Harmonía. Ariadna Queen. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ariadna Queen
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468547428
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del tiempo. Me pregunto si hacemos figurar esto en el expediente de hoy y especialmente como responsable de la seguridad y el cumplimiento del protocolo de salida --el hombre hizo una pausa solo para enfatizar la siguiente frase-- entiendo que estaremos de acuerdo en que usted es un completo desastre.

      --No tengo excusas --dijo el jefe-- el completo responsable soy yo como máxima autoridad y Peter no ha tenido más opción que...

      --No, no las tiene y le recuerdo que la máxima autoridad aquí, soy yo --dijo Lupus furioso-- estamos al menos de acuerdo en algo, no volverá a ocurrir. Queda suspendido una semana a partir de este momento, quedará como interino el Capitán Harsh y quiero que desaparezcan inmediatamente de mi vista ¡ahora! --Lupus gritó al decir esta última frase y se le acercó al jefe con una fiereza que hizo que Peter se hiciera varios centímetros más pequeños de lo que era-- Afuera ustedes dos. Stone, usted sígame a la oficina ¡ya!

      --Lo lamento jefe --se amargó Peter y una vez afuera se atrevió a preguntar -- ¿Crees que Ámbar haya tenido algo que ver en todo esto?

      --Espero que no, o se arrepentirá --dijo el jefe enfurecido--. Lo tomaré como unas vacaciones, me hacen falta. Si hubiéramos estado en una misión pudo haber sido una catástrofe. Realmente esta vez sí que la he fastidiado.

      Peter se alejó con la cabeza baja y apresuró el paso hacia el lado contrario al que caminaba el ahora furioso y perturbado hombre.

      El jefe se quedó pensando en lo que había sucedido, algo no encajaba. No era posible que en tan poco tiempo hubieran aparecido docenas de soldados, pero lo más increíble fue ver a Lupus. Se podía decir que no era un hombre de creer en casualidades, y sí, era una falta al protocolo de seguridad y por ello se habían activado automáticamente todos los sistemas por no haber pasado a tiempo por los escáneres de salida. Chequeó un momento su reloj, confirmó que funcionaba y que lo tenía sincronizado. Es más, eran pasadas y veinte y estaba en la calle, no podía haber durado todo aquello tan poco tiempo y además era desmedido semejante operativo porque Peter no había salido de la agencia. No tenía ninguna lógica y a medida que se alejaba del edificio se iba sintiendo cada vez más estúpido, obviamente todo aquello olía a Stone, hasta tenía su sello y astucia. Peter estaba en lo cierto y detrás de esa movida debía estar Ámbar y vaya a saber uno con que intenciones, pero no entendía que hacía Lupus en persona y para que montar semejante escena. Ellos podrían haberse reunido a sus espaldas, para que humillarlo de esa forma seguramente querían correrlo a un costado, pero no se los haría tan fácil, cuando la vuelva a ver tendrá muchas cosas que explicar.

      Ahora sí que estaba realmente hecho una fiera. Por instinto dio media vuelta y corrió hacia el edificio, un grupo de agentes de seguridad privado le impidieron la entrada y él se quedó allí explicando que debía ingresar y que lo esperaban en una de las oficinas del piso diecinueve. Luego dijo que le habían recomendado un curso de latín. Pero claro, era un extraño, nadie conocía al grupo de élite, su entrada no estaba habilitada y ya le habían bloqueado su tarjeta de ingreso. Pensó en decir que llamasen a Lupus, pero sonaba raro, lo último que quería era generar otro conflicto y terminar detenido, solo podía pensar en Ámbar, qué estaría pasando en ese momento, algo importante sucedía, hasta había un operativo fuera del edificio y vaya a saber por qué lo habían sacado de esa manera y para peor suspendido por una semana, solo pensaba en su vuelta y todo lo que tenía para decirle a la muchacha, mientras tanto usaría su tiempo libre para hacer trabajo de campo, no se tragaba el cuento de la fuga y le quedaban unas cuantas dudas sobre el nuevo directorio de las empresas implicadas en la investigación de Ámbar.

      --Bien, señorita Stone, la escucho --Lupus sonó intrigado y dejó atrás la actitud hostil con la que había ingresado al edificio.

      El cuarto era pequeño por tratarse de un edificio tan amplio, pero contaba con un escritorio y un ordenador, un hermoso cuarto de baño con una tina enorme, una ventana pequeña y una biblioteca.

