La asociatividad y el liderazgo del profesor en comunidades rurales de Colombia. Daniel Lozano Flórez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Daniel Lozano Flórez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789585486980
Скачать книгу
educación rural, como la Educación Fundamental Integral (EFI) —desplegada en Radio Sutatenza—, el modelo Escuela Nueva, el Programa de Educación Continuada de Cafam y el modelo Telesecundaria, estas alternativas no han logrado proponer pedagogías que respondan a las condiciones de precariedad del campo, desde los puntos de vista social, económico, político y cultural, y a la falta de infraestructura educativa, de formación y de reconocimiento del estatus socioeconómico del docente rural, quien no se siente incentivado para seguir en su proceso de formación y mejorar sus prácticas de enseñanza; por el contrario, ve la escuela rural como un lugar de paso para vincularse al sistema educativo urbano.

      Por otra parte, la política nacional no ha estado desligada de las recomendaciones que hacen los organismos internacionales en materia de educación rural. En este sentido, ha tomado las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) centradas en la necesidad de potenciar la educación en este sector, con la finalidad de generar procesos de desarrollo beneficiosos para las poblaciones, en especial de los países denominados tercermundistas.

      En este contexto, se señala que, debido a las características del territorio y al proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), durante la última década la educación rural ha retomado su importancia en la agenda pública nacional; en consecuencia, esta investigación representa una oportunidad para comprender cómo se articulan las políticas educativas con los procesos pedagógicos, administrativos y didácticos que se adelantan en las instituciones de educación rural en el país.

      El pensar las prácticas educativas con un horizonte de sentido de asociatividad y liderazgo, y como posibilidades de transformación territorial —a partir de la apropiación de su complejidad sociocultural, económica y política—, en relación con las políticas nacionales, requiere reinterpretar los lineamientos de calidad educativa en lo rural, sobre la base de los intereses, necesidades y conocimientos de lo local en articulación epistémica con enfoques pedagógicos participativos, dialógicos y críticos. También es necesario tener en cuenta políticas internacionales como las de la Unesco, que proponen una educación inclusiva, equitativa y de calidad para promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030; en este sentido, el objetivo 4 de los ODS para Colombia (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, 2018) plantea:

      una de las condiciones básicas para el desarrollo es contar con servicios de educación de calidad para todos. Para ello se requiere una serie de factores: profesores cualificados, infraestructura, aprendizaje pertinente, significativo e incluyente y cobertura universal. Aquí sí es cierto que el mandato de ‘No dejar a nadie atrás’ se debe aplicar a cabalidad. (p. 21)

      Esto exige reconfigurar el concepto de desarrollo y las comprensiones sobre la descentralización en materia educativa, que se constituyen en retos y posibilidades de diálogo permanente con la educación rural, así como los ejercicios educativos y pedagógicos que se adelantan en las instituciones desde la generación de prácticas de economía solidaria.

      Más allá de los preceptos económicos de corte desarrollista, la propuesta de la Unesco se enmarca en una idea de progreso humano, sustentable e integral. Por tanto, su comprensión forma un eje que articula este trabajo y sus aportes a la creación de una apuesta que mejore las condiciones de las comunidades educativas en las que la escuela rural tiene una interacción directa y contribuya a materializar una concepción de desarrollo territorial con un enfoque de reconocimiento y garantía de derechos.

      Desde una visión integral unida con la educación, los retos que plantea la Unesco con los ODS —sobre todo en lo referente al fin de la pobreza, la erradicación del hambre, la igualdad de género, el saneamiento básico, el trabajo, la erradicación de las formas de desigualdad, el medio ambiente, la paz y la justicia— dan un derrotero que impone hacer una lectura crítica y un reconocimiento de sus apuestas para que en el 2030 no haya brechas entre los territorios con vocación rural y los que tienen un mayor nivel de urbanización.

