Angeles, Arcangeles y Fuerzas Invisibles. Robert J. Grant. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Robert J. Grant
Издательство: Ingram
Серия:
Жанр произведения: Эзотерика
Год издания: 0
isbn: 9780876048795
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      Tales experiencias no se corresponden con lo que tradicionalmente se ha llamado encuentros angélicos: ningún ser alado desciende de los cielos para salvar a alguien de sus desventuras. Ahora bien, si aceptamos la idea de que las experiencias angélicas se atribuyen a una fuente divina, podemos concluir que tal fuente encuentra formas infinitas para manifestarse en el mundo material. Desde tiempos remotos, los ángeles y arcángeles se han aparecido a personas que se hallaban en situaciones extremas o sumidas en la desesperación, y necesitaban consuelo o una restauración de su fe. Los encuentros con ángeles han inspirado visiones, sueños proféticos y curaciones milagrosas, y se acompañan a menudo de una manifestación física tal como la que experimentó Marie cuando su hija estaba en peligro, o David cuando habló con su ángel de la guarda.

      Los textos sagrados de la mayoría de las religiones nos enseñan que las generaciones que nos precedieron, no sólo recibían la intervención de fuerzas benéficas tales como ángeles y arcángeles, sino que de hecho se apoyaban en esas fuerzas para dirigir sus actividades cotidianas. A lo largo de las Escrituras, los ángeles se aparecieron a hombres y mujeres en sus sueños y en la vigilia. Inspirándose en ellos, los profetas hablaron de acontecimientos venideros que éstos habían proclamado, y sus contemporáneos tuvieron en cuenta tales acontecimientos. Los elegidos recibían continuamente el recordatorio de la existencia de un orden divino. Esta creencia no prevalecía únicamente en pequeños grupos independientes, sino también entre las masas.

      Nuestra época actual viene a confirmar que lo Divino nos sigue prestando la misma atención que en los antiguos tiempos de la Biblia. Así como Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos hace 2.000 años, el doctor George Rodonaia volvió a la vida después de una muerte de tres días en los años setenta. Una madre, seriamente preocupada por el bienestar de su hija, recibió la ayuda de un misterioso grupo de hombres que se desvanecieron después de arreglarle el automóvil. Un enfermo terminal, tras encontrarse con un ángel en una capilla, recibió consuelo y entereza para afrontar la muerte. Un afligido joven que acababa de perder a su madre recibió, ante su tumba y en su jardín, el consuelo espiritual de que no había muerto realmente. Estas prodigiosas intervenciones angélicas no son sino unos cuantos ejemplos de los miles de casos que se están registrando en estos momentos a lo largo y ancho del planeta.

      El 27 de diciembre de 1993, la revista Time informó de que el sesenta y nueve por ciento de la población estadounidense creía en los ángeles. En el reportaje, la periodista Nancy Gibbs escribió: «¿Puede haber una idea más seductora que la noción de unos espíritus luminosos, al margen del tiempo y del espacio y sin debilidades humanas, que se interponen entre nosotros y cualquier tipo de daño? Creer en los ángeles es hacer que el universo resulte a la vez misterioso y benéfico. Incluso quienes rehúsan creer en ellos tal vez anhelen que alguien les demuestre que están equivocados»1.

      Muchos creen que la intervención de fuerzas invisibles y benéficas no constituye ningún fenómeno incomprensible, sino que es—como indica la palabra «ángel»— un «mensaje divino» o una llamada de Dios a la humanidad. ¿Una llamada a qué? Desde una perspectiva histórica, los seres y fuerzas angélicos invitan a los seres humanos a reconocer, asumir y recordar que existen inminentes asuntos espirituales que revisten crucial importancia.

      Tendemos a creer que experiencias tales como las narradas en este capítulo son escasas y excepcionales. Sin embargo, los miles de encuentros angélicos referidos por personas comunes y corrientes apuntan que la humanidad en su conjunto está siendo llamada hacia una misión especial; un papel especial en este peculiar renacimiento espiritual. Las manifestaciones angélicas en la vida de las personas suelen ser tan diversas como las propias personas. Se producen curaciones espontáneas, la fe es restaurada, hay individuos que regresan de la muerte clínica a los tres días sin lesión cerebral alguna. Se evitan accidentes de carretera inminentes y potencialmente fatales.

