica, 2.5, en Amidon, Ph. R., 2007.
11 Tjäder, J. O.: «Der Codex Argenteus in Uppsala und der Buchmeister Viliaric in Ravena», 144-164 y Gryson, R., 1980.
12 Tjäder, J. O.: «Der Codex Argenteus in Uppsala und der Buchmeister Viliaric in Ravena», 144-164. Los llamados godos de Crimea se dividían en tetraxitas, asentados en ambas orillas del Estrecho que separa el mar de Azov del Negro y los godos de Dori, que habitaban en las montañas del sudoeste de Crimea. Sostuvieron su independencia hasta el siglo XV en que fueron dominados por los turcos otomanos. No obstante, mantuvieron su lengua y su cristianismo hasta bien entrado el siglo XVIII en que terminaron fundiéndose con los griegos y los tártaros de Crimea.
13 Heather, P., Matthews, J., 1991, 51-93; Heather, P.: «The creation of the Visigoths», 41-73.
14 Heather, P., Matthews, J., 1991, 51-81.
15 Origo Constantini Imperatoris, 5, 27 y 6, 34.
16 Jordanes, Getica, XXIII 116-119.
17 Roger Collins señala esta idea subyacente en la mayor parte de la historiografía de la primera mitad del siglo XX. Collins, R., 2005, 9-12.
18 Historia Augusta, El divino Claudio, 25, 5.
19 Claudio Mamertino, Panegírico de Maximiano Hercúleo, 17.20, 1-4, en De la Baune, J.,1676, 137-138.
20 Jordanes, Getica, XXIX 146 y XXX 158.
21 Amiano Marcelino, Historia, XXVII.5.6; Temistio, A Valente por la paz, X.7, 134 y X.10-11 en Ritoré Ponce, J., 2000; Zósimo, Nueva historia, IV, 25, 2.
22 Temistio, A Valente por la paz, X.7 y 10-11.
23 Halsall, G.: «Los gérmenes del apocalipsis», 6-11.
24 Historia Augusta, El divino Aureliano, 26, 32-34.
25 Historia Augusta, El divino Aureliano, 26, 22.2.