Nos vamos a toda pastilla de la cafetería; creo que hasta la camarera ha flipado y eso que hemos pagado y todo, pero claro, Jordi está como para no verlo y creo que en el fondo le ha dado envidia. Llegamos al portal de mi casa y cuando entramos en el ascensor ya no aguanta más, me empotra contra la pared y me besa con desesperación, pero bueno, ¿qué me he perdido? Te juro que en mi vida jamás había hecho una locura igual, claro que me he liado con tíos pero no así, ¿tan necesitada se me veía? Igual el necesitado es él. Me da igual. Dios, cómo besa, me coge la cara entre sus manos y pasea su dulce lengua por mis labios, yo acojo esa lengua y abro un poco mi boca para darle acceso, y empieza un duelo interminable en el que ya no sé cuál es su lengua y cuál es la mía; ¡Dios!, me ha puesto a cien en lo que dura el trayecto del ascensor hasta el tercer piso, que es el mío.
Abro la puerta y me empuja hacia dentro y sin miramiento alguno comienza a desnudarme pero ¿qué coño le pasa? Sinceramente me da igual, me gusta y mucho, yo hago lo mismo y paseo mis manos por sus abdominales, tan marcados… Me tumba en el sofá y me quita el pantalón rápidamente, no hablamos, solo nos besamos desesperadamente, es como si lleváramos años necesitando aquello, y se vuelve tan intenso, tan poderoso, nos acariciamos mutuamente, y nos miramos a los ojos, nos reímos, estamos bastante locos los dos. Este chico tiene algo que me gusta, seguimos a lo nuestro, me quita la camiseta y me mira, se muerde el labio inferior y decide dejarme el sujetador, saca mis pechos por encima y los masajea, mis pezones reaccionan rápidamente. Con su dedo pulgar les da unos golpecitos, los mira y sonríe, sigue a lo suyo, yo no tengo tiempo casi ni de pensar, enredo mis piernas en su cuerpo, quiero más, mucho más, estoy muy necesitada… Le quito el pantalón y planto mi mano en su miembro, que por cierto es tal y como me lo imaginaba, no me ha decepcionado, porque si con lo bueno que está hubiera tenido un micropene, te juro que me hago monja. No puedo pensar, solo puedo mirarle, ahora mismo me siento como en el séptimo cielo, este chico me pone muchísimo, sé que no quería nada con nadie, pero como ya he dicho antes, el sexo yo no se lo niego a un bombón así, y si todo lo hace tan bien como compone canciones no creo que haga nada malo dejándome mimar un poco.
Sigo acariciándole y me mira sin parar, es como si quisiera decirme algo y no se atreviera. No sé qué hacer porque una parte de mí me dice que pare y le pregunte en qué piensa, que no me deje llevar de esta manera porque nos tendremos que ver bastante y no quiero engancharme de este tío, pero mi parte calenturienta me dice que lo mande todo a tomar por culo y deje que me folle como un loco, que lo deje mirarme con lascivia y que ya veremos lo que hacemos más adelante, total, yo ya le he dicho que no quiero nada serio con nadie. Decido obedecer a la parte calenturienta porque en este preciso momento me parece más racional que la que quiere ponerse a hablar como una tonta. Por lo que sigo con mi masaje en su miembro, arriba y abajo y sigo con la lengua enredada con la suya, veo que de repente busca un preservativo y como si de un rayo se tratase se lo coloca en un abrir y cerrar de ojos, se coloca entre mis piernas y me penetra de una sola estocada, comienza a bombear dentro y fuera con una necesidad de mí que ni yo misma me creo, y yo ya no puedo más, me dejo ir en cero coma por el placer que me provoca, qué tío… El sexo es fabuloso, él al ver que yo me he dejado ir acelera los movimientos haciéndome gritar y gemir aún más y se deja ir en el momento justo que yo me corro otra vez.
—Perfecto el café que hemos tomado. —Sonrío y pongo cara de malota, en este momento me siento como una verdadera chica mala, hacía mucho tiempo que no hacía una locura así y que no tenía tan buen sexo.
—Sí, lo cierto es que sí… Perdona, pero no sé qué me ha pasado contigo, ha sido escucharte y ya me has puesto a mil por hora, y saber que estas soltera supongo que me ha dado pie a esto, yo no suelo comportarme así, no pienses que soy un salido o algo de eso, o que voy liándome con la primera chica que se me cruza. Lo cierto es que llevaba meses sin salir con nadie, pero tú me has asombrado y me pones muchísimo.
