Rompamos el silencio. María Elena Mamarian. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Elena Mamarian
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789871355976
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       Qué puede hacer una víctima de violencia conyugal

       Qué puede hacer la persona que maltrata

       Qué pueden hacer los hijos adolescentes y jóvenes

       Qué pueden hacer otros

       Qué puede hacer el pastor o el líder de una iglesia

       ¿Cómo trabajan los grupos especializados en la problemática de la violencia de pareja?

       Intervención interdisciplinaria reeducativa

       Evaluación de eficacia: Intervención grupal psico-socio-reeducativa y espiritual

       Algunas sugerencias finales

       4. Prevención de la violencia en el noviazgo

       ¿Por qué es necesario hacer prevención de la violencia durante el noviazgo?

       ¿Qué entendemos por noviazgo?

       ¿Qué características tienen los jóvenes más predispuestos a tener noviazgos violentos?

       ¿Cuáles son las características de un novio que maltrata?

       Recomendaciones prácticas para las chicas

       ¿Es posible la recuperación de un noviazgo violento?

       ¿Cómo reconocer un noviazgo saludable?

       Algunas palabras para los muchachos

       Una palabra para los líderes de adolescentes y jóvenes

       5. La familia de Dios y la violencia en la familia

       Formas en que la iglesia puede ayudar en el problema de la violencia en la familia

       Hombres y mujeres juntos sirviendo a Dios

       Un párrafo final para pastores y líderes

       6. Carta abierta a los profesionales de la salud

       No a la violencia familiar: un reencuentro con una vida digna

      Anexos

      Familia, iglesia, violencia... por Jorge Galli

      Familia, género y creencias religiosas por Estela Somoza

      Prólogo a la tercera edición

      Es innegable que los modelos de familia varían no solo según la cultura sino también con el tiempo. Lo que permanece constante, sin embargo, es que en todos los modelos la sociedad en general todavía espera que esta institución cumpla un papel preponderante en la integración social de las personas. Se da por sentado que las relaciones interpersonales en el seno de la familia hacen el aporte más importante a la formación multifacética de sus miembros especialmente en las etapas de la niñez y la adolescencia y contribuyen a su crecimiento de modo que alcancen la madurez física y psicológica que les permita encontrar su debido lugar en la sociedad de la cual forman parte.

      Lamentablemente, entre los mayores problemas que hoy enfrenta la familia en América Latina y alrededor del mundo se destaca uno que atenta directamente contra la convivencia: la violencia en la familia. En las dos primeras ediciones de este libro la autora argumentó, basada en los estudios que se han hecho sobre el tema, que este es un problema del que no se exime ninguna clase social. En esta nueva edición, revisada y aumentada, ella muestra que actualmente, para mal de males, el problema está causando un creciente número de femicidios. Las cifras, tanto en la Argentina como alrededor del mundo, son alarmantes y demuestran la urgente necesidad de una toma de conciencia de la urgente necesidad de acción por parte de los cristianos a nivel personal y a nivel comunitario.

       El principal cómplice de la violencia doméstica es el silencio. El silencio no sólo de las víctimas sino también de las personas que las rodean, sean familiares, amigos o vecinos. Por temor o por vergüenza, se prefiere callar respecto a este mal que destruye paulatinamente la convivencia. A cuenta de «no sacar los trapitos al aire» o de «no entremeterse», se trata de mantener en secreto un problema que a la corta o a la larga acarrea tristes consecuencias no solo para las víctimas directas sino también para las personas que las rodean, especialmente los niños y los adolescentes.

      En la sociedad en general en los últimos años ha habido un avance significativo en lo que atañe a un cambio de actitud en cuanto a este tema. Uno de los logros de los movimientos feministas ha sido el reconocimiento de la violencia en la familia como un problema que no pertenece sólo al ámbito privado sino también al público —un problema que exige mecanismos legales para enfrentarlo institucionalmente—. Como resultado, en casi todos los países hoy existen medidas legislativas para sancionar a los victimarios. Poco o nada, sin embargo, se ha hecho todavía en el ámbito secular en relación con la prevención concreta de la violencia en la familia.

      ¿Qué sucede en las iglesias cristianas con respecto a este problema?

      Sería de esperarse que ellas se pusieran a la vanguardia de la lucha contra la violencia en la familia. Después de todo, a ellas les corresponde velar por el respeto a la dignidad que todos —hombres y mujeres, niños y niñas— tienen como portadores de la imagen de Dios, y proveer un contexto apropiado para la formación de personas capaces de establecer relaciones sanas, basadas en el amor, dentro y fuera de la familia.

      Es triste decirlo, pero no es siempre así. Por el contrario, a menudo lo que más fomentan las iglesias cristianas frente a la violencia en la familia es el silencio. Y lo que es aún peor, muchas veces difunden conceptos de la relación entre el hombre y la mujer que sirven para encubrir la desigualdad de géneros y el abuso de poder que prevalecen en la sociedad pero son ajenos al propósito de Dios para esa relación según la enseñanza bíblica.

      Para Ediciones Kairós es un honor publicar este libro escrito por una autora que conoce a fondo el tema y sabe por experiencia que las Escrituras ofrecen los recursos necesarios para que las iglesias formen personas dispuestas a romper el silencio frente a ese mal endémico y a permitir que el Espíritu de Dios las habilite para experimentar la realidad de shalom en sus relaciones interpersonales en general y familiares en particular.

      C. René Padilla

      Abril, 2017

      Prefacio de la autora

      Siempre experimenté, además de compasión y pena, una natural reacción de indignación ante las historias que adolescentes, jóvenes o adultos me relataban con mucho dolor sobre los abusos sufridos en el contexto de sus familias, cuando eran pequeños o aun en el presente. Sin embargo, no fui plenamente consciente de que mi indignación producía un efecto significativo sobre las personas que me relataban sus experiencias hasta que, leyendo un material bibliográfico de un curso de posgrado sobre violencia familiar dictado por la Universidad de Buenos Aires, me encontré con la siguiente propuesta: «Recuperar la dignidad a través de la indignación».

      Esta frase me impactó, y de esto hace ya un buen tiempo. Fui comprendiendo muchas de las dimensiones de este concepto gracias a mi práctica ministerial y clínica en la temática de la violencia familiar. Comencé a notar que mi expresión de indignación producía en las personas que habían venido en busca de ayuda ciertos efectos tales como confianza, alivio, seguridad y, a veces, hasta sorpresa. Entendí entonces que es saludable indignarse frente a la violencia en cualquiera de sus formas, pero especialmente frente a la que se esconde y se silencia dentro del ámbito más íntimo, el hogar. El maltrato familiar rebaja al ser humano, sea en su rol de agresor o de víctima,