'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente. José Manuel Fernández Rodríguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Manuel Fernández Rodríguez
Издательство: Bookwire
Серия: Cuadernos Phase
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788491653257
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término sacramentum cada vez más frecuente con preferencia al vocablo mystêrion, va a ir provocando un desequilibrio sacramental al poner el acento más bien sobre la acción del hombre al realizar el acto en sí, y no tanto sobre la gracia de Dios que nos dona a través del mismo.

      b. Cipriano

      En cuanto al sentido que Cipriano le otorga a sacramentum, habría que hacer una doble distinción.66 En primer lugar, da un paso adelante sobre Tertuliano pues no limita el sacramento al simple juramento del que deriva la consagración y compromiso; más bien ve en el sacramento una expresión directa del misterio de Dios. Afirma que el sacramento es sinónimo de mystêrion, en la doble vertiente de dar a conocer la realidad de Dios, expresión de su verdad a ser aceptada por la fe, o de recibir la gracia por los elementos sensibles determinados por Jesucristo. En segundo lugar, el término «sacramento» que utiliza tiene una significación muy amplia al incluir una figura profética, un acontecimiento a revelar o un signo de la voluntad divina. Según él, el sacramento es una realidad a través de la cual el hombre accede a participar de la vida divina.

      c. La teoría agustiniana del concepto sacramental67

      Con san Agustín († 430) se da un impulso nuevo y decisivo en la concepción cristiana del sacramento. El Obispo de Hipona es el primer escritor que, con la influencia de la gnoseología y la ontología neoplatónicas, desarrolla una teología sistemática sobre los sacramentos, elaborando una teoría del signo sacramental, analizada desde el ámbito filosófico-metafísico y teológico. Su edificio doctrinal lo encontramos en sus tratados De magistro y De doctrina christiana. Para el santo, los sacramentos son ritos y celebraciones diversos, esencialmente los signos, en cuanto sagrados (sacramentum, id est sacrum signum).68 Para comprender su pensamiento, hay que distinguir en la teoría agustiniana del signo cuatro aspectos de aplicación: gnoseológico, ontológico, teológico y sacramental.

      1) En cuanto gnoseológico, define el signo del siguiente modo: «es una cosa que desde su apariencia externa y a través de la misma conduce al conocimiento de otra realidad distinta».69 El signo une un significante con un significado, para que sea conocido, siendo de dos tipos, signos naturales (vgr., el humo) se conocen por sí mismos, y signos determinados (vgr., un gesto de la mano) que llevan al conocimiento de algo. Si el signo apunta a lo significado, este a su vez puede significar otra cosa, dando lugar a un sistema de significantes. De entre todos los signos, destaca la palabra como el más relevante ya que indica y contiene la misma «res» significada.

      2) En cuanto ontológico, imbuido por el idealismo neoplatónico, Agustín concibe el ser compuesto de dos planos: uno espiritual (supratemporal e inmutable) y otro material (temporal y mutable). Al aplicar a esta concepción bipartita del ser la distinción entre bienes de disfrute y bienes de uso, determina que el hombre solo puede tender a disfrutar los bienes espirituales y eternos, mientras que los bienes materiales solo debe usarlos correctamente, de tal forma que trascendiéndolos pueda llegar a alcanzar los bienes eternos.

      3) Desde el punto de vista teológico, aplica estas concepciones filosóficas a la teoría del pecado original. Así, el pecado de Adán consistió en que se entregó a los signos mudables descuidando los eternos, alterando así el orden original establecido por Dios. Esta perversión solo puede ser reparada por la con-versión realizada a través de los acontecimientos de la historia de la salvación, en especial con la encarnación de Cristo. Estos acontecimientos al tener un auténtico valor de signos de la realidades divinas, son llamados sacramenta, signos sagrados, que hacen posible la salvación del hombre.70 Pues cuando «los signos pertenecen a las realidades divinas, se llaman sacramentos»,71 uniéndonos a su propio significado.

