Harmonía. Ariadna Queen. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ariadna Queen
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468547428
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Cómo era posible que esa muchacha que no tenía formación fuera la mejor de todo su equipo. Se imaginaba la cara de superioridad mientras se lo refregaría en su cara. Todos altamente entrenados y seleccionados tras años de pruebas físicas, psicológicas y de estudios en los diversos campos de la ciencia. Y, aun así, odiaba siquiera pensarlo. Ella era muy superior a cualquiera de ellos, lo superaba inclusive a él, demasiado para su ego. Hubiera sido mucho más fácil que fuera solo una acomodada y una trepadora, pero en cambio ella se merecía no solo ser parte de la agencia, sino que estaba calificada para que en un futuro pudiera dirigir su propia unidad, pero eso no pasaría mientras él estuviera a cargo.

      La vida en la agencia era de lo más exigente, casi no había lugar para el esparcimiento y daba la sensación que el entrenamiento físico y académico nunca llegaba a su fin y todo al ritmo de las investigaciones que llevaba cada uno y la principal, el caso "Plesbers" que nunca parecía terminar, ni aun descubierto a los principales actores de la red internacional, todavía les faltaba descifrar cómo se había fugado la cabeza de la misma y no pararía hasta descubrir donde estaba. Lo quería preso y mirarlo cara a cara, disfrutaría tanto el momento de verlo en la miseria y pagar por todos sus crímenes, especialmente por la muerte de su mentor, del hombre al que le debía todo y si bien ahora estaba ocupando su lugar, hubiera preferido una y mil veces que no haya sido a costa de su muerte. Si, hoy él era el numero uno de la URA solo por sucesión natural. Ese puesto estaba destinado a su jefe, tal como se lo explicaron el día de su nombramiento, pero no importaba eso ahora, no descansaría hasta vengar su muerte, y no solo Prescott lo pagaría, él se encargaría en persona de castigar a toda su familia.

      La obsesión por resolver este asunto no le permitía al jefe concentrarse en otras actividades, tanto así que uno de los más destacados colaboradores de la agencia, como el Dr Koze, tuvo que llamarle la atención.

      --Baja a la tierra --sonó a regaño, pero realmente fue un lindo gesto del Dr., quien solía tomarse algunos minutos en sus clases para crear lazos más cercanos con los integrantes de la agencia.

      El Dr. Koze era nada más y nada menos que el mejor especialista en neurociencia y lenguaje corporal reconocido por la comunidad médica. No era común que una personalidad tan distinguida participase activamente de este tipo de entrenamientos, lo que en realidad pocos saben es que primero fue agente del gobierno y luego se desarrolló en su especialidad y que en la actualidad sigue formando parte de la unidad de campo de la URA, sus habilidades como académico le dieron el camuflaje perfecto, incluso para desempeñarse como asesor del ministerio de defensa y del mismísimo parlamento europeo.

      El jefe al verse en falta se acomodó en su silla y pensó por una milésima de segundo ensayar alguna excusa para su falta de atención, pero rápidamente desestimó esta idea, ¿Para qué mentirle justo a Koze? Antes de hablar, él ya sabía lo que estaba pensando, solo podía quedar como un tonto.

      Sin embargo, al jefe le ocurría algo más. Él no sabía describirlo ni entenderlo, pero claramente algo en su interior lo inquietaba. Últimamente estaba pensando muy seriamente en dejar la agencia, pero jamás le dejaría el camino libre a Stone. Miró la hora y percibió lo rápido que se le había pasado el día, le daba vuelta en la cabeza que todavía no dieran con el paradero del hombre más buscado del planeta, sin duda debería tener gente que lo estaba ayudando a permanecer prófugo y en el fondo se sentía inseguro, ya sabía muy bien que el hombre podía matar con sus propias manos sin necesidad de sus matones. Pensar que aquel día lo tuvo tan cerca, se odiaba por eso. Se sentía tan responsable por la muerte de su mentor, ni siquiera le importaba que el mismo casi muere. La duda que no lo dejaba respirar era: ¿por qué no lograban dar con él? Siempre parecía un paso adelantado. Ya después de tanto tiempo a estas alturas no podía descartar nada y empezaba a cuestionarse la actuación de la Srta. Stone. Si eres tan buena ¿cómo que justo a él no lo encuentras?