—Bueno, yo tampoco suelo hacer estas locuras, tú me has hecho saltarme todas mis reglas, deberías sentirte afortunado. —Le sonrío y le guiño un ojo…
«¿Qué hago? ¿Estoy ligando con él? ¡No, no y mil veces no! Que no quiero parejas… que luego todo son problemas. Además nadie nunca será como Lucas, siempre faltará algo que no encuentre en ningún chico».
—¿Amigos entonces? —Me sonríe con una sonrisa Profident perfecta.
—Sí, amigos entonces; oye, no quiero que esto nos condicione, bueno, no sé cómo explicarlo… Yo no busco nada con nadie, no me malinterpretes, que ha estado genial, pero no quiero que pienses que quiero nada serio porque no. —Y lo suelto todo de golpe por si me arrepiento de decirlo.
—Tranquila, ya lo entiendo, yo no busco nada tampoco, esto ha sido lo que ha sido, sexo y del bueno, no te preocupes, podemos quedar cuando quieras para lo que quieras, y si no quieres también lo entenderé, nos veremos solo en el estudio.
Cuando Jordi se ha ido después de tomar otra copa y hablar de nuestras vidas un rato, Roquet me mira como diciendo… «Pero eso, ¿qué ha sido?». «Pues, Roquet, ha sido sexo… ¡y del bueno!». Hacía mucho que no me sentía tan bien, porque Raúl y yo llevábamos bastante tiempo sin tener relaciones, él siempre ponía excusas para no subir a casa y claro, luego cuando lo dejamos todo cobró sentido, el sexo ya lo tenía con otra. No me importó en exceso porque yo ya no estaba a gusto con él, pero sí que me jodió un poco.
Jordi me ha contado que su ex le dejó hace medio año, bueno, en realidad lo dejaron de mutuo acuerdo. Por lo visto el amor se había ido apagando con los años y ya no estaban bien, ella hacia su vida por un lado y él hacía lo mismo y al final decidieron poner fin a la relación, pero desde entonces no había salido con nadie, en seis meses y claro, de ahí que estuviera tan necesitado. A mí me ha venido estupendamente. Hemos hablado de mis relaciones e incluso le he hablado de mi obsesión, si se puede llamar así, por Lucas.
No sé qué tiene Jordi que además de darme un sexo increíble me transmite una paz y una confianza que no había sentido con ningún chico nunca. Antes te he dicho lo que buscaba en un chico y creo que Jordi cumple algunos de esos requisitos por raro que parezca. Hemos creado un vínculo de amistad que creo que prosperará mucho y me alegro, ya me tocaba tener un amigo de verdad. No me entiendas mal, Maka es mi mejor amiga y lo será siempre, y Carol es muy buena amiga también, pero a veces tener un amigo del sexo opuesto ayuda.
Voy a recoger un poco el comedor, que lo hemos dejado todo desordenado y voy a ir a pasear a Roquet, que mañana tengo que ir a ver el local y no quiero llegar tarde.
Cuando estoy limpiando de repente me pongo a pensar: «¿Cómo hubiera sido mi vida si no hubiera sido tan tonta de dejar a Lucas?». Lo cierto es que en todas las relaciones que he tenido después siempre he buscado esa complicidad que nosotros teníamos, porque éramos pareja, sí, pero ante todo éramos amigos.
Nuestra relación comenzó cuando una novia suya lo dejó. Estaba destrozado y yo, como siempre, estaba ahí a su lado. Siempre había estado enamorada de él pero no quería que ese sentimiento cobrara vida porque él era muy importante para mí, era mi mejor amigo y no quería perder eso y, en aquel momento de desesperación y tristeza me encontraba yo diciéndole que no sufriera por una chica que no lo había sabido valorar, nombrándole todas esas cualidades perfectas que tenía y siendo su mejor amiga para siempre. Una noche me acompañó a casa y al llegar al portal me cogió la mano antes de despedirse y al separarlas una electricidad recorrió todo mi cuerpo, fue algo extraño, nuestras miradas, nuestros sentimientos… Parecía que el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros dos, fue un momento mágico, yo no quise ilusionarme en aquel momento porque no quería joderlo todo y no le di importancia, bueno, miento, sí que se la di y deseaba de todo corazón que él también se la hubiera dado, pero no quería forzar nada.
Mi mente se martiriza una y otra vez, pero de repente mi estómago siente un cosquilleo y es por esa sesión de sexo fantástico que hemos tenido. Tengo que llamar a Maka.
—¡Hola, perra! Qué… ¿ya habéis follado?