En Chile, la quínoa posee un gran potencial para su expansión como cultivo y para el desarrollo de una industria de materias primas de alto valor nutritivo y altamente saludable (Fuentes et al., 2018). No obstante, a diferencia de los principales países productores del mundo, tales como Perú, Bolivia y Ecuador, se han identificado diversas brechas en el ámbito científico y tecnológico para hacer frente a los actuales niveles de productividad y calidad de producto, limitados por ejemplo por el bajo desarrollo de variedades comerciales, la poca diferenciación de su grano en el mercado nacional e internacional, la falta de desarrollo y/o adaptación de maquinarias, poca evolución de niveles y formas de asociatividad de productores y la incipiente generación de una estructura nacional de inserción de la quínoa en la alimentación del país que asegure procesos de altos estándares de calidad e inocuidad alimentaria (Fuentes et al., 2017).
El presente capítulo presenta una revisión actualizada del estado del arte de la quínoa en Chile, desde su origen e historia, macro zonas de producción y acciones estratégicas para el desarrollo de su potencial competitivo.
CLASIFICACIÓN Y ORIGEN DE LA QUÍNOA
El género Chenopodium L. posee más de 120 especies en dieciséis secciones (Aellen y Just, 1929), siendo quínoa la especie más importante desde el punto de vista económico, teniendo varias características que la hacen un cultivo potencialmente ideal. La quínoa es uno de los cultivos más antiguos del área andina de Sudamérica, con aproximadamente 7.000 años de cultivo (Jacobsen, 2003), en cuya domesticación y conservación han sido partícipes grandes culturas, tales como la tiahuanacota y la incaica (Bonifacio et al., 2001), siendo su centro de diversidad genética la zona correspondiente a la cuenca del lago Titicaca (zona andina entre Perú y Bolivia) (Ruas et al., 1999).
Con respecto a la clasificación de la quínoa, se pueden considerar dos grupos principales: uno correspondiente a las quínoas cultivadas, de semillas claras con una delgada y traslúcida testa, y un segundo grupo de quínoas silvestres con semillas oscuras y testa densa. Esta clasificación es coincidente con aquella de tipo ancestral realizada por diversas culturas de los Andes, las cuales incluyen un tipo silvestre de quínoa denominada ajara o ashpa quínoa, que morfológicamente es similar a la quínoa tradicional (Fuentes et al., 2009a). Dentro de la especie C. quinoa existe la variedad melanospermum, descrita por presentar semillas negras con márgenes semi-redondeados de amplia distribución en los Andes. Dentro de la misma clasificación existe la subespecie milleanum, caracterizada por la presencia de semillas negras de diámetro fluctuante entre 1,5-1,8 mm, teniendo su distribución principal la zona andina de Ecuador. Debido a este reconocimiento de formas silvestres de quínoa por parte de agricultores y científicos, se ha sugerido incluirlas en una posición intermedia entre la actual quínoa (C. quinoa Willd.) y algunos de sus posibles ancestros como C. berlandieri distribuida en Norte América o C. hircinum en Sudamérica (Fuentes et al., 2009b; Jarvis et al., 2017).
Figura 1.1
Distribución de los ecotipos de quínoa en los sub-centros de diversidad: A. Valles Interandinos, B. Altiplano, C. Yungas, D. Salares, y E. Costa.
Es ampliamente aceptado que estas especies comparten un acervo genético común con quínoa; a través de varios estudios se ha señalado que es probable que ellas fueran cultivadas independientemente (Heiser y Nelson, 1979). Cuando la investigación genética en quínoa se inició sistemáticamente desde fines de la década de los setenta, se creyó ampliamente que la quínoa se había originado en Sudamérica a partir de descendientes diploides de especies de Chenopodium del altiplano como C. pallidicaule (cañahua cultivada), C. petiolare Kunth, y C. carnasolum Moq., y malezas tetraploides sudamericanas como C. hircinum Schard., o C. quinoa var. melanospermum (Mujica y Jacobsen, 2000). Una hipótesis alternativa, propuesta originalmente por Wilson y Heiser (1979), es que la quínoa descendió a partir de tetraploides de C. berlandieri en Norte América. El paradigma prevalente es que si C. quinoa proviene a partir de tetraploides tempranos de C. berlandieri, más probablemente de C. berlandieri var zschackei, teniendo en consideración que los tetraploides mexicanos domesticados son descendientes de C. berlandieri var. sinuatum. Esta idea ha sido respaldada por varios estudios de tipo morfológico, cruzamientos experimentales, isoenzimas y análisis genéticos (Heiser y Nelson 1974; Wilson y Heiser 1979; Maughan et al., 2006). Si esta hipótesis fuera correcta, esto podría indicar que el origen tetraploide de C. quinoa está en Norte América, a partir de un ancestro similar a C. berlandieri var zschackei. Es probable que posteriormente se desplazara a la parte sur del continente, ayudada de la migración humana o por migraciones de aves como una maleza, probablemente C. hircinum, donde fue después domesticada como C. quinoa (Fuentes et al., 2009b).