      Ámbar le mostró unas carpetas y los documentos que tenía encriptados. Si bien estaban en un lugar completamente acondicionado para que no se escuchara nada desde el exterior, no pudieron evitar hablar en voz baja. Media hora fue suficiente para que se hubiese justificado la maniobra de distracción de la muchacha, todo planificado para montar la escena y que nadie sospechara, ni siquiera el jefe.

      --Señorita Stone, si esto se comprueba, usted tiene idea de lo que puede ocurrir ¿verdad? es muy grave tener un traidor entre nosotros, pero mucho más dentro del grupo de los seis de esta unidad, lo comprende Stone ¿verdad?

      --Lo sé, lamento lo vulgar de la excusa, pero tenía que estar segura si había más implicados y respetando nuestro acuerdo a pesar de que usted no cumpla con su palabra.

      --No tan rápido jovencita, hemos hecho un acuerdo es correcto, pero jamás hemos puesto una fecha y yo decidiré cuándo y cómo ¿está claro?

      --Cinco años le parece poco Lupus, porque a mí me parece toda una vida y usted sabe mejor que nadie que ya es hora. Necesito que me deje libre, ya ni sé quién soy.

      --Me preocupa su seguridad y sobre todo hasta donde llegan los hilos de este entramado caso. Ahora lo importante es saber cuánta información se ha fugado, ¿qué tiene que ver Prescott con esto? Pienso lo mismo que usted, el jefe no está implicado en esta maniobra, pero hasta no tener más precisiones lo mejor es apartarlo y que el capitán Harsh haga su trabajo. Ambos lo conocemos muy bien y tenía que ser de una manera espectacular, es más usted y yo sabemos que a esta altura ya debe estar intentando ingresar de nuevo al edificio.

      --Lo sé, lo conocemos muy bien y por eso hice todo esto. Ahora, ¿si el jefe está suspendido durante toda una semana y solo usted y él tienen acceso a abrir esta puerta? --la joven hizo una pausa y aprovecho para recomponerse, no hacía falta escuchar a Lupus porque ya sabía de sobra lo que le iba a decir.

      --No voy a mentirle. Creo que lo mejor será que usted no aparezca en toda la semana tampoco, diré que la he suspendido y nadie sospechará nada, lo lamento.

      El hombre se incorporó lentamente y le hizo una mínima reverencia, ni bien traspasó la puerta, esta se cerró rápidamente. Se escucharon trabar los cerrojos y una serie de engranajes hasta que sonó el último clic que marcaba el cierre definitivo hasta que un oficial de rango máximo no volviera a abrir ese cuarto.

      Lupus acomodó prolijamente los documentos que le entregó Ámbar y se dirigió hacia la oficina vidriada, una vez allí se aseguró que estaba solo y que nadie pudiera escucharlo y comenzó a grabar un mensaje.

      --No me preguntes cómo, pero te descubrió. Pasamos a plan Ghost, te doy una semana de ventaja. No intentes contactarme.

      En el cuarto Ámbar volvió a sentirse más sola que nunca, estaba agotada, se dirigió a su cama y se acostó así vestida como estaba. Intentó llorar, pero no pudo, ya había llorado demasiado y no tenía más lágrimas.

      Si bien no estaba en una cárcel ordinaria, ella seguía siendo una prisionera. Es cierto, podía salir de su celda y fingir ser una persona normal con sus compañeros, pero ella y el jefe sabían muy bien que era igual que cualquier otro condenado cumpliendo su sentencia. Además, él se lo recordaba cada día con su mirada de odio, nunca podría perdonarla, aun cumpliendo un extraordinario servicio para la organización, aun resolviendo todos los expedientes y atrapando a todos los criminales del planeta, para él siempre sería una deshonra y nunca la aceptaría como parte de su grupo. La muchacha decidió que ya era suficiente por hoy, cerró los ojos y se durmió esperando al menos tener lindos sueños en toda esta semana de soledad.

      Chapter Seis

      4. Sueños de amor

      La brisa otoñal irrumpió suavemente sin pedir permiso en la habitación. Una mezcla de hierbas frescas típica de los Alpes, acompañando el canturreo de los pájaros, habían hecho más ligero el sueño de Lila Prescott.

      Nada como un buen descanso en sábanas de satén con perfume a nuevo. Nada como un cuarto enorme abarrotado de lujos y objetos sin sentido. Nada como un inmenso guardarropa del tamaño de una casa pequeña, lleno de vestidos y zapatos para usar uno distinto