      Esta perspectiva implica que en las políticas y prácticas de la educación rural se deben incluir y entender las exigencias del contexto para brindar, en un marco de derechos, las condiciones de dignificación humana en cuanto al reconocimiento profesional, social y económico del maestro, a la infraestructura adecuada para vivir los procesos de enseñanza-aprendizaje y a los ambientes pedagógicos y mediaciones didácticas que favorecen la constitución de un sujeto educativo potenciado en su autoestima, autonomía, esperanza y libertad. Esto con base en la creación y dinamización de un conocimiento crítico y prospectivo, generador de una realidad en la que se abolan las inequidades, desigualdades e injusticias, a través del aprender a aprender, ser, hacer y vivir juntos. Todo en medio de las tensiones entre lo mundial y lo local; lo universal y lo singular; la tradición y la modernidad; el largo plazo y el corto plazo; la indispensable competencia y la preocupación por la igualdad de oportunidades; el extraordinario desarrollo de los conocimientos y la capacidad de asimilación del ser humano; el autoconocimiento y los medios para mantener la salud física y psicológica; lo espiritual y lo material (Delors, 1996).

      Debido a las tensiones expuestas y a las exigencias de tener unos aprendizajes desde y para la vida en el contexto rural, es fundamental comprender los requerimientos y características de las nuevas ruralidades nacionales en el escenario de posconflicto para apostar, desde el ámbito educativo, por un desarrollo incluyente, como el propuesto por la Misión para la Transformación del Campo. Esta iniciativa busca reducir las brechas más significativas en el acceso a los bienes públicos, con el fin de asegurar que los pobladores rurales tengan mejores condiciones de vida y generar un proceso que los constituya en sujetos autónomos (Ocampo, 2014). En este marco del desarrollo integral, la educación es uno de los bienes púbicos que disminuyen las desigualdades entre las poblaciones rurales y urbanas, a la vez que potencia la capacidad de los habitantes rurales para producir de manera autónoma su desarrollo territorial.

      Para entender mejor las nuevas dinámicas de la ruralidad, se puede usar el enfoque propuesto por el PNUD en Colombia rural. Razones para la esperanza. Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011. En este trabajo, la institución señala que hay que superar la dicotomía rural-urbano y entender lo rural como un continuo:

      el mundo identifica hoy en lo rural una promesa y una esperanza. Ya no se habla solo de urbanización como sinónimo de modernización, sino de integración, continuidades e interdependencia entre las diferentes vocaciones territoriales del país. Los ciudadanos globales han comprendido que la calidad de vida en las urbes depende del bienestar de quienes habitan las zonas rurales. (p. 16)

      Este panorama se vincula con el hecho de que en Colombia hay fuertes brechas o rezagos educativos entre el mundo rural y el urbano. El informe El campo colombiano: un camino hacia el bienestar y la paz de la Misión para la Transformación del Campo (DNP, 2015) muestra que esas brechas se presentan sobre todo en la cobertura de la educación preescolar —de tres a cinco años—, en la cobertura de la educación media —de doce a dieciséis años— y en las posibilidades de acceder a la superior —de diecisiete a veinte años—. Aunque la cobertura de la educación básica ha mejorado, los resultados en las pruebas Saber —5.º, 9.º y 11.º— exponen la baja calidad que existe en el ámbito rural y la brecha entre los colegios rurales y urbanos.

      La situación invita a que se realicen estudios para comprender las dinámicas rurales desde las complejidades de su realidad e indagar cómo se pueden construir alternativas a los modelos desarrollistas, caracterizados por la desbordada explotación de los recursos rurales y por la falta de una apuesta que mejore la vida de los campesinos, afrodescendientes e indígenas, quienes, en su día a día, soportan los efectos de las iniciativas de acumulación de capital que no conciben la materialización de prácticas solidarias.

      Una de las motivaciones que llevaron a los investigadores a pensar este trabajo se asocia al interés que despertaron las negociaciones entre el Gobierno colombiano y las FARC en La Habana (Cuba), así como el acuerdo de paz que firmaron (Alto Comisionado para la Paz, 2016). Sin duda, uno de los puntos más importantes del documento es el primero: “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”. Este presenta un interesante diagnóstico de la realidad histórica