La morfología variada que presenta la quínoa en las principales áreas de cultivo, ha significado que los agricultores andinos hayan aprovechado sus formas para hacer uso de ella como alimento. Por ejemplo, en los campos de cultivo se puede observar una amplia variedad de colores en plantas y semillas, o diferencias en los tipos de ramificación y/o arquitectura general de plantas. Al mismo tiempo se puede observar una variada productividad de grano asociada a estas formas (Fuentes et al., 2009a). Debido a la existencia de adaptaciones particulares de la quínoa a ciertas zonas geográficas a lo largo de los Andes, es que se reconocen cinco ecotipos asociados a sub-centros de diversidad (Figura 1.1). Estos corresponden a: (i) quínoa de los valles interandinos (en Colombia, Ecuador y Perú), (ii) quínoa del altiplano (en Perú y Bolivia), (iii) quínoa de las Yungas (en Bolivia), (iv) quínoa de los salares (Bolivia, Chile y Argentina), y (v) quínoa de la costa o de nivel del mar (en Chile) (Fuentes et al., 2017).
La historia natural y política sugiere que la diversidad genética de la quínoa podría haber pasado al menos por cuatro eventos genéticos de “cuello de botella”, los cuales han resultado en una pérdida de diversidad genética. El “primero”, y potencialmente el más severo de los cuellos de botella pudo haber ocurrido cuando los dos ancestros diploides de la quínoa tuvieron sus hibridizaciones, asumiendo: 1) que las posteriores progenies resultaron a partir de especies alotetrapoides aisladas con capacidad reproductiva (probablemente C. berlandieri, Wilson 1980); y 2) que este evento ocurrió solo una vez, significando que las especies del complejo tetraploides del Nuevo Mundo tuvieron un origen piramidal (monofilético).
El “segundo” cuello de botella putativo, pudo haber ocurrido cuando la quínoa fue domesticada a partir de sus ancestros tetraploides silvestres; sin embargo, esta constricción genética pudo no ser del todo muy significativa, dada la capacidad de quínoa para tener cruzamientos con otras especies tetraploides (Wilson y Manhart, 1993), y de hecho este evento simpátrico posee múltiples formas tetraploides de C. hircinum y/o C. quinoa var. melanospermum (Mujica y Jacobsen, 2006). La significancia de este segundo cuello de botella es directamente dependiente sobre el primero, del cual a partir de la monofilogenia del complejo tetraploide, implica la presencia de una diversidad genética relativamente pequeña para intercambiar en sus cruzas compatibles con parientes silvestres. Otra posibilidad, que recientemente se informa a través de estudios de diversidad genética usando marcadores de ADN, es que la quínoa fue domesticada dos veces: una en las alturas de los Andes y una segunda vez en tierras bajas de Chile (Christensen et al., 2007; Fuentes et al., 2009b; Jarvis et al., 2017).
El “tercero”, considerado un cuello de botella de tipo político, pasó hace más de 400 años atrás, desde el período de la Conquista hasta la década de los ochenta, período durante el cual la quínoa fue marginada de los procesos productivos debido a su importancia en la sociedad y por considerarse sagrado en la creencia religiosa de los indígenas (Ruas et al. 1999). Así, su cultivo se conservó solo en lugares donde no se intervino con programas de modernización agrícola, siendo particularmente conservado por mujeres campesinas e indígenas. Existe abundante evidencia de que la quínoa en tiempos de la Conquista estuvo relegada a tierras marginales (salinas y/o de secano) (Risi y Galwey 1984).
Actualmente el fenómeno de migración de la población desde las zonas rurales de los Andes hacia centros