      Las numerosas experiencias angélicas que se conocen transmiten una línea temática común: no estamos solos, ni lo hemos estado nunca. La ayuda está al alcance de nuestra mano. Es interesante apuntar que los protagonistas de las historias relatadas en este capítulo no se consideraban a sí mismos religiosos devotos. No creían necesariamente en los ángeles. Rodonaia era un filósofo ruso que había dedicado muy pocos pensamientos a un «Dios». Al haber sido formado y educado en la Unión Soviética, sólo creía en la mente. Marie no había ido a la iglesia desde que era adolescente. A Doreen y a su esposo les preocupaban las complicaciones médicas de la enfermedad de David y no tenían tiempo para la comunión espiritual. Darrell tenía una visión antagónica de la iglesia debido a las enseñanzas fundamentalistas que había recibido de niño, las cuales no le habían sido nunca explicadas. No había visitado una iglesia desde que era adolescente.

      Ahora bien, lo que sí tenían esas personas era una crisis. En el caso del doctor Rodonaia, la crisis era física: el KGB trató de asesinarlo. En el caso de Marie, la crisis era emocional y física: su hija estaba en grave peligro. En el caso de Darrell, la crisis era espiritual: se cuestionaba los enigmas y angustias fundamentales de la vida y la muerte, y había perdido de repente a su madre sin despedida. En tales casos, un consuelo concreto se había presentado para decir: no estás solo. En cada uno de ellos, así como en los miles de noticias que nos llegan sobre experiencias angélicas y milagrosas, la vida y las actitudes de los implicados quedaron transformadas.

      Ayuda para el mundo

      Un nuevo despertar está llegando a la humanidad a través de personas que han tenido encuentros milagrosos o angélicos. Si bien tales sucesos paranormales con seres divinos pueden parecer algo nuevo, no hacen sino recordarnos o volver a descubrirnos la idea de que siempre hemos tenido acceso a una forma espiritual de ayuda e intervención. Desde el comienzo de nuestra creación, los seres angélicos se han manifestado para inducirnos a recordar la premisa primordial: nunca estás solo, Dios siempre vela por ti. Pero depende de nosotros aceptar esta idea e iniciar una vida de orientación divina.

      Puede costar trabajo creer que los ángeles representan realmente una gran esperanza para nosotros en medio de un mundo en crisis. De hecho, la apariencia del mundo puede resultar engañosa: vemos la devastación de los países en guerra; las plagas y hambrunas son endémicas en todo el planeta; los terremotos y las inundaciones se suceden a un ritmo sin precedentes; la inestabilidad económica es la norma de nuestros días; la criminalidad en el mundo nunca había sido tan alta. Tales condiciones no son nuevas, ya que se daban incluso en tiempos de Cristo. Jesús llegó en medio de una de tales crisis. Proclamó una esperanza que iba más allá de lo que el mundo había conocido hasta entonces: «Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que éstas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados» (Juan 5:20). Cristo enseñó la importancia de la vida espiritual interior; enseñó que el reino de los cielos se encuentra en el interior del alma y del espíritu. Sus enseñanzas también reflejan que vela por nosotros un Dios que nos ama y conoce nuestras luchas tan bien como nuestras esperanzas. Ahora bien, Jesús también enseñó que el mundo de las apariencias se desbarataba, y que seguiría desbaratándose mientras la humanidad ignorara la esencia espiritual que se esconde tras el mundo material.

      Que el mundo sea presa de convulsiones sin comparación es en sí una llamada divina que parece decir: recuerda de dónde procedes: eres en primer lugar un ser espiritual. Si el mundo material no estuviera experimentando enormes cambios y convulsiones, ¿tendría la humanidad algún motivo para buscar un mundo espiritual? ¿No formaríamos un mundo autosatisfecho y contento? Si son ciertos los miles de encuentros con ángeles, resulta lógico que las Fuerzas Creadoras, o Dios, nos estén persiguiendo de forma activa, para «despertarnos» y recordarnos nuestra herencia divina. Los encuentros angélicos nos están diciendo, de muchas maneras, que nos estamos acercando con rapidez a una nueva conciencia espiritual, una espiritualidad consciente y lúcida, sin precedentes en la historial oficial. Lo que profetas y sabios han venido diciendo a través de los siglos encierra esta filosofía: llegará el día en que la humanidad tenga una relación consciente con el Creador, con Dios. Las claves para un maravilloso ascenso a una conciencia espiritual superior están en nosotros. Es realmente asombroso que los ángeles estén llamando a nuestra puerta.

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