La comunidad agrícola igualitaria preserva muchos de los rasgos sociales de los cazadores-recolectoras sobre todo la centralidad económica del hogar. La gran innovación aquí es la adopción generalizada de la agricultura. El proceso que la hizo posible en México es muy lento y debido a la escasez de ganado que proporcione carne, el habitante de nuestro territorio tarda en renunciar a la caza y la recolección. Por eso durante mucho tiempo imperó la economía mixta en la cual recolección, caza, pesca y agricultura se combinan en diversas proporciones en una sociedad seminómada. Una vez que se impone, la agricultura se practica de manera extensiva con complementos intensivos en pequeña escala. Llega acompañada de otros cambios que en conjunto han sido denominados "revolución neolítica". La banda es sustituida por la tribu, un grupo social más numeroso compuesto de clanes o linajes asociados en forma libre y unidos por rasgos culturales comunes: lengua, rituales, intercambios, etc. Aparece la cerámica y los métodos de conservación de alimentos. Aun cuando la comunidad sigue siendo ante todo autosuficiente, crece la importancia del trueque.
Al principio, estas comunidades contaban con la misma democracia económica y política que caracterizaba a los cazadores-recolectoras. Las tierras de cultivo son propiedad del clan o el linaje asociado a la comunidad aldeana, pero su explotación está a cargo de la familia que conforma la unidad económica principal. No existen en la comunidad miembros desprovistos de tierras. Las diferencias en la riqueza de las familias se deben en parte al ciclo reproductivo relacionado con la edad de los adultos y los niños, pero estas diferencias no son sistemáticas y no norman las costumbres ni el trato social. Con el tiempo esta igualdad cedió el paso al surgimiento del rango. La aparición de un excedente almacenable y constante estimula la aparición de elites, ya sea el jefe o el shamán con sus allegados. Las familias emparentadas están ligadas entre sí por lazos de asistencia mutua en la realización de tareas como el desmonte, la construcción de casas o chozas y la cacería mayor, y los circuitos de distribución están normados por las relaciones de parentesco. Surge la tribu, cuya trayectoria ha sido ampliamente documentada en los anales prehispánicos. A medida que se acentúa la diferenciación aparecen los cacicazgos permanentes. Nunca podrá enfatizarse suficientemente la importancia de la aparición de la agricultura en Mesoamérica. Debido a la ausencia de ganadería es el paso decisivo y único que abre el camino al surgimiento posterior de la civilización.
Las sociedades tributarias se sustentan en la agricultura intensiva de alta productividad, apoyada por el riego, las terrazas y el abono. Los cambios sociales más importantes son el surgimiento de la ciudad, la estratificación y el Estado: organización que mantiene a sacerdotes y burócratas profesionales con los excedentes que recibe de los productores y que puede utilizar la violencia para imponer sus designios. El Estado, que no llega a su desarrollo pleno sino en la época clásica, conserva su hegemonía integrando la religión a sus filas, frenando el desarrollo de la propiedad privada y consolidando su prestigio como jefe de guerra, constructor de obras públicas y administrador de servicios urbanos o de irrigación. Depositario del ritual, su poder se ratifica periódicamente en la guerra, la confiscación de los bienes de sus enemigos y los sacrificios humanos masivos. Las comunidades campesinas subsisten, pero los lazos del clan y la igualdad se debilitan paulatinamente. El Estado impone un tributo que adquiere regularidad y legitimidad. Además existe un sistema de trabajos públicos en el cual participan todos los plebeyos. Aparecen la esclavitud, el trabajo servil y el trabajo asalariado.
Surgen grandes ciudades que se distinguen de las aldeas porque en su población, además de los agricultores, abundan individuos que no participan en la producción de alimentos. Artesanos, mercaderes, transportistas, sirvientes, artistas, guerreros profesionales y sacerdotes constituyen una parte sustancial de la población. Las caravanas comerciales de otras regiones transitan por estas ciudades.
Se regulariza el comercio local y a larga distancia, así como los grandes mercados urbanos. Aparecen formas iniciales de dinero. Se modernizan las técnicas artesanales. Emergen la arquitectura, el arte monumental, la escritura, las religiones complejas, la historia, la filosofía, la literatura, la astronomía y las matemáticas. Como puede verse, las diferencias entre la economía de esta sociedad y la de las dos anteriores son más profundas que las que separan a éstas entre sí. Representan el tránsito de las "sociedades primitivas" a la "civilización"; de la comunidad igualitaria a la sociedad de clases; del estado natural a la centralización del poder; de la sociedad homogéneamente rural a la dicotomía campo-ciudad.
La prolongada historia antigua de México conoce tres grandes momentos de ruptura y de cambio económico cualitativo que deben ser descritos y explicados: la aparición de la agricultura, el surgimiento de las sociedades tributarias y su derrumbe a partir del siglo XVI debido a la conquista española. Ocupados en explicar no sólo las continuidades, sino también las rupturas, nos referiremos a las dos primeras, puesto que la historia de la tercera pertenece al primer siglo de la era colonial.
PERIODIZACIÓN
Otro criterio imprescindible para una historia tan extensa es la periodización. Utilizaremos una que nos ayude a fechar, ubicar y relacionar descubrimientos y sucesos particulares en función de puntos de referencia comúnmente aceptados, y estableceremos una relación clara de ésta con otra que tiene un significado económico y social definitorio apoyado en las sociedades más avanzadas de cada época. La primera (arqueológico-cultural) es la más común entre los arqueólogos y los historiadores del arte. Bastante controvertida, nos es sin embargo necesaria porque todos los hallazgos y sus referencias organizadoras principales se relacionan con ella. Según la primera, en una versión sintética acorde con las necesidades de un texto como el presente, la historia antigua de México se puede dividir en cinco etapas fundamentales.
1. Lítica (21000 a 4500 a.C.). Las bandas nómadas de cazadores- recolecto ras son la única forma de sociedad existente. Los restos más antiguos, encontrados en El Cedral (San Luis Potosí), Valsequillo (Puebla) y Tlapacoya en el Valle de México, tienen una antigüedad de 21000-30 000 años. Al principio, sus instrumentos —grandes y burdos— son todos de piedra. Están modelados a golpes con piedras más duras para producir bordes cortantes o puntas agudas. Hacia el año 12 000 parece haber ocurrido una serie de innovaciones en el trabajo de la piedra ya que aparecen las puntas de proyectil en forma de hoja, trabajadas en ambas caras con el uso de punzones y objetos de hueso. Aparece el propulsor, mas no el arco y la flecha que son posteriores. Los artefactos son cada vez más pequeños y mejor modelados. La ubicación de los restos prueba que ya desde el inicio de la época todo el territorio está habitado, pero con una densidad muy baja. Hacia el año 7000 aparecen las primeras plantas cultivadas. El fin del periodo está marcado por los avances de la agricultura como ocupación complementaria.
2. Preclásica temprana (4500 a 1200 a.C.). El tránsito a la agricultura sedentaria y su generalización (hacia 2300) tienen lugar durante ese periodo. Aumenta el número de plantas cultivadas. Aparece también la cerámica y algunas casas construidas que remplazan las cuevas. Hacia mediados del periodo