      4) Desde el punto de vista sacramental, conserva la línea marcada por Tertuliano y aplica la palabra sacramentum a aquellos sucesos de la historia bíblica que prefiguraban la eterna voluntad salvífica de Dios. El creyente alcanza la meta a la que orientaban estos hechos a través del bautismo y la Eucaristía, que son signos sagrados de las realidades divinas de la gracia. Explica que la estructura del signo sacramental, está compuesta de un elemento corporal visible y de un elemento espiritual invisible. La parte sensible o significante, se compone a su vez, del aspecto material (elementum), y de la palabra (verbum) tan unidos entre sí que Agustín habla de «visibile verbum».72 Y la parte invisible o significado, en el que se distingue a su vez, la virtus, o Espíritu por la que es eficaz, y la res, el contenido y misterio de la gracia que el signo sagrado comunica.73

      Debemos destacar que, en cuanto al verbum, es la palabra divina la que realiza el sacramento. Otro de los elementos que también forma parte esencial del sacramento es la institución por Cristo o por la disciplina apostólica, puesto que es Cristo mismo quien actúa en el sacramento: es él quien bautiza.74 Esta fue la postura que defendió contra los donatistas, la eficacia sacramental por la acción de Cristo independientemente de los méritos y fe del ministro. Por otro lado, contra los pelagianos defendió la primacía de la gracia de Dios sobre los méritos y la fe del sujeto.75

      De toda esta doctrina agustiniana, podemos deducir que para el padre latino los sacramentos son signos que realizan lo que significan, puesto que comunican a quienes los reciben la semejanza de lo que hacen referencia. No obstante, a pesar de que se ayuda de las categorías neoplatónicas describe la relación arquetipo-imagen que se da en el sacramento, poniendo el acento más bien en el signo visible yendo más allá de la noción neoplatónica del mystêrion como imagen (antitypos) del arquetipo divino (typos).

      Por consiguiente, a causa del diferente entorno lingüístico entre Oriente y Occidente, frente al pensamiento más figurativo y simbólico-real de Oriente, se va a ir extendiendo en la Iglesia de Occidente un pensamiento más clarificador con una mayor amplitud de contenido conceptual. Con todo, la doctrina agustiniana desembocó en torno a la Eucaristía, en posturas tanto realistas como en simbolismos espiritualistas o idealistas, llegando a aflorar este conflicto incluso en los reformadores del siglo xvi.

      d. Sacramentología escolástica medieval

      En el tiempo que va desde san Agustín hasta el siglo xii no se avanza hacia una comprensión y conceptualización más precisa y fundamental del concepto de sacramento, época que se denomina la «pre-escolástica» o primera escolástica. Por eso, nuestra intención es centrarnos en los autores más importantes de la «gran escolástica» que va hasta el siglo xiv. Es a partir del siglo xii cuando se van a ir dando avances importantes en la reflexión teológica sobre los sacramentos teniendo su origen en la universidad de París.

      Citamos de paso al escolástico Pedro Abelardo († 1142) que propuso, casi con la contundencia de una definición, que el sacramento es el signo visible de la gracia invisible, así preparó el camino para el tratado sobre los sacramentos en general.

      Tal es el caso de, Hugo de San Víctor († 1141) que compuso, con su De sacramentis christianae fidei, el primer gran tratado general sobre los sacramentos, estando influenciado por san Agustín (occidente) y por el Pseudo-Areopagita (oriente). Parte de que los sacramentos surgieron a partir del pecado de Adán y Eva, que necesitaba una restauración. Por tanto, la finalidad primordial de los sacramentos es la acción sanante sobre el hombre enfermo, y de este modo divide el desarrollo de la economía sacramental en tres etapas: los sacramentos de la ley natural, los sacramentos de la ley escrita (Antiguo Testamento) y los sacramentos de la gracia o cristianos. Pero, Hugo de San Víctor elabora un concepto más preciso de sacramento en base a su institución como «recipientes o contenedores» de la gracia:

      «Un sacramento es un elemento corporal o material presentado externamente a los sentidos, que en virtud de una semejanza representada, en virtud de una institución significa y en virtud de una santificación contiene una gracia espiritual e invisible».76

      El escolástico Hugo de San Víctor, determina que la gracia es causada no a partir de lo material visible del sacramento, sino que la causalidad le viene al sacramento por medio del Espíritu Santo, que obra en lo visible de manera invisible.77

      Quizás el autor importante de esta época sea Pedro Lombardo († 1160) que escribió sus famosos Cuatro Libros de Sentencias que sirvieron de manual durante siglos en las universidades eclesiásticas. Después de mantenerse en la línea cultual, moral y jurídica de la tradición latina y de recoger elementos de diversas