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1 Según Marcello Carmagnani, en 1820, estas poblaciones estaban compuestas en un 35,8 % de población indígena, en un 19 % de población blanca, en un 27,3 % de población mestiza y mulata y en un 17,9 % de población negra (Carmagnani, 2004, p. 81).
2 Se dieron algunas propuestas limitadas y aisladas, como la de retomar en 1857 la idea del Libertador en un Tratado de Confederación Continental con una Asamblea Permanente de la Liga de los Estados Latinoamericanos que no fue ratificada por Chile, Ecuador y Perú, que la habían suscrito, y en 1865, la de una Confederación mediante un Tratado de Unión y de Alianza Defensiva discutido por ocho países de Suramérica y Centroamérica que tampoco se ratificó (Briceño, 2012, p. 32).
3 Según Andrés Rivarola, estas propuestas de integración económica tuvieron como trasfondo un “segundo impulso nacionalista”, americanista y latinoamericanista, con raíces en la filosofía y literatura de autores como el uruguayo José Enrique Rodó, el cubano José Martí o el nicaragüense Rubén Darío de la Generación del 900 (Rivarola, en Briceño, 2012, p. 82).
4 Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
5 Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú y el ingreso en 1972 de Venezuela, pues, a pesar de negociarse las condiciones del Grupo Andino entre los seis países, objeciones del sector privado venezolano impidieron que participara desde su comienzo el 26 de mayo de 1969.
6 Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, al cual se vincula Venezuela luego de retirarse de la can, en 2006, aunque es suspendida por incumplimientos de los compromisos de integración.
7 Para profundizar en la agenda social que se alcanzó a diseñar en la Unasur, ver el capítulo “La cohesión social en la agenda del regionalismo sudamericano: Unasur- Mercosur” (Mellado y Alí, 2013).
8 A propósito de las crisis de Unasur y la Celac, Detlef Nolte, del giga de Hamburgo, hace esta reflexión: “Ante la crisis que enfrentan hoy en día la Unasur y la celac, es necesario reabrir el debate y la discusión sobre las tensiones entre los principios de no intervención y la defensa de la soberanía, así como la necesidad de que haya un consenso sobre las normas básicas entre una comunidad de Estados” (Nolte, 2019, p. 150).
9 Para María Antonia Correa, tres economistas mexicanos: Victor Urquidi, Miguel Wionczek y Alonso Aguilar, también hicieron importantes aportes a la interpretación de la integración latinoamericana, insistiendo en que la integración tendría que llevar al desarrollo y que la integración era algo más allá del libre comercio, en la que debía haber intervención del Estado (Correa, en Briceño, 2012).
10 Para Tullo Vigevani y Haroldo Ramanzini, “la literatura acostumbra a dividir la teoría de la dependencia en dos corrientes: la corriente weberiana, identificada con los trabajos de Cardoso y Faletto, que comparte la posibilidad de un desarrollo dependiente, y la corriente marxista, ligada a la reflexión entre otros, de Marini que, a partir de la idea de sobreexplotación de la fuerza de trabajo, discute el desarrollo del subdesarrollo y no vislumbra la posibilidad de un desarrollo dependiente” (Vigevani y Ramanzini, en Briceño, 2012, p. 130).
11 Ya lo había advertido uno de los mayores estudiosos de la integración latinoamericana, Alfredo Guerra-Borges: “Si se continúa hasta alcanzar el fin propuesto o sugerido de sacrificar la interdependencia latinoamericana que pueden generar los acuerdos de integración, en obsequio de conciliarla con la interdependencia generada por la liberalización comercial indiscriminada, el abrazo tentacular con la economía mundial diluiría la regionalización latinoamericana en el ámbito espectral de la globalización” (Guerra-Borges en Briceño y Bustamante, 2002, p. 30).
12 La alternativa del alba propuso un intercambio solidario basado en ventajas complementarias, lucha contra la pobreza y exclusión social, siendo contraria al libre comercio y a la libre competencia entre desiguales; opuesta a la hegemonía estadounidense, buscaba un “desarrollo endógeno” de los países participantes y ofrecía programas de integración energética (Petrosur, Petroamérica), de integración financiera (Banco del Sur, Fondo del Sur) y moneda alternativa (Sucre). Con la crisis venezolana, los problemas de Nicaragua y los cambios políticos en Ecuador y Bolivia quedó sin posibilidades de funcionar.
13 Para mayor detalle, ver el análisis del tema y las complicaciones causadas por la integración intergubernamental en Vieira Posada (2019).
14 Los diecinueve países son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
15 “[…] Las cancillerías se encargaron de establecer un Comité de alto nivel con el fin de dibujar los mecanismos necesarios para su concreción. En el mes de septiembre, la IX Cumbre Presidencial del Grupo de Río decidió en su Declaración la creación de este grupo de trabajo compuesto por varios cancilleres para examinar la racionalización de la institucionalidad regional, lo que deja entrever la preocupación hacia la posible creación de nuevas instituciones. Un mes más tarde, en la Quinta Cumbre Iberoamericana en Bariloche (Argentina), fueron autorizados los Ministros