      Lentamente todos se fueron retirando, solo quedaban Peter y Ámbar que estaban comentando los aportes del doctor Koze en cuanto a la orientación de los ojos en las fotos y su contraste con los momentos en vivo. Tenían serias diferencias en cuanto al porcentaje de efectividad en los impresos, así que el jefe decidió entrometerse en el debate solo para molestar a la joven.

      --Que no, que no luce de la misma manera, no es efectivo. Ámbar, no seas necia, no puedes guiarte por una foto, mucho menos por un retrato o por una edición corporativa --Peter solo asentía lo que decía el jefe, no se atrevía a contradecirlo, aunque pensaba lo mismo que la muchacha, pero si algo había aprendido en estos años en la agencia, es que cuando el jefe se ponía a discutir de esa manera, casi que no había forma de hablar con él, de hecho, la única que tenía el coraje de hacerlo y que lo enfrentaba era ella.

      --Admito que no tendrá el mismo porcentaje de efectividad, pero sí es posible conocer las personas y lo que han hecho con sus gestos y su postura, aun cuando estén duras como una roca. Esto lo sé casi de niña y me ha ayudado mucho en mi vida para saber en quiénes puedo confiar y en quiénes no.

      No terminó de pronunciar la frase que todo se volvió un caos en el salón principal. Comenzaron a sonar al unísono todas las alarmas. Antes de que siquiera respirasen, se bloquearon todas las salidas, hasta la de emergencia. Una por una se cerraron con una pesada cortina símil metal todas las ventanas y la iluminación paso a un tono casi rojizo intermitente.

      Los tres en un claro acto instintivo pegaron un brinco y se fueron hacia la sala rombo; especialmente diseñada a prueba de todas las armas conocidas y por conocer. Lista para resistir los peores ataques terroristas, con provisiones para largos meses y capacidad para alojar a cinco personas. Solo hacía falta conocer la contraseña para despejar la mesa del centro y acceder por una pequeña escalera al piso inferior que hacía las veces de bunker y tenía el mismo tamaño que el piso en el que estaban ahora ellos.

      En pocos segundos ya estaban refugiados, hicieron todo lo que les habían enseñado durante tanto tiempo, podíamos decir que había sido una muy buena cobertura, sino fuera por el terrible descuido que habían cometido los tres y como suele pasar en estos casos, se enteraron de la peor manera.

      --Salgan de la sala de inmediato --retumbó metálicamente una voz extremadamente furiosa.

      Quedaron completamente desolados, conocían muy bien esa voz y a quien estaba tras ella. Era «Lupus», aparecía muy pocas veces, pero nunca era para dar buenas noticias.

      Primero salió el jefe, en ese momento hubiera deseado que realmente fuera un ataque terrorista, tenía más chance de salir con vida a dar explicaciones todavía no sabía ni por qué.

      Dio varios pasos al frente y luego se movió hacia la derecha, le costó unos segundos cerrar la boca, pero al final pudo recomponer su postura y pensó que, si le hubieran sacado una foto en ese momento, el Dr. Koze hubiera tenido material para al menos un par de clases.

      Ámbar aventajó a Peter en un segundo y quedaron los dos forcejeándose en la puerta de salida. La joven era mucho más ágil y rápida, por lo que un solo instante le valió para dar un medio paso antes, eso no impidió que salieran mirándose aguda y filosamente.

      El panorama era inquietante, nunca habían presenciado semejante despliegue, había dos hileras de uniformados de camuflaje urbano, armados hasta los dientes, además de los dos guardias personales de Lupus, uno a cada lado de la máxima autoridad, o al menos la que ellos conocían como máxima.

      --Agentes entiendo que sabrán lo que pasa, por qué estoy aquí ¿verdad? --terminado de hablar movió ligeramente su pierna derecha y cruzó sus brazos en su espalda mientras elevaba el mentón hacia arriba. Debido a su altura le fue necesario bajar un poco la vista para ver a los agentes.

      Peter dio un paso hacia adelante. Tuvo efecto inmediato, antes de apoyar su pie ya tenía un enjambre de luces rojas en todo el cuerpo. ¡Era imposible! Tenía más miras que soldados en la habitación. El jefe y Ámbar se miraron en completo silencio, se entendían perfectamente sin necesidad de hablar, así que ambos se dedicaron a visualizar de dónde provenían las luces que en ese momento los apuntaban a todas partes del cuerpo.

      --Me disculpo --dijo levantando las dos manos el jefe--. Creo que se me pasó la hora. Estábamos debatiendo y hemos perdido por completo