Hay una brújula de orden ético para un analista: el equívoco es del orden del lenguaje no del cuerpo. El cuerpo no habla, el hombre habla con su cuerpo. Ese cuerpo funciona como caja de resonancia porque es un cuerpo pulsional que se hace eco de un decir que no es lo mismo que plantear que el cuerpo hable, que el cuerpo pida, el cuerpo no habla, el hombre habla con su cuerpo. No es lo mismo el eco de un decir que el eco genético. El equívoco es del orden del significante no del cuerpo.
Transexualismo
Lacan es quien introduce el término “transexualismo”, que no encontramos en Freud. Lo que sí Freud nos aporta contradiciendo la frase napoleónica que la anatomía no es el destino: la pulsión es asexuada, y si hay diferencias psíquicas respecto del sexual anatómico, esas diferencias requieren de un sujeto que las lea.
El transexualismo lacaniano nos servirá de guía para efectuar una lectura de este fenómeno en algunos casos de la actualidad, me refiero en especial a quienes deciden operarse porque hay muchos trans que no quieren pasar por la cirugía alegando que es una mutilación a la cual no están dispuestos a prestarse.
Una cuestión que se nos impone en relación con la transexualidad es la relativa a su ubicación diagnóstica, y no por un afán de poner etiquetas sino para orientarnos: si es una psicosis y apelamos a la clínica de las suplencias, si se trata de fenómenos mixtos, incluso como pensar la certeza transexual.
A los fines de abordar la problemática, cabe mencionar dos precisas indicaciones de Lacan para diferenciar si se trata del “empuje a la mujer” o del “pasaje al Otro sexo”. Una referencia la tomaré del Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante (1) y otra del Seminario 19, …o peor. (2) En el Seminario 18 Lacan, al tiempo que recomienda la lectura del libro de Stoller, Sex and Gendler, realiza una crítica sobre la obra, basada en que el autor, carente del concepto de forclusión lacaniana, elude por completo la cara psicótica de los casos tratados. No obstante, en el Seminario 19. Lacan se ubica desde otra perspectiva y aborda el transexualismo desde de la locura.
“Su pasión, la del transexual, es la locura de querer librarse de ese error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es más que el significado. El transexual ya no quiere ser significado por falo, por el discurso sexual que, lo enuncio, es imposible. Su único yerro es querer forzar mediante la cirugía el discurso sexual que, en cuanto imposible, es el pasaje a lo real”.
Ahora bien, es preciso aquí diferenciar una falla de un error. La falla está referida a la falta “en ser” que habita a todo ser hablante, en tanto no hay inscripción ni de lo femenino ni de lo masculino en el inconsciente. Esta falla es común y no privativa del transexual. No hay inscripción de hombre ni de mujer, porque la relación sexual no existe y no existe para todos. Por ello, Lacan afirma irónicamente que se trata de “un error común”.
François Ansermet en la “Elección del sexo” dice que en el transexual se trata de una identidad sexual provisoria que le ocasiona sufrimiento y la vive como un error a la espera del cambio de una identidad sexual que subsane ese error y que todo el tema del transexualismo se dirime alrededor de la certeza.
La relación con el falo es lo que fundamentalmente se pone en juego en estos sujetos.
En este contexto, podemos identificar un detalle clínico que funciona como contrapunto entre el transexual y el travesti. En el travestismo, la relación con el falo se torna imperiosa, hay una sobre investidura fálica. El travesti, siendo hombre disfrazado de mujer, busca al partenaire con su falo escondido bajo las ropas, es decir que no escamotea el encuentro sexuado. En cambio, el transexual, que exige la intervención quirúrgica, al no falicizar el órgano se le torna un obstáculo. Existe determinada casuística que verifica que, muchas veces, luego del “paso al Otro sexo”, algunos transexuales no buscan el encuentro sexual; muchos de ellos aseguran que no gozan “como hombres”.
Transexualismo y actualidad
Si en la época freudiana el temor a la castración resguardaba el falo, hoy parecería que acontece todo lo contrario.
