Género, cuerpo y psicoanálisis. Gustavo Dessal. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gustavo Dessal
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372341
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semejante ocurre cuando procuramos nombrar un sentimiento: no hay palabra justa que lo defina, por supuesto, pero si digo Arrancas de mí las mejores notas, mi partenaire se hará una idea de lo que me causa. La operación metafórica es, de ese modo, capaz de realzar el vago sentido de un término existente (amor, en este ejemplo) sustituyéndolo por otro. La magia de esa operación puede extender su influjo y dar todo su significado a un término estructuralmente inexistente. Y tal es el mecanismo mediante el cual DM, a pesar de que falta en el Otro, puede adquirir una significación.

      El término capaz de metaforizar el inarticulable DM es lo que Lacan, hace unos sesenta años, denominó Nombre-del-Padre (abreviémoslo NP). Y con sólo decir esto hemos vuelto, desde otro ángulo, a nuestro punto de partida. En efecto, ya habíamos señalado el forzamiento y la reducción que entrañan igualar el Otro primordial a la madre. Y en esta irrupción del término padre cuando lo que está en juego es nombrar aquello que opera la metáfora del deseo materno –pero ¿por qué materno?, ¡la metáfora del deseo del Otro!–, ¿no hay acaso un forzamiento y una reducción de la misma especie?

      Hace décadas que hablamos de la operación por la cual NP deviene metáfora de DM. Sin embargo, por más que, en la época en que esa operación fue formalizada, ser humanos seguía pareciendo inseparable, según dijimos, de tener a una mujer por madre y a un hombre por padre, las configuraciones familiares contemporáneas en absoluto se condicen con lo que los términos padre y madre –más y más vaciados de sentido a medida que avanza nuestro siglo– pretenden subsumir. Conservarlos en esa metáfora ya es una concesión comparable a la de los ombligos adánicos de Durero, de Miguel Ángel o de Tiziano. ¿Por qué no llamarla, entonces, el ombligo de Lacan?

      Es hora de interrogar, más a fondo aún, los términos con que caracterizamos los aspectos centrales de las estructuras subjetivas. Esa tarea redundará en una ganancia conceptual que, de por sí, bastará para justificar el empeño. Y, por sobre todas las cosas, ella preparará al psicoanálisis para acoger las nuevas formas del malestar en la cultura y permitirá al analista deshacerse de los prejuicios que aún lastran la teoría de su práctica. ¿Cómo empezar? Aquí también, como es usual, los artistas nos llevan la delantera. Pero no es imprescindible recurrir a las irónicas distopías futuristas de Houellebecq. A este respecto puede enseñarnos mucho el sólo hecho de estudiar los desafíos cotidianos que Mitchell y Cameron, la pareja gay de la serie televisiva Modern family, enfrentan en la crianza de su hija. Perfecto paradigma de los vástagos de familias homoparentales, esta niña presenta todos los caracteres que la teoría atribuye a quienes han construido una metáfora paterna lograda. ¿Significa esto que algún miembro de la pareja parental debe ser considerado “madre”, y el otro, “padre”? En caso de que uno fuese “madre”, ¿debe por ello (o para ello) estar en una posición femenina? ¿Es posible que DM sea sostenido o encarnado por dos personas? ¿Qué funciona como NP en ese caso? Las preguntas relevantes –y pertinentes– se multiplican. Esto pone de manifiesto que, así como dos mil quinientos años después de Sófocles el complejo de Edipo ya no puede seguir siendo lo que era, tampoco podemos aceptar sin cambios la metáfora que Lacan formalizó hace tan sólo medio siglo.

      A sabiendas o no, los psicoanalistas hemos ido pintando ombligos en diversos puntos de nuestros desarrollos. Sin embargo, no saltan a la vista. Habrá que descubrirlos.

      Bibliografía

      Arenas, G., La flecha de Eros, Buenos Aires, Grama ediciones, 2012, cap. 18.

