En las negociaciones y en la elaboración del proyecto de creación respectivo, intervino activamente el Parlamento Latinoamericano (Parlatino):
Entre 1991 y 1998 lo discutió en sus sesiones de trabajo, llegando en abril de 1995 a contar con proyecto de Acta de Intención para su constitución y con orden de los cancilleres redactar el proyecto de Tratado Constitutivo de la Comunidad. El proyecto del Acta se presentó en la XIV Reunión ordinaria de Ministros de Relaciones Exteriores del Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política celebrada en el mes de mayo en Quito. Este se acogió con “mucho interés” por los ministros, que manifestaron “su apoyo decidido a la iniciativa y darán los pasos necesarios para su concretización”. El proyecto de Acta de Intención para la constitución de la clan de abril de 1995 expresaba la intención de constituir la Comunidad Latinoamericana de Naciones entre los Estados de la región que decidieran conformarla15. (Vieira Posada, 2008, p. 442)
Pero, finalmente, no hubo la voluntad política suficiente por parte de los gobernantes para su creación en la década de los noventa16. Como anota el experto chileno en integración, Patricio Leiva: “no ha existido la voluntad política para emprender un proyecto global latinoamericano para el conjunto de los latinoamericanos que conduzca a un proceso de verdadera integración regional” (Leiva, 2008, p. 12).
Vale preguntar: ¿por qué la creación de la Comunidad Latinoamericana de Naciones (clan) no aprovechó a organizaciones como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) o la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)? Porque la diferencia es clara: en la clan, el énfasis estaría en ser un organismo de integración, una comunidad latinoamericana para la integración antes que una comunidad de naciones; mientras que la Celac es comunidad de Estados para la coordinación política y la Unasur es unión de naciones, en las cuales los intereses nacionales de los Estados nación, de sus soberanías nacionales son la primera prioridad y desde allí se pretende el entendimiento para avanzar hacia la integración, en un proceso dispendioso que no ha dado resultado al no permitir una soberanía compartida, cuya inexistencia tiene paralizados los procesos de integración latinoamericanos.
Apoyo institucional a la convergencia
Fuera de las consideraciones sobre una eventual creación futura de una clan, los trabajos para ir adelantando una convergencia gradual de la integración latinoamericana se pueden realizar a través de diversos organismos existentes, unos, responsables de la instrumentalización de la integración, como son los procesos regionales de integración (Aladi, can, Mercosur, sica, Sieca, Alianza del Pacífico), pero en particular la Aladi y el sica; y otros, organismos internacionales que de manera especial se han ocupado de la integración, como son la Cepal, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe bid/intal, la caf-Banco de Desarrollo de América Latina y el Sistema Económico para América Latina (sela).
Se plantea la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), pues es el organismo responsabilizado desde su tratado constitutivo para realizar la convergencia de la integración, pero que, por tener una presencia limitada en Centroamérica, estaría acompañada del sica, que debería complementar su accionar regional centroamericano con un trabajo de convergencia de toda Latinoamérica.
En su tratado constitutivo, la Aladi tiene aspectos especialmente relevantes para los propósitos de este capítulo en el inciso b del artículo 3.°, que dice en relación con la convergencia que esta se “traduce en la multilateralización progresiva de los acuerdos de alcance parcial, mediante negociaciones periódicas entre los países miembros, en función del establecimiento del mercado común latinoamericano” (tm80, art. 3.° inc. b). Multilateralización para lograr la convergencia y el objetivo de largo plazo de mercado común latinoamericano son las ideas centrales.
Esto se complementa con el inciso c del mismo artículo 3.° sobre flexibilidad, la cual define como “la capacidad para permitir la concertación de acuerdos de alcance parcial, regulada en forma compatible con la consecución progresiva de su convergencia y el fortalecimiento de los vínculos de integración” (tm80, art. 3.°, inc. c). Todo ello bajo la responsabilidad de la Conferencia de Evaluación y Convergencia que se debía reunir cada 3 años (tm80, art. 34; Vacchino, 1989; Garnelo, en Aladi, 2011).
Se debe tener en cuenta que el paso de la Alalc a la Aladi implicó un retroceso desde el punto de vista de las etapas de un proceso de integración, pues, mientras en la primera se planteaba llegar a una liberación del comercio, en la Aladi este compromiso desapareció al abandonar el programa de liberación comercial y regresar a un área de preferencias que corresponde más a formas de cooperación que de integración. Afortunadamente, esto cambió con el acuerdo en 2004 para establecer un espacio de libre comercio (elc), en el que se facilite a través de una convergencia articulada de los acuerdos parciales en vigor, la creación de un espacio libre para la circulación tanto de bienes como de servicios. Tanto cambio puede estar facilitado por el alcance de su denominación: Asociación Latinoamericana de Integración. ¿Cuál integración?, ¿cuáles fases o etapas? Esa ductilidad hay que tomarla como una ventaja que permite contemplar nuevas acciones dentro de la Aladi, sin tener que reformar algún tratado.
Desde la época de regionalismo abierto de los años noventa, la VIII reunión del Consejo de Ministros de febrero de 1994 había adoptado la Resolución 38 mediante la cual se decidió establecer un
[…] programa de acciones a corto y mediano plazo, para impulsar una gradual y progresiva articulación y convergencia entre los distintos esquemas de integración, con miras a avanzar desde el área de preferencias económicas hacia estados superiores de integración, en consonancia con el objetivo de conformar el Mercado Común Latinoamericano, previsto en el artículo 1 del tm80. (Garnelo, en Aladi, 2011, p. 75)
Un antecedente importante del elc, en 1994, fue la iniciativa brasileña de establecer un área de libre comercio sudamericana (Alcsa). Comenzar por concretar el Espacio de Libre Comercio (elc) sería una tarea de reactivación de la Aladi, que podría servir de base para asumir responsabilidades mayores frente a la integración latinoamericana; por lo tanto, no es una novedad sugerir responsabilidades para la Aladi. El hecho es que, en las circunstancias actuales, los países deberían concretar la convergencia en el terreno comercial y ver si le otorgan más funciones con miras a ir trabajando diferentes temas de convergencia de la integración latinoamericana. Ello podría implicar llegar a dotar a la Aladi de funciones y responsabilidades para realizar una integración en todos los campos, una integración muldimensional, que abarque lo económico-comercial y lo político-social, afrontando etapas de armonización de políticas y dotándola de una institucionalidad y soberanía compartida que le permita hacer funcionales y operativas las decisiones adoptadas por los países sin pasar por los respectivos congresos. Estas responsabilidades deberían ser compartidas con la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca), responsable de la integración en la región centroamericana. En consecuencia, a cambio de mayores funciones para la Aladi, desaparecerían la can y el Mercosur.
Para qué una convergencia de la integración latinoamericana
América Latina necesita procurar una mejor presencia y articulación con un mundo interdependiente e interconectado, dividido en bloques en los espacios europeo, asiático en el pacífico, euroasiático, indopacífico, norteamericano e incluso en un continente africano que ya tiene metas de integración de nivel continental para la próxima década.
En relación con la futura convergencia de los procesos de integración latinoamericanos, hay que retomar los compromisos que se habían establecido inicialmente en los objetivos de conformar mercados comunes subregionales y que dejaron de ejecutarse por la prelación otorgada al libre comercio. En una integración multidimensional, la apertura inicial de los mercados con los compromisos de libre comercio se debía haber completado