La conjunción del avance tecno –científico y la ideología de los derechos humanos confluyen en un supuesto que, basado en la democratización de los lazos y la autodeterminación del sujeto, se puede realizar la elección del sexo. La ciencia posibilita y la ley legitima.
El significante de la época de haber nacido en un cuerpo equivocado nos permite plantearnos la siguiente pregunta
¿Cabe la posibilidad de nacer en un cuerpo acertado? ¿O cada quien debe hacerse su propio cuerpo .
Un nuevo capitulo se introduce en la materia de biopolitica de los cuerpos a través del adagio del individualismo democrático que pregona “sé tu mismo”, “tu puedes” y ”tienes derecho a elegir tu sexo” tomando la forma de un orden de hierro que obliga al sujeto a hacerse su propio sexo ¿Se le posibilita elegir o se impide elegir?
Es claro que en tanto analistas ciudadanos celebramos el avance en materia de los derechos de las minorías trans, lesbis, homos pero esos avances en el terreno jurídico no nos llevan a equiparar la igualdad jurídica con la disparidad sexuada.
Un sujeto puede hacerse un cuerpo a través de la cirugía y otros encontrar una nominación a través de la nueva de identidad de género. Otros preservar sus derechos en el trabajo sexual y no hay argumentos desde el psicoanálisis para ir en contra de estas adquisiciones, pero sea cual sea la elección sexuada para el psicoanálisis no se trata de un mero enunciado proferido desde el yo sino que a tañe a una elección de goce y la misma es inconsciente. Para Lacan se trata del gosoy, neologismo que apunta al goce y no al yo.
En “La ciencia y la verdad”, Lacan afirma al psicoanálisis como escolta de la ciencia. Escoltar a la ciencia no es lo mismo que enarbolar su bandera, no se trata para un analista tampoco de ir en su contra sino de ver como la escoltamos de acuerdo no sólo en cada época sino también en cada caso. Hay sujetos que a través de la cirugía consiguen hacerse un cuerpo y otros casos que solo con el cambio de documentación es suficiente. Para la ciencia y el capitalismo no hay limite “Tú puedes hacerte el cuerpo que quieras: convertirte en metrosexual, quitarte los pechos, ponerte un pene o una vagina”, ¿Y si se llegara a pedir dos brazos, una vagina y también un pene?
¿Qué aportes podemos hacer respecto de la democracia de las diversidades sexuadas? ¿Qué podemos decir los psicoanalistas respecto de lo auto-percibido?
En relación a la ley de identidad de género se impone un análisis respecto del auto percibimiento que merece un comentario desde el psicoanálisis. También la inmediatez que saltea el tiempo de comprender.
El “Yo soy yo”, “yo me auto determino” de la actualidad plantea una identidad consigo mismo, pero esa mismidad fue desmentida por Lacan tanto en lo referente a la captura especular como también a la identificación simbólica. El único núcleo indiviso del sujeto esta marcado por ese goce opaco del síntoma allí donde el sujeto no puede reconocerse bajo un yo soy sino que Lacan allí utilizo el yo-gozoy.
El sujeto requiere del otro para hacerse un cuerpo, para identificarse y para sexuarse también.
Por otro lado respecto de la sexualidad en Freud, la misma requiere de un proceso que culmina en la pubertad y la latencia es esa interrupción entre la primera infancia y la metamorfosis de la pubertad en la cual se asienta el tiempo de comprender. Pareciera que hoy en día con el calificativo de infancias trans se le impide al niño ese tiempo de comprender y se concluye anticipadamente en una nominación a partir del instante de la mirada.
En una época en la cual todo lo auto se impone, la autodeterminación del sexo, el consentimiento autoinformado, la voluntad procreacional, el autopercibimiento que refuerza el yo soy libre. ¿No habrá que mostrarle al sujeto sus ataduras? ¿Los lugares en los cuales está determinado por las marcas del Otro? ¿Frente a esa aparente libertad no habrá que recordarle a los padres que los hijos le pertenecen?