      Borges, J. L., “Poema conjetural”, en Obras completas, Emecé, Buenos Aires, 1974.

      Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos, vol. 2, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2009.

      Lacan, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 1999.

      Laurent, E., El reverso de la biopolítica, Grama ediciones, Buenos Aires, 2016.

      Conversamos con Alexandre Stevens el caso del joven S, que me consultó por su tristeza.

      El trabajo con los sueños y con la escritura, demostró tener cierta eficacia en este caso.

      Relato entonces, algunos ángulos del material, y a continuación, el comentario que Alexandre Stevens me hizo llegar luego de la video conferencia antes mencionada.

      S afirma que siempre fue triste, y que la tristeza no se solucionará con el cambio de identidad de género. Desde que comenzó a enamorarse, el amor le ha traído tristeza, porque se enamora de chicos que no valoran la dedicación, el tiempo que él les regala.

      Aun dándose cuenta de estos ciclos que se repiten, no puede evitar sufrir, cada vez.

      Sueños y escritura

      Concurrió regularmente a las entrevistas hasta que llegaron mis vacaciones, le sugiero entonces que me escriba. Le entusiasma la idea y me envía el relato de varios sueños.

      En la presentación del libro Notas sobre belleza y exilio, Kuky Mildiner nos recordaba las teorías sobre la escritura en la enseñanza de Lacan. Escritura como transcripción del habla, como precipitación del significante.

      En tanto que en su segunda concepción, Lacan considera la escritura como un hacer que sostiene el pensamiento.

      Durante mis primeras vacaciones, me escribe correos, cartas, en la que relata sus sueños.

      Una chica-zombie asusta a otra chica. La segunda teme que le contagie su condición de muerta-viva.

      En la segunda parte del mismo sueño, él se corta los pies y la tapa de la cabeza, sin perder la consciencia y le pregunta a su madre si tiene el cerebro bien puesto.

      Segundo sueño

      Sueña con una madre de la cual dice “es una pelirroja natural” que tiene cara de estar feliz.

      Sus hijos son un varón y una mujer y tienen su misma cara.

      Entre el primero y el segundo sueño

      S vuelve a decir que la ayuda que obtiene del dispositivo analítico y de la medicación de la psiquiatra no modifican su desvitalización. Tiene la tentación de entregarse a esa caída libre, dejarse llevar por sus no ganas.

      En esta ocasión lo sorprendo invitándolo a internarse si considera que ese movimiento sí puede frenar su caída, S se niega. Es entonces que trae a las entrevistas el sueño de la madre y los hijos con el mismo rostro, feliz.

      Así como en el sueño, destaca el carácter “natural” de la madre, y sus hijos con la “misma cara”, describió con el mismo significante “natural”, un encuentro con jóvenes.

      Relata que estaba junto a su madre, esperando una consulta médica, y ve un grupo de jóvenes con “cara de felices”. Allí tuvo la súbita convicción de que los jóvenes varones son felices, y que él era uno de ellos, que había estado confundido.

      Si bien repito sus dichos, no se le genera división alguna, no entran en contradicción con su afirmación según la cual, la tristeza no desaparecerá con el cambio de género.

      Hasta el momento

      Empieza a considerarse no binario. De inmediato introduce la posibilidad de incorporar a su vida relaciones con “poli amor”.

      Es entonces cuando sueña que está en un edificio, junto a un chico que lo atrae y a una amiga. El edificio se derrumba, pero alcanzan a salir ilesos los tres.

      En el primer sueño se puede señalar el miedo al contagio: una chica zombi, contagia a otra. En el último sueño, la madre “contagia” su misma cara de felicidad. La hija y el hijo tienen exactamente, la misma cara.

      Bibliografía

      Video Conferencia realizada con Alexandre Stevens en el marco del Curso de formación “Avatares de la clínica en la época”. Octubre 2019.

      Kuky Mildiner. Comentario al libro Notas sobre belleza y exilio de Andrea Cucagna. Inédito.